Récord de aprobados en la última selectividad antes de los cambios que traerá la Ley Celaá

El 98,32% de los estudiantes que se han presentado a la convocatoria ordinaria de la selectividad han conseguido aprobar, condición indispensable para cursar una carrera universitaria. Y se trata del porcentaje más elevado desde que hay datos comparables (2010), pues supera el récord del año pasado (98,25%), que a su vez hizo lo propio con el de 2021 (98,22%). En cuanto a la nota media de la fase obligatoria, la obtenida contando a todos los presentados, se sitúa en un 6,74 sobre 10. Ha sido similar en mujeres (6,75) y hombres (6,73) y en este caso ocupa el tercer puesto del ranking histórico.

Que todos los máximos se correspondan con convocatorias postpandémicas no es casual, teniendo en cuenta que coincidiendo con la crisis sanitaria se aplicaron medidas excepcionales que han facilitado que los estudiantes consigan altas calificaciones.

Otra cifra destacable de esta edición, que cierra un ciclo ante los cambios previstos para la de 2025, tiene que ver con el total de presentados, pues también se alcanza un registro histórico de participación: 24.148 estudiantes. Sólo en la convocatoria de 2021 se superó semejante volumen de alumnado (24.466). Era algo previsible atendiendo a los datos de matrícula, y detrás de la tendencia hay tanto razones demográficas como académicas.

La media de la fase obligatoria sale de las asignaturas comunes (Historia de España o Historia de la Filosofía, Castellano y Valenciano), de la lengua extranjera cursada (Inglés en la inmensa mayoría de los casos) y de las áreas troncales de modalidad, que varían dependiendo del itinerario de Bachillerato superado: Matemáticas o Matemáticas Aplicadas a las Ciencias Sociales (Ciencias y Tecnología), Latín II o Matemáticas Aplicadas (Humanidades y Ciencias Sociales), Artes Escénicas o Análisis Musical (vía de Artes Escénicas o Musicales) o Dibujo Artístico (Artes Plásticas).

Esta fase supone el 40% de la nota de acceso a la universidad. Para extraerla, se pone en relación con el expediente de Bachillerato (60%), y el resultado se completa con las dos mejores notas obtenidas en la fase voluntaria (dos puntos como máximo cada una). De ahí que la calificación final, con la que compiten los alumnos en la preinscripción universitaria, se mida en una escala sobre 14.

La mejora de los resultados de selectividad ha sido una tendencia más o menos general desde que se implantó el modelo vigente en 2010, aunque el punto de inflexión se produjo en 2020, cuando la máxima optatividad elevó el promedio hasta el 6,67. Y ya no ha vuelto a bajar de esa décima. Se situó en el 6,855 en 2021, en el 6,647 en 2022 y en el 6,781 en 2023.

Entonces, para evitar agravios a los aspirantes que se hubieran visto afectados por la incidencia de la pandemia (la suspensión de las clases presenciales, aislamientos o semipresencialidad), el Gobierno decidió que pudieran elegir cualquier ejercicio de los planteados en todos los exámenes, lo que implicó acabar con el modelo A o B que regía anteriormente. Esto ha permitido, por ejemplo, que los alumnos puedan dejarse contenidos sin preparar, como sucede en Historia de España, Castellano o Valenciano. Eso sí, previamente han tenido que trabajarlos en clase, durante el Bachillerato.

En los últimos años, ya sin medidas sanitarias excepcionales y a sabiendas de que cambiaría el modelo, al desplegar efectos la reforma educativa, se optó por mantener el sistema para no trastocar las dinámicas de preparación de la selectividad que habían adoptado los centros. Y en aras de evitar agravios entre estas generaciones y las anteriores.

La flexibilidad morirá en la convocatoria de julio, la extraordinaria, pues para el año que viene ya entrará en vigor el nuevo formato que acaba de aprobar el Gobierno con la intención de adaptar del todo la selectividad a la reforma educativa de la Lomloe. Los ejercicios tendrán un enfoque más competencial que hasta ahora, con la idea de valorar cómo aplica el alumno sus conocimientos, las faltas de ortografía restarán como mínimo un punto, se permitirán calculadoras, tablas y diccionarios, las preguntas de respuesta cerrada no podrán suponer más del 30% de la nota del examen, las calificaciones de la fase voluntaria se mantendrán durante tres años (y no dos) y sólo se podrán hacer tres pruebas para subir la nota hasta 14 (se han permitido hasta cuatro en la Comunitat).

Otra de las novedades del próximo curso, en la autonomía, se derivará del acuerdo alcanzado entre las once comunidades gobernadas por el PP, que implantarán una selectividad lo más homogénea posible en los diferentes territorios, lo que incluirá la estructura del examen, los contenidos y los criterios de evaluación. Eso sí, este modelo tendrá que ceñirse a las directrices básicas que emanan del Gobierno. Y habrá que ver si el resto de regiones (seis) se suman a este planteamiento.

Los estudiantes valencianos han conocido sus calificaciones este viernes, y entre el lunes y el miércoles de la próxima semana podrán solicitar revisiones de exámenes, si lo consideran oportuno. Sabrán el veredicto el día 21.

De manera paralela se iniciará la preinscripción universitaria, en caso de que opten por una universidad pública, pues las privadas tienen sus procedimientos propios. Deberán presentar su solicitud entre el día 17 de junio y el 5 de julio, y los resultados se harán públicos el 12, a partir de las 14 horas. En este proceso también participarán los estudiantes que se presentan a la convocatoria extraordinaria, que realizarán sus exámenes entre el 2 y el 4 de julio. Eso sí, los aspirantes de la ordinaria tienen prioridad en el acceso a los grados. El siguiente paso ya será la formalización de la matrícula en la universidad en la que hayan sido admitidos.

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