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Estragos del incendio de Villanueva de Viver. Jesús Signes

Tres meses del infierno de Villanueva de Viver: «Tengo miedo de que vuelva a pasar»

Los vecinos de los pueblos afectados por las llamas se quejan de la falta de prevención y están a la espera de recibir subvenciones por los daños

Jueves, 22 de junio 2023, 00:28

Tres meses después del infierno del incendio que empezó en Villanueva de Viver, los pueblos afectados todavía huelen a quemado. El fuego no penetró en ninguna de las casas, los cortafuegos hicieron su trabajo. Pero ya nada ha vuelto a ser como antes. El ... paraje se ha teñido de negro después de que el fuego se cebara con la comarca y arrasara cerca de 3.600 hectáreas.

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Laura Montolio toma una cerveza en la plaza del pueblo de Montán, de espaldas a la masacre que el incendio hizo sobre el paraje. Tres meses después de que se encendiera la primera chispa, «no nos hemos olvidado de todo por lo que hemos pasado». La mujer no ha tenido que lamentar daños en ninguna de sus propiedades, pero sí sabe que vecinos suyos lo han pasado francamente mal. No se olvida de José Javier, que perdió a su padre súbitamente y le desalojaron de su vivienda el día del entierro. Tampoco de aquella familia que tenía colmenas que acabaron quemadas. En la puerta de la casa de los perjudicados puede leerse un cartel que dice: «Se vende miel». Aunque según cuenta Laura, las llamas afectaron bastante a su producción.

Nada más llegar a Montán, hay un poste que cataloga al pueblo como la tierra del aceite de oliva. Aunque muchos árboles se perdieron este mes de abril, que arrasó con fuerza la localidad. Sergio Fornas, el alcalde de Montán, cuenta que fueron de los más afectados por el incendio. «Se quemaron carrascas, olivos, almendros, casetas e incluso tractores. La verdad es que nos hizo bastante daño», explica Fornas.

Ya no sólo las llamas, si no que las lluvias de la semana pasada le hicieron un flaco favor al pueblo. «Como todo estaba quemado, la tormenta arrastró mucho barro, piedras y tierra. Llenamos 20 camiones de suciedad», explica el alcalde. Por ahora siguen pendientes de recibir las ayudas, tanto las que solicitó el Ayuntamiento como las que solicitaron los particulares.

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La incertidumbre sigue presente en los habitantes del pueblo. Laura disfruta de su cerveza en la plaza, «pero claro que tengo miedo de que vuelva a pasar. Sobre todo ahora que viene el verano, aunque ya hay poco que se pueda quemar, está casi todo quemado», dice la mujer. Antes, sentarse en su terraza era sinónimo de disfrutar de unas vistas increíbles, pero ahora «está todo negro».

Antes de llegar a Montán hay que pasar por Fuente de la Reina. La imagen es desgarradora. Aunque comiencen a brotar las primeras hierbas verdes, que crecen en medio de una montaña casi completamente quemada, el paisaje está de color negro. En una de las calles del pueblo, Vicente Balaguer y Jesús Plaza hacen cemento. Van a construir una terraza nueva. Pero siguen desolados por el estado en el que se ha quedado el lugar en el que viven.

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Añoranza al turismo rural

«A nosotros nos ha afectado el incendio de manera medioambiental, aunque no dan ayudas por los quemados y toda la masa forestal», cuenta Vicente. Ambos lamentan que su pueblo ha perdido atractivo para los senderistas. «Venía mucha gente a hacer la ruta 99 y ahora no van a venir. Esto nos ha hecho mucho daño», dice Jesús. Van a echar de menos caras nuevas por el pueblo. Observar cómo los turistas rurales se maravillan de los parajes naturales, que no tienen nada que ver a cómo estaban antes de que comenzara el incendio.

Ambos se asoman a mirar a la montaña, quemada, sombría. No se acostumbran a despertarse con estas vistas «cuando antes estaba todo verde. Mirarlo da mucha pena». Sobre todo, lo que más indigna a los habitantes es que consideran que el incendio «se podría haber evitado si hubieran hecho más labores de prevención», opinan.

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Pero al igual que Laura, vecina de Montán, los hombres temen que las llamas vuelvan a acercarse a sus hogares. Además, se sintieron abandonados: «Parecía que lo único que les interesaba apagar era la Sierra de Espadán. Ahí sí que echaron retardante para apagar las llamas, pero a nuestras partes no», opina Vicente.

Aunque el fuego se originó en Villanueva de Viver, realmente fue la población menos afectada. El alcalde Reinaldo Pastor cuenta que ya se están coordinando entre los pueblos perjudicados por las llamas. «Tenemos una subvención que tenemos que pedir antes del 30 de junio es a través de fundación biodiversidad de medio ambiente», comenta Pastor. En relación al resto de pueblos, la limpieza está en manos de la Conselleria. Sin embargo, los servicios de limpieza «no se podrán hacer hasta que pase un año porque la tierra está muy inestable», explica. Durante un tiempo, los habitantes de los pueblos engullidos por el incendio de Villanueva de Viver tendrán que seguir conviviendo con las secuelas.

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