Uno de cada tres internos en centros de menores de la Comunitat es extranjero

Los centros, por tanto, soportan una cantidad de menores extranjeros muy superior a las plazas habilitadas y financiadas por el Gobierno, con unos datos de uso de los recursos del 170%, es decir, totalmente desbordados, lo que obliga al Consell a buscar recursos de donde no los hay. «Hasta directores territoriales tienen que ir por la noche a comprar colchones para los menores», destacó Mazón sobre esta situación. Seis de cada diez de estos jóvenes extranjeros son chicos (1.003), con 701 niñas, mientras que el grupo de mujeres más numeroso también se sitúa en la adolescencia, entre los 15 y los 18 años, con 367 personas internas. El otro grupo de edad más numeroso es entre 11 y 14 años, con 405 menores entre chicos y chicas.

El mantenimiento de cada menor inmigrante supone un gasto medio de 200 euros diarios, pero el Gobierno lo cuantifica en 170, que es lo que aporta, por lo que hay un desfase de 30 euros diarios que paga el Consell. Si el coste total con estos 481 menores es de 100.000 euros diarios, restando el aporte gubernamental roza el medio millón de euros al mes, que debe asumir la Generalitat por el desfase que el Gobierno de Pedro Sánchez no quiere cubrir.

Los datos, no obstante, son de 2023 y el gobierno valenciano no ha hecho ninguna actualización en este primer semestre de 2024. Únicamente tanto Mazón como la vicepresidenta Susana Camarero han indicado en los últimos días que la llegada de menores inmigrantes se ha incrementado y que hay jóvenes con edades dudosas a los que se está haciendo comprobaciones sobre si tienen menos de 18 años, que por tanto podrían hacer aumentar estos números en los centros de menores de la región.

En la Comunitat hay 118 centros de acogimiento residencial de menores, de los cuales 52 están en Valencia, 49 en Alicante y 17 en Castellón. Los de Atención General son los más comunes, con 77 edificios, mientras que hay también 16 de proyectos migratorios (que requieren más apoyo por temas lingüísticos y culturales), 7 de menores con problemas específicos de conducta, así como otros de recepción, de madres adolescentes, de primera infancia (hasta 6 años), de salud mental y de hogares de emancipación para mayores de 16.

Son las cifras del año pasado, porque actualmente se han tenido que habilitar albergues para dar cabida a más menores y evitar así que estén hacinados en los locales existentes, que son insuficientes para dar cabida a tanta gente. De hecho, el Consell busca más sitios en los municipios valencianos para este destino. El acogimiento residencial es una medida de protección mediante la que se proporciona a una persona menor de edad protegida un lugar de residencia y convivencia y una atención orientada a su desarrollo comunitario.

Esta situación que en algunos centros roza el hacinamiento ha provocado varias quejas del Síndic de Greuges, ante las cuales la Conselleria de Servicios Sociales no quiere exponerse a más denuncias ni investigaciones de la Fiscalía y pretende buscar soluciones, debido a la falta de respuesta del Gobierno central. Desde la Comunitat transmiten que necesitan que el Ejecutivo aumente su financiación para una mejor dotación de infraestructuras y de personal con la que atender a estos menores, que necesitan una atención constante.

El objetivo que persigue el gobierno valenciano no es ampliar los centros, aunque se tenga que ver obligado a ello, sino conseguir que los menores encuentren familias de acogida con las que vivir o que se puedan reencontrar con sus verdaderas familias, en los casos que sea posible. De hecho, hay 2.063 menores en acogida en la Comunitat, de los cuales 1.422 están en acogimiento en familia extensa (la que les une un vínculo de parentesco o afectivo) y 641 en familia educadora, sin vínculos previos.

Estos acogimientos familiares pueden ser temporales o permanentes. En la Comunitat. Los permanentes son claramente mayoría entre las familias extensas, que sólo uno de cada cuatro casos suelen optar por acoger a un menor de forma temporal y el 75% es para largo tiempo. Al haber parentescos y relaciones afectivas, la duración es mayor. Sin embargo, en las familias educadoras, donde no hay vínculos previos, ese porcentaje varía significativamente. Casi un 40% acogen a los menores de manera temporal o incluso de manera urgente, mientras que el 61% lo hace de forma permanente.