M. RODRÍGUEZ
Jueves, 9 de abril 2020, 00:14
valencia. A Robert Raga le han arrebatado la alcaldía de Riba-roja. No es que al líder local del PSPV le hayan sometido a una moción de censura. Fue el maldito Covid-19 el que le apartó temporalmente de la vara de mando. «Cuando empecé a percibir que iba a más y que probablemente necesitaría hospitalización, delegué mis funciones», señala el regidor, que ya encara el tramo final de la recuperación en su domicilio.
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La suya es la historia de miles de enfermos. «Creo que me contagié en un viaje a Madrid, donde estuvimos tres horas», aventura. Primero fueron unas décimas y, sucesivamente, la temperatura le fue subiendo un grado por día. Llegó a 40 y desde el centro de salud de Riba-roja le derivaron a un hospital. Ya presentaba cuadro de neumonía y allí dio positivo en coronavirus.
«No he llegado a estar en la UCI, pero lo he pasado muy mal, no lo sabes bien», recuerda con alivio Robert Raga. El alcalde recibió el alta hace más de una semana, pero ha tenido que estar dos en cuarentena. «Acabo el lunes», subraya con cierta ilusión: «La suerte es que vivo solo y no tengo el riesgo de infectar a nadie, por lo que puedo moverme por toda la casa».
Ya se encuentra mucho mejor y, aunque todavía no ha recuperado la alcaldía, ya se ha puesto en marcha. Teletrabaja como muchos ciudadanos, algo que hará ya desde el lunes a plena intensidad. «Hoy (por ayer) tenemos comisión de gobierno», señala Raga, quien reivindica el papel de las instituciones locales en la atención de proximidad: «Hemos puesto en marcha el programa 'El teu Ajuntament et cuida' para llevar a vecinos en mi situación o que son factor de riesgo la compra o medicinas sin que salgan de su hogar».
No es el caso de Robert Raga, cuyo reencuentro con su familia es tan imposible como celebrar un pleno físicamente. Echa de menos a su hermano, que reside a escasos 300 metros de su domicilio, y a otros familiares o amigos. Sin embargo, le hacen sentir arropado.
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«No puedo verlos, pero mi hermano me trae la compra. La deja en la puerta de casa y se marcha. Cuando ya no está, para evitar cualquier riesgo de contagio, me avisa y salgo yo a recoger las bolsas», detalla Robert Raga. Aunque los echa de menos, no quiere que sus allegados sufran en sus carnes al Covid-19.
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