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Los secretos del nuevo hotel de lujo de Valencia
Cuenta con 53 habitaciones, todas distintas, y la protección patrimonial del inmueble, la antigua sede de Telefónica, ha condicionado el proyecto de rehabilitación
La plaza del Ayuntamiento cuenta desde mayo con un nuevo establecimiento hotelero de lujo: el Grand Hotel Centenari Valencia. Gestionado por ACHM Hotels by ... Marriot, ocupa la histórica sede de Telefónica, un inmueble icónico inaugurado en 1925 que trajo la Escuela de Chicago a la capital del Turia. Cuenta con 53 habitaciones y destila sofisticación y elegancia a través del estilo Art Decó que emana de toda la decoración interior.
La gestora del hotel y el estudio de arquitectura ERRE, encargado de la rehabilitación integral, han organizado este domingo una visita guiada por el interior de la mano de María Ángeles Ros, artífice del proyecto junto a su socios José Martí y Amparo Roig. El acto ha permitido profundizar en sus atractivos y descubrir detalles secretos. Como que ninguna de las habitaciones es igual en cuanto a dimensiones y distribución del espacio, en parte por su configuración en tres fachadas y por la protección patrimonial de diferentes elementos como la escalera; el por qué de los altísimos techos de las cuatro primeras plantas o la espectacular terraza de la azotea, que se convertirá en un codiciado espacio para disfrutar de las mascletaes durante las fiestas josefinas. También dispone de gimnasio, última tecnología y de un lobby que poco tiene que ver con la recepción clásica de un hotel.
La visita empieza precisamente por esta zona, en la que predominan las enormes palmeras que recubren los pilares de la estructura. En ella se integra Soul of 1927, un restaurante inspirado en los bistros franceses y la cultura gastronómica de Nueva York o Chicago que permite a los huéspedes disfrutar de música en directo o de cócteles de autor. «El lobby está creado para disfrutar, para la alegría. No queríamos que fuera un espacio donde predominaran las maletas y la gente de paso», explica Ros, que se detiene en los detalles de los espejos del techo, diseñados uno a uno, en el predominio del nogal en las columnas o en el aislamiento acústico mediante paneles pintados con motivos florales. «Hemos disfrutado este proyecto», resume, a pesar de que no ha sido sencillo de sacar adelante, sobre todo por la urgencia temporal: todo se ha hecho en un plazo de nueve meses.

Las habitaciones se reparten en seis plantas. Las cuatro primeras se corresponden con el diseño original del edificio, que en los años 60 se amplió con dos más aprovechando la eliminación de la torre. Y las más antiguas tienen una altura llamativa, de 4,5 metros, que han condicionado el diseño. Y es que la estructura del inmueble, igual que las fachadas o la escalera, goza de protección patrimonial. El proyecto se ha adaptado -basta observar la altura de las puertas de las estancias- haciendo de la necesidad virtud, pues ha resultado en un ambiente espacioso y luminoso en las habitaciones. Respecto a las dos últimas plantas, la altura es más canónica.

En cuanto a las habitaciones, todas están domotizadas, aisladas acústicamente y cuentan con el aseo integrado, separado por una celosía. Y en la decoración destacan las formas geométricas, sobre todo un semicírculo o abanico que se puede encontrar en las paredes, los mosaicos de los baños o en alfombras, como guiño a la corriente Art Decó. Además, todos los ventanales reproducen los originales y se han conservado elementos decorativos de madera, como se observa en los techos.
También destacan las láminas presentes en todas las habitaciones, que son del mismo estilo y representan lugares ilustres de Valencia. «Es una manera de despertar el interés por la ciudad, que los puedan buscar y reconocer, contribuyendo a su experiencia», explica Ros. Los hay sobre el Mercado Central, las cerámicas Nolla, la Casa Judía o la Finca Roja, por ejemplo.
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