El patrón del Eugenio, con la iglesia al fondo, atraca en Tabarca. LP
VALENCIANOS EN LA FRONTERA

Tabarca, la isla sin niños

El pequeño archipiélago de la Comunitat, el único habitado, es prisionero del turismo: 5.000 visitantes al día en verano frente a una población censada de 51 habitantes

Héctor Esteban

Valencia

Domingo, 5 de marzo 2023, 00:33

Tabarca es el único lugar habitado de la Comunitat al que no se puede llegar en coche. Una isla donde en invierno no viven niños y ahora sólo se oyen los golpes de martillo, el silbar de los taladros y la chicharra de alguna radial. ... Los arreglos de febrero para recibir a las hordas de turistas durante el verano. Llegan a desembarcar 5.000 personas al día en un lugar donde sólo hay censados 51 habitantes –padrón de 2022–. Doce meses, dos realidades.

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La puerta del número 15 de la calle Virgen del Carmen está abierta. Al fondo, en un comedor lúgubre, se adivinan dos personas, mayores, como casi todos los que viven en Tabarca. «Buenos días», me presento y comento que soy un periodista que hace un reportaje sobre valencianos que viven en la frontera y que busca contar el invierno en la isla. Trato de tender un puente que me dinamitan desde el otro lado. «Aquí en verano viene demasiada gente y no me grabes», advierte malencarado el varón. La mujer no dice nada. Sólo bebe de un vaso con una pajita. Ante el bofetón sólo me quedaba decir: «Que pase un buen día». Tabarca es tierra de Ruso, Parodi, Chacopino... apellidos genoveses de aquellos antepasados (de la Tabarka tunecina) que Carlos III rescató en Argel y que llegaron a la deshabitada isla Plana de San Pablo, que pasó a ser Nueva Tabarca. Así es la vida en la isla.

Para poder escribir los dos párrafos anteriores, antes el barco taxi había atracado en el puerto de Santa Pola. Bajaron una decena de personas, algunas con carros para hacer la compra semanal –para los tabarquinos el viaje de ida y vuelta cuesta 8 euros; 12 euros para el resto– y en unos minutos, el barco volvió a encender los motores para zarpar rumbo a la isla: 42 personas (mucho turista extranjero) y un perro. En la radio del barco taxi, «La isla del amor» de Demarco Flamenco.

La muralla vacía en febrero, con la iglesia de San Pablo y San Pedro, es un hervidero de turistas en verano. LP

Sergio vive en San Vicente del Raspeig pero tiene casa familiar en Tabarca. Va en verano y a veces en Navidad. También la alquila, se la quitan de las manos. «Aquí en la bolsa llevo material para reparar una fuga de agua que tenemos. He quedado con el fontanero», apunta. Asegura que ahora se está de lujo en la isla, igual que en las tardes de principio y final del verano, cuando los turistas se van y los lugareños salen de su casas como la tortuga que asoma la cabeza del caparazón. Hay una Tabarca de día y otra de noche. La primera, postiza; la segunda, la de verdad.

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La mayoría de los bares están ahora cerrados. En la plaza y el puerto alguno ha subido la persiana a 20 o 30 euros el menú. En Tabarca la caja del verano sirve para comer en invierno. Antes, la pesca servía para llenar la nevera gracias a los atunes y los meros de la almadraba. Ahora, el turismo es la gallina de los huevos de oro que amenaza a Tabarca de morir de éxito.

Dos tabarquinos disfrutan del sol mientras dos turistas se parapetan tras uno de los carteles de menú del día a 20 y 30 euros, de uno de los pocos bares que hay abiertos en invierno. LP

Los tabarquinos viven aislados, por los límites naturales de la isla y por los excesos de los turistas. Un infarto tiene mal pronóstico a no ser que te cargue el helicóptero de Salvamento Marítimo. No hay un transporte municipal de barco que los lleve a puerto, una reivindicación que ya es histórica. Y el año pasado, un temporal se llevó por delante la luz eléctrica hasta que una aeronave del Ejército pudo descargar un generador. Los contra de vivir en soledad por los cuatro costados.

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La sanidad pública se limita a un ATS para dispensar ibuprofeno y paracetamol como mal menor, algún cajero sirve de sucursal bancaria y un policía local es donde empieza y termina la seguridad ciudadana. «Aquí en invierno se está tranquilo, no hay robos ni hurtos ni delincuencia al uso. El verano es otra cosa», apunta, esperando que pase la semana para ser relevado.

En el cementerio, en Punta Falcó, descansan los Ruso, Chacopino y Parodi, entre otros. LP

Es miércoles, Eugenio atraca su barco y el museo está abierto. Se recorre con una vuelta sobre uno mismo de 360 grados. En el puerto, de vuelta a Santa Pola, empleados públicos hablan de la campaña para esterilizar a los gatos, los grandes moradores de una isla con carrer l'Escola pero sin escuela ni alumnos. Tabarca necesita un plan que salve a Tabarca.

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Los datos de Tabarca

Isla Plana o Nueva Tabarca. Es el nombre oficial de la única isla habitada de la Comunitat. Depende de la ciudad de Alicante y cuenta con 51 habitantes. En febrero, desde el puerto de Santa Pola, en un cuarto de hora se llega a la isla en un barco taxi: 12 euros el billete de ida y vuelta.

En media hora se recorre. De oeste a este tiene una longitud de 1.800 metros y su anchura es de 450 metros. El gentilicio es tabarquino.

Lengua. En Tabarca se habla valenciano. Es la única parte de la ciudad Alicante donde es mayoritario. Hay una editorial de publicaciones en valenciano que se llama Tabarca.

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Reserva marina. Uno de los lugares de fauna marina y posidonia más rico de la Comunitat. Protegida desde 1986 con una superficie de 1.400 hectáreas.

Apellidos. Parodi, Chacopino, Ruso, Manzanari, Luchoro... apellidos comunes en Tabarca, la herencia de los genoveses que llegaron a la isla desde la Tabarka tunecina.

Monumentos. La muralla, con sus puertas, y la iglesia de San Pedro y San Pablo.

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