![Los rostros valencianos del paro](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202104/15/media/cortadas/Captura5-kQAD--1968x1310@Las%20Provincias.jpg)
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«La pandemia ha roto todos los esquemas», reconoce el secretario autonómico de Empleo, Enric Nomdedéu al tiempo que añade que la «mejor política económica es la vacuna, la del Covid y la social» (en referencia a las ayudas para las empresas afectadas por la crisis). Es la reflexión que realiza sobre los últimos datos del paro, correspondientes a marzo, con un descenso del 1,95% respecto a febrero pero que, en la comparativa anual, arrojan un incremento del desempleo del 11,31% en la Comunitat. En otras palabras: 45.434 valencianos más sin trabajo un año después de la pandemia.
Números a los que habría que añadir otra cifra más: los 81.892 afectados por un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) en la Comunitat. Dicho de otra forma: uno de cada veinte trabajadores está afectado de forma directa por la crisis derivada del Covid, apunta el director de Randstad Research, Valentín Bote. «Y no podemos olvidarnos de los autónomos», resalta.
En la radiografía del desempleo valenciano hay dos rostros que sobresalen, mujeres y jóvenes menores de 25 años, que constituyen el 63,8% de los desempleados. En los jóvenes, además, la tasa de paro se sitúa en el 37,75%, según la última EPA (cuarto trimestre de 2020).
A estos dos perfiles se suman los mayores de 50-55 años, un colectivo marcado por una paradoja: «el grupo con una posición más favorable dentro de la población ocupada» pero con oportunidades laborales «especialmente reducidas y de peor calidad», según el informe 'La calidad del empleo en la Comunitat', elaborado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) y la Generalitat. Este grupo tiene una tasa de paro del 15,63%, según la última EPA, y la gran mayoría, además, se incluyen en la etiqueta de parados de larga duración. Aquí, el 30% son mujeres.
El director de este informe, Lorenzo Serrano, reconoce que la pandemia «tiene un efecto negativo para las mujeres y los jóvenes en la medida que están más afectados por empleos temporales, de menor cualificación y que incorporan menos capital humano específico. Tienden a ser más fácilmente reemplazables para las empresas una vez superada la crisis y la extinción de la relación laboral supone un menor coste». Además, algunos de los sectores más afectados por la crisis (hostelería, comercio, turismo) tienen «fuerte presencia de mujeres y jóvenes», añade el también catedrático de la Universitat de València.
«Ya eran eslabones débiles y este problema se ha intensificado», señala Nomdedéu, quien también hace hincapié en la aparición de un nuevo perfil de desempleado: el pequeño empresario, sobre todo de hostelería, que tenía entre 1-6 trabajadores y que ahora se encuentra en la cola del paro.
Según el investigador del IVIE, hay «diversos factores» que explican la afección a mujeres y jóvenes. En este caso, «son nuevos entrantes en el mercado de trabajo y las dificultades son mayores en las fases iniciales de cualquier proceso de inserción laboral». Además, se encuentran en mayor medida con contratos temporales. «Algunos de esos factores son extensibles al caso de las mujeres, cuyas oportunidades laborales también se pueden ver afectadas por problemas de conciliación de la vida laboral y familiar», detalla Serrano.
También apunta la formación: «En el caso de las mujeres no tanto en cuanto a nivel de estudios sino en cuanto a tipo o área de estudios, con una menor presencia de la FP y de determinado tipo de estudios universitarios. La especialización sectorial de su empleo es otro factor a considerar».
Precisamente sobre la formación, el director de Adecco en la Comunitat, Víctor Tatay, reconoce que «echa en falta» una partida sobre esta materia en los fondos europeos Next Generation. «El principal activo que tiene España son sus empresas», dice, «y debemos mejorar su capacidad y su posición para generar talento y para disminuir la brecha entre la universidad y las necesidades del tejido productivo».
«Nos preocupa y nos ocupa», reflexiona la secretaria de Empleo y Formación de CC OO-PV, Ana García, sobre el desempleo valenciano. «Es necesario un cambio de modelo productivo que genere trabajo decente», asegura. «Sin despreciar a ningún sector», puntualiza. Y pide políticas activas de empleo que pasen por aspectos como la orientación, la formación y fórmulas de inserción «que casen las ofertas con los perfiles», sin olvidar «agilizar las ayudas del Plan Resistir» para que las empresas «sean fuertes y solventes y creen trabajos».
Mientras, la secretaria de Acción Sindical de UGT-PV, Lola Ruiz Ladrón de Guevara, también aboga por «incentivos a la contratación de jóvenes sin experiencia» además de incluir formación en los trabajadores en ERTE. Precisamente ayudas específicas para mujeres en sectores en que estén infrarrepresentadas es lo que tiene sobre la mesa la Conselleria de Economía para impulsar este año.
María del Mar Lizama. Vecina de Paterna
Con una minusvalía reconocida y dos hijos a su cargo, de 19 y 12 años, María del Mar Lizama confía en que su situación mejore en próximas fechas. Actualmente está «muy mal» de ánimo, pese a definirse como una persona que siempre ha sido «muy activa, luchadora, y que he sacado adelante a mi familia por mí misma».
Ahora, después de estar en el paro tras haber pasado los dos últimos años en un bar-restaurante como cocinera, apenas recibe unos pequeños ingresos por su minusvalía y la ayuda que le llega desde Save the Children. Frente a esto, el capítulo de gastos es bastante elevado, con el alquiler de su vivienda «más la comida, el agua, el gas y la luz», con lo que resulta difícil llegar a final de mes.
Con 50 años de edad, señala que encontrar trabajo «está muy mal», pero añade que no perderá la esperanza.
El último gesto de Rafa, su hijo mayor, le ha llegado al corazón: «Estaba estudiando imagen y sonido y, pese a que yo no quería, ha decidido dejarlo para ponerse a trabajar y ayudar a la familia». Confía, sin embargo, en que este sea sólo un paréntesis temporal.
Gema Luz Martínez. Joven de Benifaió
El arte es su vida y quiere cumplir «el sueño de tener una pequeña academia de Bellas Artes» en su pueblo, en Benifaió. Pero Gema Luz Martínez, una joven de 27 años, es consciente de que para que su 'Garatge d'art', como quiere denominar al espacio que espera impulsar el próximo año, sea una realidad, hay que hacer una inversión a la que, por el momento, no puede hacer frente. Tras dedicar buena parte de su juventud al estudio, su intención sería que niños y adultos se formaran en él. Se mira en espejos como el Taller La Madriguera, de Paula Bonet, y desea que sea un espacio en el que, además, otros artistas expongan sus creaciones en una época «en el que lo manual se ha perdido, se busca más lo digital».
Gema explicó que ha trabajado como dependienta y ha hecho labores de niñera, pero, por el momento, no ha conseguido un empleo que le permita ahorrar lo suficiente para impulsar un proyecto que le ilusiona y del que habla con entusiasmo: «Para acondicionar el local que tengo hace falta una inversión fuerte». No en vano, desea que este espacio de amor al arte tenga también un horno de cerámica en el que poder trabajar.
Confía en que la actual tendencia cambie, el arte sea valorado y el público en general entienda todo lo que hay, por ejemplo, detrás de un cuadro: «Te pasas la vida estudiando y luego te dicen que si un cuadro es muy caro», se lamentó. Pero concluye con un mensaje claro: «Quiero vivir de lo que realmente me gusta».
Abdul Salam. Desempleado
Casado, con cuatro hijos y en el paro desde hace más de un año. La pandemia frustró los planes de Abdul Salam, de 56 años, trabajador del sector de la hostelería desde el año 1991. «El restaurante, situado cerca de la avenida María Cristina, se traspasaba por jubilación del dueño anterior y me fui al paro aunque estaba en negociaciones para incorporarme con el nuevo propietario», cuenta Abdul. «Pero llegó la pandemia, se cerró todo y no he podido volver», explica al tiempo que añade que es «lógico» que primero se reincorporen los trabajadores que estén en ERTE.
Desde entonces busca trabajo, sin éxito. «La edad claro que influye y frena a la hora de que te llamen. Hasta que te conocen, comprueban tu experiencia y tus habilidades», cuenta. En su caso, muchas, pues el don de gentes que tiene le ha hecho desempeñar puestos de camarero, cocinero y responsable de sala, además del hecho de hablar cuatro idiomas. «No sé trabajar en otra cosa», dice.
Nacido en Siria, vive en Valencia desde 1987, año en que llegó para estudiar. Ha sido voluntario de Cruz Roja y Cáritas y ahora es él el que recibe la ayuda de Casa Caridad, ya que su prestación de desempleo (649 euros) «no alcanza para los gastos». «Ahora me ha tocado a mí pedir ayuda. He tenido la suerte de encontrarme con gente encantadora en Casa Caridad», confiesa Abdul. «Tengo una entrevista la próxima semana. A ver si ésta sale», pide.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
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