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La Comunitat Valenciana ha pasado de ser una región modélica en la lucha contra la pandemia a convertirse en zona de riesgo. El fin del estado de alarma, la llegada del buen tiempo y el cierre de las escuelas una vez terminado el curso han favorecido la movilidad y las interacciones sociales, especialmente las del sector más joven de la población, todavía sin vacunar, creando un caldo de cultivo perfecto para el virus. La amenaza de que el esfuerzo sostenido durante meses quede en agua de borrajas ha llevado al Consell no sólo a frenar esta nueva desescalada, sino a dar un gigantesco paso hacia atrás en lo que a restricciones se refiere.
Los sectores de la hostelería y del ocio nocturno volverán a ser los más castigados. En la madrugada del viernes al sábado se aplicarán las medidas para reducir horarios y aforos. En cuanto al primero, los bares y restaurantes cerrarán a las 00.30 horas en lugar de a la una, lo que implica también adelantar los tiempos de servicio. Así, tendrán que dejar de dar comidas a las doce.
En cuanto a los aforos, no habrá cambios para las terrazas, con mesas de hasta diez personas -por ahora sólo se permite rebasarlos si son convivientes- pero este parámetro ya no regirá para el interior de los locales, donde se vuelve al máximo de seis.
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Más drásticas serán las restricciones para las discotecas y pubs, que de hecho dejarán de funcionarán como tales. Su única posibilidad será hacerlo con las cautelas que se aplicarán en la hostelería. Así, su actividad, actualmente limitada hasta las dos de la madrugada, tendrá que cesar a las doce y media. Lógicamente se mantendrá la prohibición del uso de las pistas de baile, pues cualquier consumición deberá seguir sirviéndose en las mesas que se hayan habilitado.
La previsión es que las nuevas disposiciones se mantengan hasta el 25 de julio, tal y como anunció ayer Ximo Puig tras presidir la Mesa Interdepartamental para la Prevención y Actuación ante la Covid-19. Las medidas se completarán con otras decisiones más peliagudas que afectan a la limitación de la movilidad, siempre que las autorice el TSJCV.
Puig también destacó la importancia de la ventilación de los espacios cerrados, para lo que se prevé impulsar una campaña de concienciación de la mano de los sectores afectados, y aludió a un reciente estudio japonés que acredita que el riesgo de contagio es 20 veces superior en interiores que al aire libre.
«Lo lamento profundamente porque sé el sacrificio enorme que tantas personas han hecho y lo que están sufriendo», dijo Puig en referencia a los citados sectores, antes de destacar que «una parte importante de los brotes vienen del ocio reglado y no reglado, y no podemos tener focos activos de estas características». A cambio, añadió el presidente, se aprobará un aumento de las ayudas directas para pubs y discotecas de 4,8 millones de euros -hasta alcanzar los 12,8- «para que tengan las máximas compensaciones posibles». En realidad se trata de un montante ya anunciado a principios de mes que sirvió para poder cubrir todas las solicitudes presentadas por parte de los interesados.
«La pandemia ha empeorado, nueve días después de las últimas decisiones el virus nos obliga a adoptar nuevas medidas. Ante la situación este gobierno nunca mirará hacia otro lado, miraremos de frente y trataremos de superarla», indicó el presidente para abrir su intervención. Se refería a la resolución del 30 de junio que en la práctica supuso mantener las restricciones entonces vigentes durante 15 días más.
Puig justificó el cambio de rumbo aludiendo a la evolución de varios indicadores. La incidencia acumulada (positivos por cada cien mil habitantes a 14 días) se ha multiplicado por seis en el último mes, al pasar de 40 casos a 260. Y se ha registrado una «explosión» de contagios entre los colectivos más jóvenes, especialmente en la franja de 20 a 29 años, en la que el parámetro se ha triplicado en diez días.
En cuanto a la presión asistencial advirtió de que los ingresos de menores de 30 se ha multiplicado por dos en un mes y dijo que en próximos días se espera que las hospitalizaciones sigan creciendo.
«Hay que actuar con contundencia pero sin perder la perspectiva de que la situación ha mejorado mucho», dijo, antes de defender que el año empezó con 4.777 personas ingresadas frente a las 243 actuales, «20 veces menos», mientras que en las (UCI) se ha pasado de 670 a 25.
Por último aludió a la letalidad, con una clara reducción al notificarse cinco decesos a la semana frente a los 150 de principios de año. «No hay que crear alarma pero sí estar en alerta. La pandemia sigue», apuntó.
En resumen, para Puig la situación ha estado condicionada durante los últimos treinta días por tres factores: la incidencia de la variante Delta, la afección entre la población más joven y el aumento de la tasa de ingresos entre este colectivo. En este sentido lanzó un mensaje hacia los jóvenes apelando a su «solidaridad con la gente no vacunada» y «por su interés personal», pues contagiarse y ser asintomático no exime de problemas futuros, aludiendo a estudios británicos que señalan que entre el 10% y el 17% de los asintomáticos sufren secuelas tras la enfermedad. «Una fiesta de una noche puede suponer una resaca para toda la vida», dijo.
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