Dos semanas conviviendo con el virus

Doce días. Es el tiempo que ha pasado desde que el coronavirus irrumpió en la Comunitat después de que un vecino de Burriana diera positivo en el hospital de La Plana de Vila-real tras volver de un viaje de ocio a Milán, una de las zonas que, a la postre, se ha convertido en el principal foco de contagio de toda Europa. Precisamente, este paciente recibió el pasado viernes el alta tras diez días de control médico en el centro. Ahora ya está en casa, haciendo vida normal. Libre al fin de la cuarentena.

No obstante, la sombra del patógeno sigue presente. Las últimas cifras lo constatan: más de 40 casos en la región.

En todo este periodo no se han dejado de suceder las noticias sobre nuevos casos. Apenas veinticuatro horas después de que saltara la noticia del primer contagiado, la Comunitat ya contaba con ocho positivos en total. El segundo fue el del periodista deportivo de Intereconomía Kike Mateu tras volver de cubrir el partido de fútbol del Valencia contra Atalanta en Milán. A esto se añade que la primera noticia de fallecimiento por coronavirus en España se protagonizó en la Comunitat. Se trataba de un paciente que murió el 13 de febrero en el hospital Arnau de Vilanova pero a quien se le detectó la presencia del patógenos tres semanas después.

Fiebre, flojera muscular, tos seca e, incluso, problemas respiratorios son los síntomas que refieren los infectados. Pese a que los profesionales sanitarios insisten en que se trata de una enfermedad con baja mortalidad en España, la alarma y la inquietud se ha cebado con una parte de la población. Buena cuenta de ello dan las farmacias, donde se han agotado las mascarillas o bien los supermercados, donde las existencias de geles desinfectantes de manos escasean en los lineales desde hace más de una semana. Incluso, hay quien ha aprovechado para hacer negocio de la situación y revender estos productos a un precio desorbitado.

Pero más allá de todo ello, no son pocos los valencianos que han visto su rutina modificada y que, incluso, han llegado a ver su entorno laboral afectado. El sector del turismo es una de las víctimas directas de la alarma generada. Según explica el presidente de la Asociación de Pequeños Propietarios de Viviendas de Uso Turístico de la Comunitat (Viutur), Francisco García, se están cancelando estancias en Valencia, pero sobre todo, están registrando una caída de las reservas de hasta el 80%.

Y, en ese contexto, las Fallas copan la principal preocupación. Desde hosteleros hasta comerciantes, el sector mira con temor que la alarma de la enfermedad no perjudique a la gran fiesta valenciana, que puede anotar una caída importante de la afluencia, con la pérdida económica que eso conllevaría.

Mientras que en otras actividades la rutina avanza con total normalidad, hay empresas que han optado por cancelar reuniones o simplemente realizarlas por videoconferencia. El teletrabajo se ha convertido en la nueva manera de operar para muchas compañías que hasta ahora funcionaban con presencialismo.

Por otro lado, la industria valenciana ha estado buscando -y sigue- un 'plan B' ante el coronavirus. Sectores como el químico, el textil, juguete y plástico buscan proveedores alternativos a China para evitar, de ese modo, que la onda expansiva de la enfermedad llegue a sus negocios.

Noelia Sierra ejerce como enfermera en el centro de salud San Marcelino, donde ha podido comprobar la inquietud de algunos pacientes y visitantes sobre la expansión del coronavirus. Inquietud, pero «no alarma», asegura la joven valenciana, que se encarga de las revisiones de diabetes e hipertensión, así como de inyectables. «Es cierto que la gente nos pregunta si podemos darles mascarillas, ya que están agotadas en las farmacias y comercios», añade. A esto, Sierra agrega que, curiosamente, ha crecido el número de personas que van a vacunarse de la gripe, pese a que la campaña de este año está finalizando. «Ahora viene a vacunarse mucha gente de la gripe, incluso personas que no están en grupo de riesgo», explica la joven enfermera.

Los taxistas son, por excelencia, termómetros de la temperatura social. En su caso, Juan López no ha sido ajeno a la crisis del coronavirus. «En primer lugar, es el tema estrella de conversación», cuenta. «Sobre todo aquí en Valencia la gente está inquieta por las Fallas y sí que se nota un poco de temor, aunque la actividad continúa con normalidad», explica este profesional. No obstante, sí ha detectado menor carga de trabajo. «Antes normalmente todos los días cogía algún turista extranjero, pero esta última semana no estoy recogiendo a gente de fuera. Parece ser que los viajes se están retrayendo», cuenta el conductor, que admite sentir «algo de miedo» por si recogen a gente del aeropuerto «que pueda venir contagiada».

Jorge Saiz es ingeniero de software en una consultora y, pese a que en su empresa no ha habido casos de contagios, sí ha visto su rutina modificada. «Aunque el ritmo de trabajo no ha cambiado, sí lo han hecho las previsiones a futuro. Las reuniones que teníamos planificadas con nuestros clientes de Madrid se realizarán de forma remota y no presencialmente», explica. Este joven valenciano detalla que, por este motivo, han tenido que cancelar varios trayectos en AVE y reservas de hotel. «De todas formas estamos acostumbrados a trabajar con un modelo de comunicación continua y con los medios que tenemos se puede ejecutar casi cualquier proyecto de manera remota sin perder eficiencia», añade.

En los bares y restaurantes parece que el virus no causa estragos. Jonathan Contreras trabaja en un restaurante y afirma que «los clientes no están preocupados» y que, incluso, «lo llevan con humor». Según cuenta, observa que algunas personas hacen bromas al respecto. «Cuando alguien tose, enseguida le dicen 'cuidado, a ver si va a ser coronavirus'», relata. Sin embargo, Contreras afirma que «la mayor preocupación» viene por parte de los proveedores, que son de Valencia, «por si les quitan las Fallas». Independientemente de eso, asegura que la clientela no ha disminuido. En cuanto al establecimiento, señala que se están tomando las medidas de higiene habituales y que no existe preocupación entre los trabajadores.

Juan Liébana, agente de la Guardia Civil y representante de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), asegura que «no hay miedo» en el cuerpo. «Pero necesitamos una hoja de ruta más clara, ya que tenemos el procolo de Sanidad pero echamos en falta directrices concretas para nuestro trabajo», lamenta. En ese sentido, destaca que a la Policía Nacional se le ha citado para abordar esta cuestión, mientras que los agentes de la Guardia Civil «siguen esperando» pese a haberlo solicitado por escrito. «Deberían darnos información de lo que está sucediendo de manera veraz», añade el profesional, quien indica que esta semana se organizó una jornada en Valencia para abordar la prevención de contagios biológicos en general.

«Los alumnos hablan sin parar del tema, pero he observado la cantidad de desinformación que hay con el tema». Esa es la principal reflexión que extrae Víctor Ramos, profesor de Secundaria en un instituto valenciano. Según indica, parte de esta desinformación se debe a las redes sociales y algunos medios. «Se terminan creyendo bulos y medias verdades que se difunden para intoxicar. Pero si se lo explicas y les enseñas a distinguir hechos de bulos, no hay problema», asegura el joven docente. Por otro lado, indica que el Ministerio de Educación ha enviado una circular sobre cómo evitar los posibles casos de discriminación derivados de la alarma del virus. Aunque es anecdótico, cuenta que un par de alumnos «han ido con mascarilla».

El turismo es uno de los grandes afectados por la psicosis y el miedo al contagio. Así lo asegura por experiencia propia Francisco García, que además de ser propietario de pisos turísticos, es presidente de la Asociación de Pequeños Propietarios de Viviendas de Uso Turístico de la Comunitat (Viutur). «Hay cancelaciones comprensibles y otras que lo son menos. Por ejemplo, se puede entender que una familia que viene de EE UU con una persona mayor anule una reserva. Sin embargo, está el caso de una joven que teme que no la admitan en el colegio si vuelve de Valencia», cuenta. Pero más allá de las cancelaciones, García está «más preocupado» por las escasas reservas. «En estas primeras semanas han caído hasta un 80%», lamenta.

Joaquín Costa, fundador y director general de Casfid, empresa especializada en la gestión de eventos y control de aforo, asegura que la compañía trabaja con normalidad. «Es cierto que nos han anulado un congreso pequeño, pero en general la venta de entradas no está cayendo. Incluso diría que crece», explica el empresario, que agrega que cuentan con cinco eventos en marcha en distintas ciudades de España. «En concreto, en Valencia tenemos el Día de la Mujer y el festival de Fallas en la Ciudad de las Artes. La venta de entradas es muy viral y no se está viendo afectada», concreta. No obstante, admite que algún promotor ha planteado la posibilidad de que alguna gran marca pudiera cancelar alguna cita si la enfermedad fuera a más.

En la guardería donde trabaja Erika Durán no se respira una especial preocupación por parte de los padres. «Ningún padre ni madre nos ha sacado el tema del coronavirus. Por nuestra parte, tomamos las mismas medidas que siempre; lavarnos las manos, usar gel desinfectante, desechar pañuelos y no dejar que los niños compartan chupetes ni botellas de agua», explica. En ese sentido, Durán recuerda que una guardería siempre es un pequeño foco en cuanto algún niño «se pone malito». Pese a ello, considera que «el tema se está llevando a la ligera» y que se deberían tomar más medidas de precaución. «Ahora se celebrarán Fallas en el cole. Nos juntaremos con los familiares y no sabemos si alguien viene contagiado», sostiene.

Inma de Ros ha tenido que tomar medidas de precaución especiales a la hora de tratar a las personas mayores de la residencia donde trabaja. «Nos reunieron el viernes para decirnos que no nos acerquemos mucho a ellos, que vayamos con guantes y no demos ningún beso», indica. Además, destaca que otra de las medidas ha sido aconsejar a los familiares de que «reduzcan las visitas». Aparte, se están utilizando productos de limpieza especiales.