PAU SELLÉS
Lunes, 12 de septiembre 2022
Solo la fuerza de la naturaleza es capaz de mostrar en pocos minutos cuan insignificante llega a resultar el esfuerzo humano. La plantilla de la ... empresa Mibor aprendió a la fuerza esta lección el pasado mes de abril, cuando un corrimiento de tierras dejó impracticable un tercio de las instalaciones que la mercantil dedicada al calzado dispone en Alcoi. El fuerte temporal de lluvias derribó la parte trasera de la fábrica, dañando maquinaria de manera irreversible, y forzando el cierre de 2.500 m2 de nave industrial.
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Cinco meses después del desastre, la firma da casi por pérdida esa parte de la fábrica. Era en esa área donde manufacturaban tejidos para el calzado; un servicio que han tenido que externalizar. Ese sobrecoste ha llegado en un año crítico para el sector industrial, acuciado por el incremento del coste de la energía y las materias primas. «En un año normal lo hubiéramos absorbido sin problemas, pero ahora vemos como llueve sobre mojado». Así lo reconoce el gerente de esta empresa familiar, Joaquín Bonet, quien no descarta acometer reajustes de plantilla.
La solución a esta situación pasa por consolidar la ladera adyacente a la nave, una zona donde se vienen registrando desprendimientos desde hace más de diez años. En 2012 la fábrica ya sufrió una situación similar, aunque sin el grado de afección de este año. La inestabilidad de la ladera tiene origen en la construcción de un puente a mediados de la década de los 2000. Según apunta Bonet, la actuación se hizo sin consolidar correctamente el terreno, algo que tras las lluvias del 2012 dañó seriamente los cimientos de la estructura. El vial (cerrado al tráfico rodado desde entonces) se vino literalmente abajo el pasado mes de abril en alguno de sus tramos. Fue la antesala del fatal desenlace, puesto que a la semana siguiente se registró el desprendimiento que asoló la nave.
Hasta que no se acometa la consolidación del talud, cualquier reparación en el interior de la fábrica «supondría tirar el dinero», reconoce Bonet. «El Ayuntamiento se comprometió a actuar de manera inminente, pero en términos de la administración pública no sé qué implica 'inminente'; para mí sería mañana, pero aún no he visto que ninguna máquina haya empezado a trabajar sobre el terreno», sentencia el empresario, quien no confía que los trabajos empiecen antes de finalizar el año.
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La idea de actuar sobre la zona no es nueva, y es que desde 2017 el Consistorio dispone de un proyecto redactado para consolidar la ladera; una iniciativa que promete reactivarse tras los recientes acontecimientos. A pesar de la demora, Bonet agradece la predisposición que la administración local ha mostrado en los últimos meses. «Nos han enseñado el proyecto e incluso están valorando las aportaciones de nuestros técnicos».
De manera preventiva, se ha tenido que construir un muro de contención por el interior de la fábrica que circunda la zona afectada. Así consiguen canalizar hacia el exterior toda el agua y tierra que se sigue colando por la pared derribada. Sin embargo, el gerente teme que la medida sea ineficaz en caso de que se repitan los episodios de lluvias torrenciales. La incógnita reside ahora en saber quién costeará las reparaciones, que por el momento está asumiendo la empresa. «Veremos si el seguro lo cubre. Dentro de un año se sabrá».
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