Consu Gómez con el equipo que utiliza en sus visitas. IRENE MARSILLA

Cuando una sonrisa te alegra la jornada

Consu Gómez es voluntaria de Cruz Roja. Comenzó con el Programa Responde durante el confinamiento y ahora se dedica a que las viviendas de personas vulnerables paguen menos energía

Juan Sanchis

Valencia

Miércoles, 16 de febrero 2022, 01:08

Consu Gómez es voluntaria de Cruz Roja. El confinamiento de hace dos años por la pandemia de coronavirus marcó su pistoletazo de salida en esta actividad. «Ví que era necesario echar una mano. Hay mucha gente sola y necesitada», explica y señala que su primera misión consistió en el reparto de alimentos entre los que lo estaban pasando peor durante esos meses.

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Era una tarea que ya conocía porque hace 25 años, cuando estaba en la universidad ya fue voluntaria de Cruz Roja. «Fue mientras estudiaba, pero lo dejé por complicaciones de la vida. Entonces tenía más tiempo», explica.

«Al acabar el confinamiento desde Cruz Roja me propusieron que continuara», señala Consu que afirma que dijo que sí porque «me dieron mucha libertad y me dijeron que haría lo que buenamente pudiera».

«Hacemos una auditoría, cambiamos las bombillas a leds, revisamos la instalación y ponemos burletes en ventanas»

«En ese momento me dieron a elegir que es lo que más me interesaba y como soy aparejadora me indicaron que mi perfil era perfecto para el área de Medio Ambiente», apunta la voluntaria. Aunque su labor no termina ahí y en ocasiones echa una mano en otros programas. «Cuando hace falta», recalca.

Ahora Consu Gómez es voluntaria en el área de Medio Ambiente y echa una mano en el programa de pobreza energética que ha puesto en marcha Cruz Roja dentro de los servicios que ofrece. «No tengo un horario estricto», aclara y destaca que fundamentalmente se dedica a hacer visitas a hogares para hacerles una auditoría energética y ayudarles a que consuman menos.

Distribución de alimentos de Cruz Roja. Damián Torres

Las personas a las que trata «son vulnerables a las que se les enseña cómo pueden reducir el gasto energético en su vivienda», añade y apunta que el primer paso que tienen que dar es la realización de talleres donde se educa a los participantes en hábitos que pueden disminuir la factura de la luz de su vivienda.

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«El paso siguiente es que se realiza una auditoría energética en su hogar para ver qué elementos se pueden mejorar», apunta Gómez.

Habitualmente las personas que atiende tienen hijos y están sin trabajo o presentan un cuadro de movilidad reducida. También algunos de los que reciben la ayuda presentan problemas de salud grave.

«Con la visita les damos un kit, les ponemos bombillas led o burletes en las ventanas para facilitar el aislamiento de la vivienda», explica y añade que «revisamos la instalación eléctrica, vemos la fontanería y como están las puertas. Decimos en qué se puede mejorar. También nos fijamos en las regletas por si no son eficientes y les dejamos la casa en condiciones para que les suponga la factura más baja posible». «Muchas veces -apunta Gómez- les arreglamos los problemas que presentan estos hogares».

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Consu se muestra ilusionada con su voluntariado. «La gente a la que ayudas te cuenta su historia», señala «y es muy aleccionador y ves a gente que necesita la ayuda».

«Lo hago para sentirme más humana. Es un tema personal que pasa por la necesidad de ayudar», declara Gómez . «Colaborar con los demás te engancha», asegura. Para ella su camino de voluntaria ha sido ir de menos a más. Empezó con el programa Responde de ayuda a familias necesitadas -«no veas las escaleras que subí esos días»- y poco a poco se ha ido implicando más. «Mucha gente lo está pasando mal o está muy sola. A veces basta con decirles 'buenos días' para que les cambie la cara. Notan que se les está dando un trato humano», recalca.

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