![Sidi Saler: lo que fue y lo que es](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/08/23/principal-Rbmij96VLH0HNmEUv3sM00I-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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Cuando una leyenda del Valencia CF como Enrique Saura escucha hablar del antiguo hotel Sidi Saler, se transporta a unos años de gloria compartida. «Era nuestra segunda casa», cuenta el exfutbolista castellonense. El conjunto blanquinegro, en la época en que Alfredo Di Stéfano llevaba la batuta desde el banquillo, elegía estas lujosas instalaciones para concentrarse antes de cada partido como local. El complejo, el primero de cinco estrellas de la capital del Turia, nació en 1975 con privilegiadas vistas al mar en el valioso entorno de la Devesa de la Albufera, que en aquella época todavía no había sido declarado parque natural. Tal calificación llegó en 1986. Un enclave fascinante. Genuino. Las 272 habitaciones del recinto se colocaron en el punto de mira de celebridades nacionales e internacionales. Las piscinas, el spa, la alta cocina, el gimnasio, el cercano campo de golf, los salones, los pianos... No se resistieron a la tentación referentes como Sting, Tina Turner, Bob Dylan, Carlos Kleiber, Luis García Berlanga, Santiago Grisolía... Visita obligada para las altas esferas. Refugio de artistas y deportistas y lugar de encuentro de autoridades y empresarios. Pero las luces de este exclusivo y elegante espacio se apagaron en enero de 2011. La crisis económica pasó factura y los propietarios bajaron la persiana. Han transcurrido más de 13 años desde el sonado cierre y las maletas no han vuelto a pasearse por el hall. El vestíbulo, actualmente, es desolador. Los saqueos han dejado el recinto en un estado deplorable pese a la vigilancia privada. Mientras la policía extrema los controles para frenar la presencia de okupas que ha encendido la luz de alarma durante los últimos días, crece el debate sobre cuál debe ser el destino de un inmueble que en su día actuó como reclamo de la ciudad. El entramado legal, con dos procedimientos abiertos en los juzgados, mantiene el futuro en el aire. ¿Derribo por motivos medioambientales o rehabilitación para recuperar la actividad? Posturas enfrentadas en medio de la preocupante degradación.
Atrás quedan más de tres décadas de esplendor. Andrés Encinas fue subdirector del Sidi Saler entre 1978 y 1981. Años dorados para el hotel. «Tenía una estructura 'sui generis' y ofrecía cosas que no se veían en Valencia. Era un escaparate de la ciudad hacia el mar y en una zona que estaba muy bonita pese a toda la polémica que había por las dunas», destaca el que fuera presidente de la AEPT (Asociación Española de Profesionales de Turismo) y director general para toda Europa y norte de África en Meliá. Admite que, actualmente, el concepto de lujo de las habitaciones es diferente «en cuanto a comodidades y amplitudes».
Andrés Encinas
Exsubdirector del hotel Sidi Saler
Encinas, asesor hotelero en Linkers, ensalza la figura del fallecido José Blas Sancho, quien ejerció como director del Sidi durante una etapa boyante. «Tenía un carisma tremendo. En la época grande, fue el que puso en órbita al hotel y a su equipo», subraya. Así, se convirtieron en clientes habituales los integrantes de la plantilla del Valencia CF. Con Di Stéfano como entrenador, el equipo se alojaba allí antes de sus partidos en el estadio Luis Casanova.
«El Valencia se hospedó durante bastante tiempo en la época de Kempes y Solsona. Era muy agradable estar sentado con Di Stéfano y hablar. Pasieguito también era súper majo. Lo pasábamos genial con ellos. Era muy distendido», destaca Encinas.
En aquel rutilante plantel del Valencia brillaba Enrique Saura. El centrocampista castellonense rememora una etapa mágica. «Hablar del Sidi me lleva a mis mejores años de fútbol con el Valencia», relata el ondense, quien recuerda en tono jocoso las rigurosas rutinas establecidas por Di Stéfano: «Con él nos concentrábamos en el hotel el viernes por la tarde y jugábamos el domingo. Muchas veces bajábamos a la playa, íbamos andando, la gente nos pedía autógrafos...». Era su cuartel general: «Si necesitabas algo, sólo tenías que coger el teléfono y te solucionaban el problema. Se portaban fenomenal. Para nosotros aquella era una segunda casa. Comías de maravilla, te dabas una vuelta, dormías... Me entristece pensar que los maravillosos años que yo pasé allí no los puedan pasar otras personas».
Enrique Saura
Exfutbolista del Valencia
Saura también vestía la camiseta de la selección, que en el Mundial de 1982 cayó en la segunda fase. España y uno de sus rivales, Irlanda del Norte, se hospedaron a escasos metros. El combinado español se alojó en el Parador de El Saler, mientras que el contrincante lo hizo en el Sidi.
España cayó ante Irlanda en el estadio Luis Casanova. El mismo escenario en el que actuó Tina Turner el 19 de mayo de 1987. Un día antes, la cantante norteamericana aterrizó en Manises envuelta de un imponente dispositivo de seguridad. Ella y su séquito tenían reservada en exclusiva la decimocuarta planta del hotel Rey Don Jaime. Sin embargo, según cuentan testigos de la época, la cantante se esfumó a las primeras de cambio para refugiarse en un lugar más alejado del centro de Valencia. Llegó al Sidi Saler.
Este hotel enmarcado en la Albufera recopiló infinidad de anécdotas durante sus 35 años de funcionamiento. Andrés Encinas tiene bien grabado aquel día en que sospecharon de la presencia de una bomba en el interior del maletín de un huésped.
«El cliente era irlandés y había estado en la feria de joyería. En el taxi, de camino al hotel, empezó a sonarle dentro del maletín un tic-tac. Al llegar a la habitación, antes de entrar, dejó el maletín en el pasillo y salió corriendo hacia la recepción para avisar. Fuimos el jefe de recepción, el señor Blas y yo. Toda la valentía se te va quedando por el pasillo. Cuando empiezas a escuchar el tic-tac, te paras», explica gráficamente. Llamaron a la policía. «Acudieron los artificieros. Abrieron la ventana que daba a un descampado y sacaron el maletín corriendo. Le pusieron un detonador y le pegaron un zambombazo a distancia. Lo que había era simplemente una grabadora de sonido que había llegado al final de la cinta y te avisaba haciendo ese tic-tac», relata entre risas.
La historia del Sidi se vio truncada en 2011. El hotel, asfixiado por las deudas, cerró. Sus 80 trabajadores, a la calle. Años antes, en 2007, se produjo una alteración que dio paso a la incertidumbre jurídica que persiste actualmente. El Gobierno central modificó la línea de dominio público marítimo-terrestre y el suelo donde se levanta el hotel pasó a ser propiedad del Estado. A cambio, la Demarcación de Costas otorgó una concesión de ocupación y aprovechamiento a los dueños del complejo.
Esa concesión, que es expresamente para uso hotelero, se renovó en 2018 para un período de 30 años prorrogable otros 30. Los actuales titulares, que son las empresas Coral Homes y Divarian, presentaron al Ayuntamiento de Valencia un proyecto de rehabilitación en septiembre de 2019. Esta iniciativa apuntaba a la «aplicación pionera del concepto de sostenibilidad en el sector turístico» de la Comunitat y anunciaba «una construcción bioclimática» y «respetuosa con el medio ambiente», incidiendo en tres aspectos: ahorro energético, utilización de energías renovables y construcción con materiales «naturales y sanos».
El Consistorio, entonces liderado por el PSPV y Compromís, rechazó el proyecto. Denegó la licencia de obras al encontrarse el hotel fuera de ordenación sustantiva según el planeamiento urbanístico y, además, dio por caducada la licencia de actividad al arrastrar más de dos años parado. Sergi Campillo, como concejal de Ecología Urbana, defendió firmemente el derribo de la construcción y una regeneración ambiental. El asunto está en los tribunales, ya que las empresas demandaron al Ayuntamiento por ambas cuestiones.
Ahora, teniendo en cuenta que los procedimientos judiciales no se resolverán hasta 2025 como mínimo, crece el debate. Los saqueos y la reciente entrada de okupas inquietan. El actual Ejecutivo local, a diferencia del anterior, opta por recuperar la actividad hotelera. Igual que el sector turístico y la asociación de vecinos. Los arquitectos contemplan alternativas de explotación del edificio, mientras que los ecologistas apuestan por la demolición para proteger el ecosistema. La maraña del Sidi Saler.
Vecinos
Guillermo Casanova es miembro de la Asociación de Vecinos de la Devesa de El Saler, donde reside desde 1977. Estuvo en varias ocasiones en el hotel Sidi, principalmente con motivo de bodas de familiares y amigos. «Tenían un piano en la entrada y de vez en cuando me dejaban tocarlo un poquito», recuerda. Para él, la modificación del deslinde en 2007, que hizo que el terreno del hotel y otros edificios de la zona pasara a ser de dominio público marítimo-terrestre, supuso un punto de inflexión al generar «inseguridad jurídica». El aprovechamiento del complejo depende de la concesión administrativa de 30 años prorrogables otorgada en su día por la Demarcación de Costas.
«Ahora que han ampliado las playas, la solución sería devolver la línea del deslinde a la situación anterior y devolver la legítima propiedad del suelo», apunta Casanova. Y con vistas a la explotación del antiguo Sidi, existe una vieja reivindicación por parte de los vecinos: «En la zona sur de la ciudad hay déficit de residencias de la tercera edad. Creemos que eso puede ser compatible con la explotación hotelera».
Cabe destacar que la concesión es para uso hotelero. «Lo que queremos es que se reabra, sea residencia de mayores u hotel. Queremos que haya un entorno como corresponde, ya que ha quedado súper degradado desde que cerraron el Sidi. Es un peligro», añade Mercedes Gómez, miembro de la asociación.
Turismo
Los profesionales del turismo de la Comunitat entienden que la mejor forma de resolver el conflicto alrededor del Sidi Saler pasa por la reapertura del hotel. Eso sí, adaptándolo al contexto.
Hosbec (Asociación empresarial hotelera y turística de la Comunidad Valenciana) lo tiene claro: «Consideramos que se podría continuar dando un uso hotelero al edificio. Un establecimiento dotado de los últimos avances en materia medioambiental, que cumpla con los estándares de sostenibilidad y reduzca así al máximo su impacto en el territorio es factible en el Sidi Saler».
Miguel Jiménez, presidente AEVAV (Asociación Empresarial Valenciana de Agencias de Viajes) lanza una pregunta: «El Parador de El Saler también es un emblema y se reformó totalmente. ¿Por qué no podría hacerse algo parecido en el Sidi?». Y pone el ejemplo de la próxima reapertura del antiguo Expo Hotel: «Para mí la primera opción sería restablecer un hotel, pero si le dan otra utilidad social no me parecería mal. Hay gente que no quiere estar en el centro de Valencia y prefiere un entorno más tranquilo, sería un sitio ideal. Mercado no les iba a faltar».
Ecologistas
Acció Ecologista-Agró es una asociación no gubernamental personada en los dos procedimientos que afectan al Sidi Saler en los juzgados de lo contencioso. La ONG figura como codemandada, ya que se adhiere a la postura del anterior Gobierno local, partidario del derribo del hotel para llevar a cabo una regeneración ambiental.
«La Demarcación de Costas dio la concesión condicionada a que se obtuvieran las licencias del Ayuntamiento. Si no hay licencia de actividad, lo demás sobra», comenta Santiago Gasset, abogado de Acció Ecologista-Agró. Y se mantiene expectante: «Creo que se podría dar la licencia de actividad, a lo mejor con algunas condiciones porque afecta al parque natural. Pero son elucubraciones. Cuento con que va a ser difícil que se derribe. Si el parque natural fuese en los Pirineos o Doñana sería una barbaridad. Aquí, como lo hemos visto toda la vida, se permite».
Gasset se marca un objetivo sobre el futuro del hotel: «Tenía un máximo de ocupación muy alto. Y eso afecta a la fauna. Dentro de las diversas opciones legales, que dure lo menos posible. Y sabemos que eso, probablemente, sea tiempo».
La Comissió de Territori de Acció Ecologista-Agró lanza un mensaje contundente: «Es la oportunidad de retirar una infraestructura en desuso. Está en un ecosistema muy valioso. La mejor solución para ese espacio es la restauración ecológica y la recuperación del frente dunar».
Arquitectos
El arquitecto Javier Domínguez recuerda que, al margen del Sidi, hay edificios residenciales que se levantaron junto a la Albufera y que también se encuentran fuera de ordenación. «Derribando uno no veo que vaya a mejorar mucho. Llegará un día en que esos edificios tendrán que ser derribados, salvo que quien tiene la capacidad de legislar cambie las leyes. ¿Qué gano yo haciendo que el edificio del Sidi sea 20 años antes? Lo lógico sería que tuviera una actividad y pagara impuestos», afirma. Contempla varias alternativas: «Es un emplazamiento privilegiado. Puede ser un magnífico hotel como lo ha sido. Y puedo transformarlo y dar un uso diferente. De reabrirse, lo lógico sería una reestructuración importante porque la arquitectura hotelera ha cambiado mucho y se le pueden imponer muchos criterios de mejora, como la eficiencia energética, que se modifiquen sus fachadas para mejorar su integración en el paisaje...».
Políticos
Hace 14 meses, el cambio de signo político en el Ayuntamiento de Valencia representó un volantazo en la política relacionada con el Sidi Saler. Si Compromís se opuso radicalmente a la recuperación de la actividad en el hotel, la actual alcaldesa, María José Catalá, trata de impulsar «un proyecto sostenible» en un inmueble abandonado desde 2011.
«Siempre hemos apoyado la propuesta de los vecinos de mantener el edificio y ahora desde el gobierno municipal trabajamos para que se pueda rehabilitar como hotel sostenible porque el uso hotelero es el concedido por Costas. Queremos evitar la degradación de la zona», avisa Juan Giner, actual concejal de Urbanismo. Hay en marcha reuniones con la Generalitat: «Desde hace meses se trabaja en buscar la fórmula para que sea un proyecto viable desde el punto de vista de la sostenibilidad medioambiental y desde el punto de vista económico».
El anterior Ejecutivo local rechazó el proyecto de hotel presentado en 2019 por Coral Homes y Divarian, las empresas titulares de la concesión. Sergi Campillo, concejal de Ecología Urbana durante las legislaturas de Joan Ribó, se muestra tajante: «Sería la primera vez en la historia que un Gobierno rebaja la protección medioambiental de la Albufera. Con la legalidad actual, ese edificio está fuera de ordenación sustantiva. Nuestro Plan General dice que ahí caben muchas menos alturas. Además, está en una zona de alto valor ambiental».
Campillo señala a Catalá: «Ha roto un consenso histórico. Todas las corporaciones democráticas se han ido deshaciendo de infraestructuras que han dejado de tener uso, como el hipódromo. Se entendía que había que recuperar ambientalmente la zona. Un hotel ahí no puede ser sostenible porque está en mitad de un cordón dunar. Hay que derribarlo».
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