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J. BATISTA
Sábado, 9 de febrero 2019
La Conselleria de Sanidad tiene previsto realizar a lo largo de este año 3.430 inspecciones en comedores escolares, lo que arroja un promedio de nueve servicios controlados al día. Además, se prevé tomar 160 muestras de los alimentos servidos y los productos utilizados «para su análisis microbiológico y químico», así como otras 35 para detectar la posible presencia de gluten en preparados destinados a comensales celíacos. Los datos, tal y como explican desde el departamento que dirige Ana Barceló, se desprenden del Plan de Seguridad Alimentaria, la herramienta marco para verificar que un servicio de carácter alimentario (de todo tipo y sector) cumple con la normativa vigente durante todo el proceso, desde la materia prima hasta la elaboración o el almacenamiento.
El problema detectado en un centro de Alicante, donde aparecieron pequeños gusanos en un plato servido el pasado 25 de enero procedentes de una especia utilizada para hacer la salsa de acompañamiento, vuelve a poner de actualidad la seguridad alimentaria en los comedores escolares. Y en realidad, es bastante elevada teniendo en cuenta la rigidez de la normativa.
3.430 visitas de inspección se realizarán a lo largo de este año, según las previsiones que maneja Sanidad.
3.804 inspecciones se realizaron en 2018. De estas, 3.387 correspondieron a controles programados.
«La legislación europea establece que los operadores económicos tiene la responsabilidad de garantizar que los alimentos bajo su competencia son seguros», explican desde Sanidad. Por ejemplo, deben aplicarse protocolos y medidas de control en la elaboración, desde cómo se descongela una materia prima, y en la prevención, como disponer de una fuente de agua y de aparatos adecuados para el almacenaje de los productos (cámaras), evitar su contacto con el suelo y disponer de los elementos de limpieza y desinfección adecuados.
Mientras que las medidas corresponden a las empresas, la administración es la responsable de vigilar que se adoptan. «Para los comedores escolares se establece una frecuencia de control de al menos tres visitas al año en las que se evalúan las condiciones higiénico-sanitarias de los establecimientos y los procesos y materias primas utilizadas en la elaboración de los menús», añaden desde la conselleria, a quien compete la labor inspectora. En este sentido, las empresas han de conservar muestras de los menús servidos por si es preciso analizarlos.
Las visitas programas en el citado plan se realizan, con carácter general, sin previo aviso, exceptuando aquellos controles «que se hacen mediante auditorías para evaluar la eficacia de los sistema de autocontrol que ponen en práctica las empresas», añaden las mismas fuentes. El motivo es que de esta forma se puede poner a disposición del auditor la documentación o las aclaraciones que precise.
En cuanto al caso del colegio de Alicante, cabe destacar que desde la dirección se informó de que la incidencia se produjo en unos pocos platos y que no produjo ninguna indisposición. Tras su retirada, se procedió a investigar de dónde procedían las larvas, detectándose en un bote de eneldo. La empresa ha tomado una serie de medidas correctivas, como la compra de especias de uso puntual en botes pequeños, que se conservan a partir de ahora refrigerados. Además, antes de su uso serán revisadas visualmente por parte de los cocineros. Tras trascender el caso, desde Sanidad se realizó una visita de inspección, y la primera conclusión coincide con la idea que traslada la escuela. No obstante, se le ha pedido a la empresa toda la información sobre el hecho, y «una vez completada la investigación se adoptarán las medidas oportunas».
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