

Secciones
Servicios
Destacamos
Lo encaró como un día festivo normal. Con el incentivo de que era el cumpleaños de su madre. Antes de marcharse a casa de su ... progenitora para comer y celebrarlo, Javi Palau cogió los auriculares y a su perro para dar un paseo tranquilo. Durante el camino de vuelta, decidió detenerse un momento en su planta baja particular de Patraix. Un local en el que suele aparcar su coche y su moto. «Quería coger una madera para hacer un arreglo en un armario», cuenta. Esos teóricos minutos se convirtieron en más de seis horas.
«Llegué al bajo pasadas las 12 y, de repente, se fue la luz. En ningún momento podía pensar que había ocurrido esto. Pensé que, casualidades de la vida, también se me había ido la cobertura del teléfono. No recuerdo la cantidad de veces que reinicié el móvil. Escuché a unos chicos que estaban hablando cerca de la puerta y que decían que la luz se había ido a nivel nacional. Ahí ya tomé conciencia de todo«, recuerda.
Hubo una circunstancia que hizo que su tardanza no alarmara a su pareja, Cristina. «No le saltaron las alarmas porque yo me iba a ir a comer con mi madre por su cumpleaños», explica Javi, quien comenzó a acusar el hambre: «Estaba solo con un café con leche». Atrapado, trató de comunicarse con el exterior: «Hay unas rendijas perforadas de ventilación en la persiana y me agaché e intentaba hablar con la gente. Mucha gente pasaba andando y no sabía de dónde venía la voz y no paraba. Al final, una pareja muy amable me ayudó. Les pedí que fueran a mi casa y llamaran a mi mujer, porque ella tiene la llave para quitar el freno de la persiana». Dicho y hecho: «La persiana es eléctrica y, cuando no va la luz, tiene un freno motor especial para que no abran, un bloqueo. Desde dentro, subí a la escalera y no pude desbloquear nada. Desde fuera, con una llave, puedes quitar el freno y levantarla de forma manual». Un proceso largo: «Llegué a casa a las 18:47».
En Vinalesa, David García experimentó un encierro diferente. En este caso, en un ascensor. Lo vivió junto al hijo de su pareja, de sólo seis años. «La suerte es que mi mujer estaba en casa y yo tenía cobertura en el móvil, aunque no iba demasiado bien. Pude hablar con ella y, con los vecinos, encontraron la llave para poder abrir el ascensor, que es pequeño y viejo», recuerda.
David mantuvo la entereza: «Fue un rato bastante desagradable. Estuvimos casi una hora. El niño estaba súper asustado. Estaba todo a oscuras. Soy un poco claustrofóbico, pero aguanté los nervios por él».
Acudió al lugar la Policía Local de Vinalesa, aunque la situación ya estaba prácticamente solventada: «Por suerte el ascensor no se quedó demasiado entre plantas y pude sacar al niño bastante bien. Eso sí, yo soy grande y mido 1,90. Cabía justito entre el forjado y el hueco del ascensor». El susto pasó factura al pequeño: «Luego tuvo pesadillas. Durmió muy poco».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Favoritos de los suscriptores
Destacados
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.