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Un policía intenta apartar a un camionero durante una protesta de afectados, ayer, en las inmediaciones del puerto británico de Dover. REUTERS
Crisis fronteriza

El transporte estalla por el bloqueo

«Me veo pasando la Navidad en la cabina», lamenta un camionero valenciano atrapado en Reino Unido

Jueves, 24 de diciembre 2020, 00:20

«Han abierto el eurotúnel, pero hay colas enormes. Me costaría dos o tres días llegar a Francia por esta vía. Junto a otros dos compañeros nos hemos desviado a Portsmouth para embarcar en el ferry a Caen (Francia) y seguir luego por carretera hasta España. Aún aguardamos a que nos hagan aquí la prueba y luego, según vayan las reservas, subiremos o no al barco».

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Con esta incertidumbre vivían, ayer tres camioneros valencianos de Transportes Campillo de Paterna: Constantin, Angelo y Cisco. En colas o desperdigados por aparcamientos masificados de Reino Unido para intentar salir hacia Francia después del bloqueo fronterizo del domingo a las islas británicas por la nueva y temida cepa de coronavirus, que ha desatado junto con el Brexit esta feroz crisis del transporte.

Ellos son sólo una molécula en un caos que afecta a un millar de transportistas valencianos en el sur del país. Y su horizonte, pese a la anunciada reapertura o la movilización del Ejército para pruebas a pasajeros, lo resume así Constantin: «Es imposible llegar a casa. Si todo va bien podría estar el día 26. Me veo pasando la Nochebuena y Navidad en la cabina del camión», se lamentaba. Y cómo él, otros muchos.

Para el afectado «es un infierno de estrés, dudas, falta de información...». Lleva el trabajador «un enfado monumental por no poder solucionar por mí mismo los problemas». Náufrago en un mar de camiones, define la situación como «una crisis humanitaria en toda regla». Y estalla en críticas: «En España se da alojamiento a todo el que está en apuros. Aquí nadie pregunta si nos falta algo». Su compañero Cisco las pasó canutas. «Estaba escaso de provisiones en uno de los aparcamientos y se encontró con tiendas vaciadas y sin agua. No podía comprar. Una tienda cerrada, otras desabastecidas...».

Entre tanta desesperación han emergido los disturbios. Según la Federación Nacional de Asociaciones de Transportistas de España, «camioneros desesperados se tiraron» ayer «a la carretera y cortaron el tráfico reclamando volver a casa». La tensión se eleva en Dover «tras varios días de incertidumbre y angustia, en condiciones sanitarias e higiénicas indignas, sin comida decente y lejos de sus casas».

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Así lo ve José Ramón Mazo, director general de la empresa valenciana Transportes Mazo: «Es caótico. No hay veracidad sobre lo que anunció el Gobierno británico el martes. Dijeron que a primera hora empezarían las pruebas con antígenos a los conductores» para poder salir del país «y esta mañana (referida a la de ayer) todavía no se había hecho ninguna».

Empieza a calar «el nerviosismo entre los afectados al ver que no se está haciendo nada». Hay «tensión por la incertidumbre y falta de atención». Según expuso, «se les han dado un número con una referencia para realizar el test pero nadie se acercó por la mañana a decirles cuándo o cómo va a ser la operativa». En teoría «son las autoridades inglesas las que tienen que hacer las pruebas y facilitar los test». Para los atrapados, agregó el directivo valenciano, «ya no hay tiempo material para volver en Navidad». Mazo cifró en 500 euros de media las pérdidas diarias por culpa de esta crisis. En conjunto, «dos millones de euros menos para el transporte valenciano».

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Críticas de la federación

Carlos García es el secretario general de la Federación Valenciana de Empresarios de Transporte (FVET). «Queremos que esto se resuelva y urgimos coordinación y factor humano, que es lo primordial. Nuestra gente tiene que volver», apremió.

«Tenemos un protagonismo no siempre deseado en estas coyunturas. Cada crisis política la acabamos pagando y nos encontramos con problemas ajenos al desarrollo de nuestra actividad. Nos convertimos en rehenes», resumió el responsable de FVET.

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Y fue más allá en sus críticas: «Gestionar una cepa nueva es complejo, desde luego, pero no se puede tomar una decisión radical como la que se adoptó sin tener una previsión de qué se va a hacer con la gente afectada. Francia dio su indicación, Inglaterra cerró puertos y nosotros, en el medio, colapsados».

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