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Iván Arlandis

La Torre acelera la limpieza de calles y bajos

Maquinaria pesada y Policía de otras comunidades despejan las vías para que los vecinos puedan vaciar sus viviendas de escombros y barro

Gonzalo Bosch

Valencia

Lunes, 4 de noviembre 2024, 01:30

Como cada mañana desde el miércoles, los vecinos de La Torre vuelven a levantarse para seguir luchando contra el barro. Afortunadamente, ellos sí tienen multitud de maquinaria y efectivos policiales -muchos de ellos de otras provincias- que aceleran las tareas para despejar las calles. Un solar inmenso se convierte en un vertedero improvisado de todos los escombros que los vecinos vacían de sus viviendas. Porque la realidad es esa. Para que la gente pueda empezar de cero, primero debe sacarlo todo. Si las calles se colapsan, los ciudadanos no pueden seguir. Por suerte, la coordinación parece eficaz y los vecinos de La Torre, en gran parte de la pedanía, vuelven a ver el suelo por donde pisan.

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Como cada día, desde la iglesia de la pedanía se organiza el reparto de víveres y material de primera necesidad. También se ofrecen dos puntos de atención sanitaria y medicamentos. Por otro lado, voluntarios del Ayuntamiento de Valencia organizan a los voluntarios y los dirigen a las direcciones que los vecinos han facilitado solicitando ayuda. El concejal Juan Carlos Caballero asiste a la coordinación y participa en la recopilación de direcciones donde deben acudir las manos dispuestas a limpiar. La labor del pueblo con los más afectados comienza a funcionar en la pedanía, dada la necesidad de un impulso de las instituciones para despejar calles y carriles. Este domingo se ha celebrado una primera misa -desde que sucedió la tragedia- para reunir a la comunidad cristiana y velar por los fallecidos.

Todavía es muy pronto, aún queda mucho por hacer. Pero vecinos de la pedanía celebran que se empieza a ver el suelo. Esa es la realidad. Que en algunas calles empiecen a ver las aceras es toda una alegría. Significa que todo el trabaja de la gente no es en vano, que se saldrá de esta. En algunos garajes las bombas siguen achicando agua. En otros los vecinos hacen cadena para quitar los litros que la bomba ya no puede recoger. Están unidos y se ayudan unos a otros. También llegan voluntarios, pese a las restricciones de movilidad, porque la gente no piensa dejar de lado a los que más lo necesitan. La Torre, poco a poco, lucha con el shock aún en el cuerpo por reponerse cuanto antes de la tragedia del siglo en la Comunitat.

A las puertas de un bajo se ve una gran montaña de escombros y mobiliario inservible. Es todo lo que ha quedado de un almacén de material de labranza de uno de los residentes de La Torre. Un grupo de vecinos le ayuda a vaciarlo todo. Es la única manera de poder empezar de cero. Óscar, uno de los ciudadanos que trabaja codo con codo por su amigo, explica el cambio que ha pegado la calle. «Desde que han llegado las máquinas todo va mucho mejor. Necesitamos la calle despejada para seguir tirando todo. lo primero es vaciar y luego ya veremos», comenta el joven.

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«La solidaridad entre vecinos es inmensa. También los voluntarios que llegan son una barbaridad. De hecho, somos tantos trabajando que las máquinas tienen que pasar más rápido para no volver a colapsar la calle», explica Óscar, antes de contar emocionado, «lo hemos perdido todo, no nos queda nada. Nos queda esto, trabajar todos juntos y ver qué pasa después». Óscar se seca las lágrimas antes de seguir trabajando.

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Igualmente, un grupo de voluntarios ha acudido para ayudar una finca que trata de vaciar su garaje de agua. Una cadena humana se va pasando los cubos llenos de agua y barro para expulsarlos a la calle. Mientras tanto, otro par de personas achica con los cepillos el agua hacia el alcantarillado. Todo el lodo sobrante es cosa de una máquina de limpieza del Ayuntamiento que se encarga de tratar de mejorar el estado de la calzada. Como si de un reloj suizo se tratara, la compenetración de las labores mejora poco a poco la imagen de La Torre. Queda un camino muy largo, pero los vecinos parecen sentir el cambio: «Tal y como está ahora es una pasada, nada que ver con hace cinco días».

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