J. A. MARRAHÍ /BELÉN HERNÁNDEZ
Miércoles, 16 de marzo 2022, 02:18
La pandemia ha trastocado la vida laboral de buena parte de los valencianos. Son pocos los que no han sufrido un ERTE y muchos los que se han visto sacudidos por la pérdida de empleo o la reconversión laboral. Beatriz, Lucas o Víctor son tres ejemplos de la lucha de quienes lo han sufrido.
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El Gobierno calificaba recientemente de «generalizada» la recuperación del nivel de empleo previo a la pandemia. Prácticamente todas las provincias superan la afiliación que tenían en febrero de 2020 y en 15 se registra un nivel de empleo más de un 4% superior al de antes de la crisis.
En el último año la afiliación a la Seguridad Social ha crecido en 844.160 personas en España, un aumento del 4,4% del número medio de trabajadores. Los sectores con mayor recuperación son el de la hostelería, las actividades artísticas y de entretenimiento, la información y comunicación o las actividades científicas y técnicas, según el organismo gubernamental.
Destaca el aumento de afiliados a la Seguridad Social en Canarias, Baleares, y la Comunitat Valenciana. Un 5,7% de esos nuevos afiliados de España están en nuestra región: algo más de 48.000 nuevos empleados.
Si bien febrero ha marcado un leve incremento de parados respecto al mes anterior, la comparación de desempleados interanual arroja un dato esperanzador: a finales de 2021 había 66.217 menos que en diciembre del año anterior. La pandemia llegó a aniquilar en la Comunitat algo más 80.000 puestos de trabajo, la diferencia entre los 437.700 parados que había en diciembre de 2020, el momento más crítico por las restricciones, y los 357.564 de diciembre de 2019, antes de la llegada del virus.
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Estas son las cifras. Pero detrás de los datos se esconden las preocupaciones, luchas y transformaciones de aquellos que lo han sufrido en primera persona.
Beatriz Lledó tiene 38 años y es vecina de Paterna. Encarna la doble lucha de tantas madres que han lidiado con la pérdida de empleo y la reorientación de su vida laboral. Y sin descuidar la crianza. Antes, empleada de una agencia de comunicación. Hoy, profesora de Turismo en Formación Profesional. Y madre de dos niñas de corta edad.
«La segunda nació justo dos semanas antes del confinamiento», recuerda. «Fueron días muy duros, con sufrimiento por todas partes y sin poder recurrir al apoyo familiar». A nivel laboral, el giro llegó cuando quiso incorporarse de nuevo finalizada la maternidad y descubrió que su empresa se había extinguido en plena pandemia. «Me vi en el paro por primera vez en mi vida».
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No tiró la toalla. Desempolvó sus apuntes y libros para la oposición de docentes y sacó tiempo de donde casi no había para volver lo antes posible al mundo laboral reconvertida en profesora de Turismo. Y lo logró.
«Fueron meses muy difíciles. Tenía que vencer el agotamiento y, una vez dormidas las niñas, sacar tiempo para estudiar hasta tarde cuando lo que más deseaba en el mundo era tumbarme en el sofá». Su titánico esfuerzo dio finalmente resultado y ya imparte clases.
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Lucas Rivera es un valenciano de 24 años. Licenciado en Derecho por la UV y cocinero de auténtica vocación tras completar un máster en el Basque Culinary Center de San Sebastián.
«Tras lograr experiencia en San Sebastián y acabar Derecho iba a firmar contrato para empezar a trabajar el 15 de marzo en un restaurante de Valencia. Y de repente llegó el Covid». Fue un trastoque a sus planes que le dejó doce meses sin trabajo.
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«Tan la mal estaba la cosa en Valencia por las restricciones que opté por volver a Donosti entre marzo y noviembre de 2021. Estuve bien, pero quería volver a Valencia, donde está mi familia y toda mi gente». Se pasó la sexta ola enviando «hasta medio centenar» de currículum a restaurantes Valencianos. El 20 de enero logró al fin su sueño tras la pesadilla pandémica. Lucas ya gesta su prometedor futuro en los fogones con un contrato indefinido en el restaurante La Principal. De vuelta a casa, y con un trabajo que adora.
Víctor ha dedicado toda su vida a la hostelería pero, con la llegada de la pandemia y debido a la situación en la que estaba el sector, tuvo que apartarse de su profesión durante un tiempo.
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«Preferí dedicarme a ser repartidor de comida a domicilio antes que acogerme al ERTE», confiesa Víctor. Su motivación principal era no dejar de trabajar y mantenerse activo para que en su casa no faltara nada.
Aunque sabía que regresaría al restaurante en el que trabajaba, fue duro el tiempo de espera. «No pensaba que tardaría tanto tiempo en volver todo a la normalidad». Tras trabajar durante año y medio como repartidor, en abril de 2021 volvió a su puesto.
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