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El próximo lunes iniciarán el curso 2023-2024 802.198 alumnos, cuatro mil más que en el 2022-2023. Y será de «transición», parafraseando al conseller José Antonio Rovira, pues aunque soplen nuevos aires en la conselleria quedó prácticamente planificado por el Botánico. De ahí que la rueda de prensa organizada este jueves para presentar el ejercicio se haya centrado en las grandes cifras y no en las novedades, que aunque existen se conocían ya. Más jugosas han sido las intervenciones del máximo responsable del departamento en el turno de preguntas, dando algunas pistas sobre los cambios de calado que se van a producir, ya con vistas al 2024-2025, y los que se pueden estudiar.
Por ejemplo, ha hablado de que impulsarán modificaciones en la Ley de Plurilingüismo botánica y de que la admisión que empezará en mayo funcionará ya con el distrito único de escolarización, que afecta a los grandes municipios y evitará penalizaciones a la hora de pedir plaza en centros alejados de la residencia. También ha abierto la puerta a revisar la fecha de inicio de las clases, una medida que ya funcionó en el 2013-2014, si bien ha reconocido que sobre la cuestión existen conflictos de intereses y que será necesario sentarse a hablar.
Tampoco han faltado los temas espinosos tras el accidentado aterrizaje de los nuevos gestores en la sede de Campanar, como las adjudicaciones de plazas docentes, la recuperación de las dos horas lectivas entre 1º y 3º de la ESO o su valoración sobre el papel que juega la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL), que en realidad no ha variado a pesar de las llamadas a la calma del presidente Carlos Mazón y la vicepresidenta Susana Camarero.
En cuanto a las cifras, la subida de alumnado se explica por el auge de la Formación Profesional, que ganará 6.000 estudiantes respecto al curso pasado, compensando la caída que desde hace años se nota en el segundo ciclo de Infantil (-2.400) y en Primaria (-1.428) como consecuencia del desplome de la natalidad. También se ha destacado el incremento del personal docente (3.077 más en los centros públicos y concertados, consecuencia del acuerdo de plantillas que cerró el Botánico poco antes de las elecciones), la apertura de nuevos colegios construidos o reformados (trece entran en funcionamiento este mes y nueve lo harán durante el curso) y el aumento de medidas de carácter social: comedor escolar, transporte y Xarxallibres, que cubre por primera vez a los alumnos de Bachillerato, también por obra y gracia de la herencia botánica. En el lado negativo de la balanza, Rovira ha señalado que 33 centros están totalmente en barracones. «Son centros que dejaron, nosotros llevamos un mes», se ha excusado. Sobre la cuestión, y a falta de más precisión, las mejoras pendientes se acometerán a través de Edificant «o cualquier otro plan similar».
Las primeras frases de Rovira han servido para sintetizar los pilares sobre los que asentará su gestión: «Recuperar la calidad, sacar la ideología de las aulas, la libertad educativa y la prevención de la salud mental del alumnado». Se concretarán, ha continuado, en un mayor peso del Inglés, en reforzar la autoridad del profesorado, en volver al distrito único (sería efectivo de cara al ejercicio 2024-2025), en facilitar la elección de lengua y la conciliación familiar y en reducir la burocracia. Sobre el bienestar emocional del alumnado, se abordará de la mano de la Conselleria de Sanidad.
En relación a la conciliación, y preguntado por si está sobre al mesa la posibilidad de adelantar algunos días la vuelta a las aulas -la Comunitat es de las autonomías más tardías-, no ha cerrado la puerta de cara a ejercicios futuros pese a reconocer que es un asunto complejo. «Tendremos que entablar un diálogo con los representantes de los padres de alumnos y con los directores de centros. Es una polémica que viene de lejos. Los profesores tienen sus vacaciones en agosto y los centros piden unos días para facilitar la incorporación», ha explicado, antes de recordar que en los primeros días también se producen los últimos ajustes de las plantillas docentes, como la primera adjudicación continua de plazas que se tiene que resolver hoy.
«Por un lado está el interés de los profesores de tener unos días de preparación y por el otro el de la conciliación familiar. Muchos padres tienen en agosto sus vacaciones y en los primeros días de septiembre hay que colocar a los niños. Habrá que intentar conciliar y tratar de llegar a los mejores consensos», ha reflexionado.
El conseller también ha desvelado que durante los próximos meses se diseñará un nuevo programa informático para gestionar las adjudicaciones de plazas, las que han resultado problemáticas en las últimas semanas por, a su juicio, la obsolescencia del sistema actual y los nuevos factores que han afectado al proceso. «Para que el 31 de julio todo este equipo se pueda ir de vacaciones como hicieron anteriores responsables del Botánico», ha espetado, con tono crítico, antes de apostillar que los anteriores gestores se lo dejaron «mal, muy mal».
El secretario autonómico de Educación, Daniel McEvoy, ha respondido a las preguntas sobre las críticas derivadas de la recuperación de las dos horas lectivas entre 1º y 3º de la ESO, que se conoció el 31 de agosto y que ha obligado a rehacer parte de los horarios de profesorado que se dejaron cerrados en julio. Si bien ha reconocido que es un trabajo costoso, ha cuestionado la interpretación que hizo la anterior secretaría autonómica de la sentencia que anuló la obligatoriedad de la asignatura Proyectos Interdisciplinarios (PI), cuando decidió que su nuevo estatus (optativa) implicaba reducir las sesiones semanales que reciben los alumnos (dos, que era la carga horaria de la materia).
También ha señalado que la hora de Inglés y Matemáticas que se recupera había sido eliminada previamente para hacer hueco a PI (cuando se implantó, este curso, el currículo de la Ley Celaá), lo que desde su punto de vista facilita la planificación. Además, ha garantizado «flexibilidad» a los equipos directivos que tengan dificultades para cuadrar los horarios y ha desvelado que se prevé que el 75% de los centros pueden utilizar estas sesiones para ampliar la carga lectiva en las materias citadas. Si no pueden porque no tienen suficientes especialistas, se convertirán en horas de repaso.
Rovira también ha sido preguntado sobre el anuncio que hizo a principios de agosto, en una entrevista concedida a Europa Press, de aplicar alguna medida puntual en centros de zonas castellanoparlantes donde alumnos que tienen la exención de la materia de Valenciano están recibiendo otras áreas en la lengua propia. No ha añadido nada nuevo, más allá de tildar esta situación de «incongruente» y de señalar que se estudian fórmulas jurídicas para corregirla. Lo que no se sabe es cuándo se podrán aplicar. Sí se ha comprometido a que durante este curso se acometerá «la reforma de la Ley de Plurilingüismo basada en al libertad».
Por último, sobre el valenciano y sus declaraciones en relación al papel de la AVL, Rovira ha mantenido una postura similar a la de hace unos días. «Lo que quise decir es que la verdad absoluta no la tiene nadie, y que el valenciano es un elemento enriquecedor y no de división. El propio diccionario de la AVL acepta diferentes acepciones, acepta más de una alternativa. Yo digo lo que se dice en la calle, que el valenciano de Vinaroz no es igual que el de Petrer, o que en Villena no se habla, porque somos una comunidad que viene de dos coronas, aunque eso ya es una cuestión histórica», ha zanjado.
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