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Marc Boix, ganadero, junto a sus vacas. Damián Torres
«No había sacrificado a mi ganado nunca, la sequía me va a quitar el trabajo de mi vida»

«No había sacrificado a mi ganado nunca, la sequía me va a quitar el trabajo de mi vida»

Marc Boix, ganadero en la zona de Els Ports, ha renunciado a treinta de sus vacas a consecuencia de la falta de lluvias

Gonzalo Bosch

Morella

Viernes, 28 de junio 2024, 00:23

Si uno visita la zona de Els Ports, en Morella, verá que los campos y fincas del entorno se encuentran completamente secos. Los pastos, que deberían medir más de metro y medio, apenas se levantan del suelo. Las lluvias en la zona han sido casi inexistentes. A los ganaderos de la zona, esto les multiplica los costes de su actividad. Por un lado, porque el ganado no tiene a su alcance zonas con agua donde hidratarse, por lo que los trabajadores deben pagar el transporte de litros y crear depósitos donde reservar agua para sus animales. Por otro lado, porque la falta de precipitaciones impide que crezca el pasto para que coman las vacas, y eso aumenta los gastos en alimentación de los animales.

Marc Boix, ganadero en esta zona, lleva 20 años dedicando su vida, «siete días a la semana», a sus vacas. Como consecuencia del aumento de los costes, y la falta de lluvias a la que apuntan las previsiones del verano, Boix ha tenido que sacrificar a treinta de sus animales para que el resto del rebaño pueda sobrevivir. «No había sacrificado a mi ganado nunca, la sequía me está quitando el trabajo de mi vida», afirma Boix con la voz entrecortada.

El ganadero explica que sus vacas antes bebían de manantiales o balsas que hoy en día están completamente secos. Esto se une a la compra de forraje para aumentar la densidad de los pastos y que las vacas se alimenten, por lo que Marco Boix gasta aproximadamente 5.000 euros al mes más que en circunstancias normales para su actividad. «Entre un 35 y un 40% ha aumentado el gasto aproximadamente», confirma Boix.

«Llevamos tres meses sacrificando ganado, y viendo que las cosas van a seguir así en verano, nos tocará continuar igual hasta septiembre», explica Boix desesperado. «La falta de rentabilidad nos obliga a tomar estas decisiones, si las mantenemos a todas no podríamos mantener a ninguna», lamenta. El ganadero explica que la situación no es sólo suya, sino una tónica general entre todos los compañeros de la zona, que ven como «se sacrifican vacas todas las semanas». La previsión de Boix es que pasado septiembre puedan llegar a ser hasta 80 las vacas sacrificadas.

Damián Torres
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La resignación y la tristeza acompañan el discurso de Marc Boix mientras conversa con LAS PROVINCIAS. «Esto moralmente te destroza. El otro día vi en Facebook una foto de hace tres años y debías ver cómo estaban los campos en las mismas fechas que ahora», explica mientras pasea entre sus vacas, y añade, «Es un gremio de siete días a la semana. Te esfuerzas mucho para ir creciendo y ves que por estas circunstancias en doce meses se te esfuma el trabajo los últimos ocho o diez años».

A la hora de buscar ayuda, Marc Boix es contundente: «El año pasado aún la Administración nos echó un cable, pero este año nada». El ganadero reclama «sensibilidad y coherencia» a Europa y la conselleria para trazar las políticas de la agricultura y la ganadería. «Con la nueva PAC -Política Agraria Común-, nos obligan a hacer fotos geo referenciadas de nuestras vacas en las zonas secas para demostrar que nos falta agua y que nos acepten las ayudas», explica Boix.

El hombre comenta incrédulo a este diario que, para sacar esas fotografías, debe hacer caminos de hasta seis horas con sus animales, sacar las imágenes, y volver. Todo ello con los terneros y los adultos, y sin una gota con la que hidratarse durante el trayecto. «¿De verdad esto tiene algún sentido?», clama Marc Boix. El ganadero cuenta cómo esto genera un estrés en los animales que tampoco ayuda a su desarrollo: «Ahora las vacas se mueven en zonas más pequeñas donde están los depósitos de agua, si nos las llevamos a los lugares más alejados las tienes andando casi un día y sin beber».

Para colmo del ganadero, éste recibe mensajes a través de un grupo al que pertenece dónde le cuentan que en los puntos de agua donde cargan sus depósitos, los litros también se están agotando. «En un plazo de 15-20 días nos quedaremos sin agua», explica completamente desolado. Los ganaderos recogen el agua de balsas municipales de Morella, Ares y demás municipios de la zona. «Las balsas de la comarca están ahora mismo a menos de un 10% de su capacidad, según me cuentan mis compañeros», confirma Boix.

La situación para Marc Boix es cada vez más insostenible. «Si continúa esta racha sin llover, nuestro negocio tiene los días contados», lamenta, y añade, «ahora estamos trabajando unas 14 horas diarias toda la semana, esto no es vida». Boix admite que aunque la rentabilidad en su negocio es importante, donde más está afectando la sequía es a su moral: «Ves como te matas por ello y no tienes ninguna recompensa. Ya me planteo dejarlo todo, buscar un trabajo de oficina y tener mi nómina, mis vacaciones o mis fines de semana».

Marc Boix reconoce que pese a verse siendo ganadero toda su vida, en el último año se ha planteado dejarlo. Su amor al gremio es lo único que le mantiene en la pelea: «Soy la séptima generación de ganadero en mi familia, tendría narices haber sobrevivido a guerras y todo tipo de desgracias y que esto me lleve a acabar con todo». Boix, de momento, seguirá peleando por el «trabajo de toda una vida». Mientras tanto, sólo puede pedir una cosa a las administraciones: «Que vengan al terreno y sepan cómo se trabaja aquí. Ojalá salgan de las oficinas donde toman sus decisiones y sepan la realidad de ser ganadero.»

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