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El avance de las obras de restauración de la sede de la Diputación de Valencia ya permite ver el acabado final de las fachadas de ... los dos palacios cuyas dependencias acogen los diferentes servicios de la administración provincial: Bailía y Scala. Y el trabajo realizado en el primero, una vez retiradas las lonas, ha sorprendido a los ciudadanos que estos días pasan por la zona debido al cambio cromático. Se ha elegido una combinación de pinturas verde turquesa y ocre claro, que al fin y al cabo son las originales, tal y como explican fuentes de la institución.
La actuación viene de lejos, teniendo en cuenta que el proyecto de rehabilitación y pintado se redactó en 2018 y no fue hasta 2021 cuando las obras se sacaron a concurso público, iniciándose a mediados del año pasado.
El objetivo principal era devolver el aspecto original de las fachadas tras reparar los desperfectos detectados y eliminar elementos impropios o modernos, como cartelería y cableado, actuando tanto en los sillares de los zócalos, más próximos al nivel de calle y visiblemente afectados por el paso del tiempo y la polución, como en el resto de espacios de las fachadas, en la carpintería, los dinteles o las cornisas.
El paso final es el repintado, que ya se puede observar desde la plaza de Manises. Cabe recordar que el inmueble goza de la máxima protección, por lo que la intervención tuvo que someterse al criterio de la Dirección General de Patrimonio, que la aprobó en enero de 2020.
Tal y como explican fuentes de la Diputación de Valencia, el resultado final es fruto de las catas realizadas en diferentes zonas del inmueble que no habían sufrido alteraciones y que han servido para rescatar las tonalidades originales. «Los colores siena y ocre que veíamos recientemente son pinturas plásticas de unas reformas que se realizaron hace unos treinta años», señalan desde la institución antes de añadir que tras la investigación arqueológica se pudieron sacar los colores coetáneos -turquesa y ocre claro- que lucían hace aproximadamente un siglo y que perdurarán. También añaden que la citada dirección general dio el visto bueno a la decisión y que hasta hace algunos años todavía se podían ver en el distrito de Ciutat Vella algunas fincas pintadas con el mismo patrón.
Las obras de rehabilitación todavía no han terminado. Aún se observan lonas de protección en la parte baja del palacio de Bailía, mientras que la intervención que afecta a la fachada recayente a la calle Serranos se prolongará por lo menos un par de meses más.
Entre las actuaciones previstas, según se desprende del proyecto, se encuentra la rehabilitación de la piedra natural de los zócalos y cornisas, elementos que han resultado muy afectados por la polución. No sólo a nivel estético, con oscurecimientos y manchas, sino que se ha llegado a detectar erosión. Como remedio se han aplicado técnicas de limpieza química que evitarán también la proliferación de musgos o líquenes que afectan a la conservación.
Asimismo, se ha reparado la carpintería de madera de puertas y ventanas (marcos, mallorquinas, contraventanas, herrajes y vierteaguas) y sus elementos metálicos, sustituyendo aquellos que se encontraban en mal estado por piezas nuevas. Eso sí, se ha procurado dar una imagen de uniformidad, utilizando los mismos materiales en los diferentes espacios.
Los trabajos también han servido para evitar el ruido visual que provocaban elementos modernos, como el cableado que atravesaba las fachadas y que ha sido enterrado. Además se han eliminado elementos impropios como la cartelería, sin olvidar la intervención en la unificación de bajantes y canalones o el empotramiento en las fachadas de las cajas eléctricas.
Por otro lado, se ha utilizado fibra de vidrio para el cosido de fisuras y grietas y se ha actuado en dinteles que presentaban riesgo de desprendimiento, aplicando un material impermeable para protegerlos del efecto de la lluvia. La limpieza de elementos ornamentales y la mejora de la accesibilidad del edificio son otros de los aspectos recogidos en la intervención, que tiene un coste de 544.000 euros, incluyendo impuestos.
El edificio original del palacio de Bailía fue construido a mediados del siglo XVI en un estilo gótico-renacentista sobre la residencia del alcalde del Reino de Valencia, pasando a propiedad privada durante el reinado de Isabel II. La reforma realizada en el siglo XIX prácticamente lo demolió, salvándose sólo los arcos góticos del patio.
En la memoria del proyecto se señala también que el estilo de la fachada actual se debe a una intervención del arquitecto Vicente Alcayne Armengol, y que en 1940 el edificio fue recuperado por la Diputación de Valencia, que lo restauró y amplió utilizando el huerto del palacio. La obra fue dirigida por el arquitecto José M. Cortina, que le dio una estética postacadémica.
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