![Los 14 testigos del ovni de Manises](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/11/11/ovnisportada--1200x672.gif)
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El 11 de noviembre de 1979, un avión Caravelle de la compañía TAE con el comandante Francisco Javier Lerdo de Tejada a los mandos, aterrizó de emergencia en el aeropuerto de Manises a las 22:45 hora zulú. La aeronave, que cubría el trayecto Palma de Mallorca-Tenerife, se desvió a Valencia tras sobrevolar Ibiza y detectar la presencia de unas luces rojas no identificadas asediando peligrosamente al avión a unas diez millas de distancia. El ovni de Manises, del que se cumplen ahora 44 años, es el avistamiento de fenómenos extraños más famoso de España.
La investigación posterior nunca pudo certificar si existió presencia desconocida próxima al fuselaje del Caravelle. El informe del juez, firmado el 28 de noviembre de 1979 una vez fueron escuchadas todas las partes, concluyó sin certezas: «Quedan abiertas todas las hipótesis planteadas». Aquella visión necesitó hasta del despegue de un Mirage F-1 de la base militar de Los Llanos en Albacete. A lo largo de estos 44 años, varias teorías se han puesto sobre la mesa. Desde la existencia del ovni hasta que las luces correspondían a un avión de la VI flota estadounidense, que aquellos días hacía maniobras militares en el Mediterráneo, algo que negaron los americanos. Otros apuntan a luces de la refinería de Escombreras y hay quien defiende que todo fue un cambalache del piloto del avión para sacar de España a su hermano, Fernando Lerdo de Tejada, uno de los pistoleros de los abogados de la calle Atocha y prófugo tras no regresar de un permiso a la prisión de Ciudad Real.
El expediente 791111 sobre Avistamientos de Fenómenos Extraños, que está desclasificado y archivado en la Biblioteca Central del Ejército del Aire, recoge la declaración de 14 testigos que aseguraron que en la noche del 11 de noviembre de 1979 vieron en el cielo algo difícil de identificar. Las visiones se produjeron tanto en la cabina del Caravelle como en la torre de control y la pista del aeropuerto de Manises. También en un calle de Sóller y hasta en una parada de autobús de Sant Adrià de Besòs. Los interrogados fueron desde pilotos y militares hasta un conserje y un mecánico de un taller de coches. Todos vieron luces, muchas y de distintos colores, pero su relato no ayudó a esclarecer un caso que hoy sigue siendo un ovillo de dudas.
«Apareció un foco luminoso a la altura del aeropuerto. Considero que pertenecía a un avión en vuelo. Al observar su falta de moviento estimo que podía ser un planeta»
«Supuse que era un tráfico normal pero no llevaba rotativo. Este tráfico empezó a acercarse a gran velocidad, subiendo y bajando, adelatándose y atrasando, siempre a gran velocidad».
«Íbamos subiendo para nuestro nivel de vuelo estándard, hasta que las luces se nos acercaron de manera peligrosa y efectuamos una maniobra evasiva descendente y virando a la derecha»
«Vi una tercera luminosidad anormal, una tres o cuatro veces el tamaño y la luminosidad del planeta Venus»
«Vi un punto de luz brillante que aparentemente cambiaba de rojo a verde, con destellos blancos y permanecía estático».
«Otras personas que lo vieron conmigo, unas 20 o 30 afirmaban ver otras dos luces hacia el oeste y norte pero estos dos objetos o luces para mí no eran diferentes a una estrella».
«Cojo los prismáticos y veo las luces rojas y verdes, enciendo las luces de pista y cuando vuelvo a mirar con los prismáticos no consigo localizar las luces antes observadas».
«La luz se fue atenuando hasta confundirse con el resto de las estrellas»
«A través de los prismáticos observé luces de navegación similares a las de un avión convencional y a velocidad quizá superior a la de un reactor entre El Saler y la Albufera»
«Permaneció inmóvil durante todo el tiempo de la observación hasta que al final se apreció un ligero ascenso y desapareció»
«Debido al frío reinante efectué varias entradas y salidas de mi oficina. La luz emitía destellos con una frecuencia rápida, lo que me hizo suponer que giraba sobre un eje».
«Pensé que iba a tomar tierra con el Caravelle, pensando que iban a tomar tierra los dos a la vez, al poco la luz que venía detrás se paró en el aire»
«Al principio el objeto subía verticalmente y luego se paró y luego empezó a moverse lentamente primero y después más rápido hasta que desapareció detrás de la cordillera»
«Tres o cuatro minutos más tarde todo aquel sector se quedó sin luz eléctrica, el apagón fue tan absoluto que sólo funcionaba un semáforo»
Las 14 declaraciones son una menestra de objetos, tamaños, colores y velocidades. Cada uno avistó un fenómeno pero entre todos fueron incapaces de definir una forma de algo parecido a un platillo volante en una noche gélida «con visibilidad ilimitada y sin nubes».
Desde la cabina del Caravelle, en pleno vuelo, el comandante y el segundo piloto observaron durante 16 minutos dos luces rojas sin rotativo anticolisión. Ninguno fue capaz de precisar el tamaño pero coincidieron en que el posible ovni realizó «maniobras bruscas de subida y de bajada». Desapareció a 15.000 pies de altura, según Lerdo de Tejada. Ambos afirmaron que durante el vuelo escucharon una radiobaliza ilegible en la frecuencia 121.5, uno de los grandes misterios de la investigación del caso Manises.
Lo que en vuelo eran dos luces rojas a toda velocidad, amenazantes y con movimientos bruscos, en tierra era un punto estático con luces blancas, rojas y verdes. «Si se considera que todas las observaciones corresponden al mismo fenómeno aéreo, se plantea la necesidad de considerar la hipótesis de que existe efectivamente una nave de procedencia desconocida impulsada también por energía desconocida», señaló el juez en su informe.
En tierra, el testigo más importante por rango fue un teniente general del Ejército del Aire con 31 años de servicio. «Era un objeto blanco, dos veces el tamaño de un planeta, con el aspecto de un foco luminoso estático», declaró. Esa fue su visión durante diez minutos mientras miraba por la ventanilla de un coche en el kilómetro 350 de la carretera Valencia-Madrid camino del aeropuerto. Pero la clave de este testimonio está en que el teniente vio el fenómeno, el suyo propio, a las 21:00 hora zulú, dos horas antes que los pilotos del Caravelle.
En Manises, una vez dado el aviso a la torre de control, corrió la voz sobre el aterrizaje de emergencia de un avión asediado por un ovni. Todos, desde el director accidental del aeropuerto de Valencia hasta el conserje, tuvieron algo que decir. El director vio algo «como cuatro veces Venus» y aseguró que la tripulación del Caravelle «traía cara de pánico». Este testigo fue uno de los que percibió unas luces blancas, rojas y verdes, una versión en la que coinciden todos los que avistaron la luz desde tierra en el aeropuerto de Manises. Además, en todos los casos, el objeto estaba estático.
El problema llegó cuando algún testimonio aseguró que vio dos objetos y alguno de ellos durante dos horas y media, algo que no cuadraba con la experiencia de los pilotos del avión, que batallaron con las luces rojas sólo durante 16 minutos. «Otras personas que lo vieron conmigo, unas 20 ó 30, afirmaban ver otras dos hacia el oeste y norte pero estos dos objetos o luces para mí no eran diferentes de una estrella», señaló un oficial del aeropuerto.
Desde tierra, algunos incluso echaron mano de prismáticos para ver las luces blancas, rojas y verdes, que para muchos eran un punto de luz «un poco más grande que una estrella de primera magnitud». Hubo testigos a los que les pudo el frío de aquella noche de noviembre, como le ocurrió a un subalterno segundo del aeropuerto, que durante dos horas y cuarenta minutos vio la luz «de un tamaño dos veces y medio más grande que una estrella normal», aunque de manera intermitente, ya que el calor de su despacho le atrajo más que un momento histórico.
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El conserje de Manises también pasó a declarar y precisó el tamaño del objeto sospechoso: «La cuarta parte de la luna». A la hora y media, cansado, el hombre abandonó la observación y pudo hablar con dos pasajeros del Caravelle: «Me dijeron que habían visto una luz como jugando con el avión sin poder explicar si era verde o blanca –los pilotos aseguraron que era roja–». Llama la atención que en el informe confidencial no se recoge el testimonio oficial de ninguno de los pasajeros del avión.
A los testigos del Caravelle y del aeropuerto, se sumaron dos más. Uno, un mecánico de Sóller que desde la calle Alquería del Conde observó un objeto volador: «Me paré, saqué la cámara y pude hacer dos disparos». Y aquí cambia la versión respecto al resto: «Eran dos objetos, de color anaranjado y como una moneda de peseta». El último testimonio llegó desde Sant Adrià de Besòs y vía carta mecanografiada «por temor al ridículo» el 13 de noviembre de 1979. El testigo relató los hechos que vio desde una parada de autobús sobre las ocho y cuarto de la tarde: «Vi una masa blanca con chispas verdes, azules y rosas. Unos tres o cuatro minutos más tarde todo aquel sector se quedó sin luz y sólo funcionaba un semáforo».
Ante la disparidad de versiones, el juez optó por el camino más corto: «Quedan abiertas todas las hipótesis planteadas». Desde aquel día, nunca más se han vuelto a ver ovnis por Manises.
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