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José Ignacio Galcerá
Domingo, 20 de octubre 2024, 01:13
De histórico se puede calificar lo conseguido este año por la ganadería de Fernando Machancoses. Haciendo un símil tenístico, es como si en una misma ... temporada un tenista logra campeonar en los cuatro grandes torneos del mundo: Australia, París, Londres y Nueva York. En el caso de la divisa de la M, lo ha hecho en los tres concursos más importantes de cuantos se celebran en la Comunitat Valenciana: Onda, la Vall d'Uixó y Segorbe. Además, los ha conquistado con un corro de vacas muy joven, con la presencia de la incombustible Bordadora, con once años, como la más veterana, acompañada de otras que lucían el guarismo del 9 y del 8, es decir, de cinco y seis años, incluso alguna cuatreña-guarismo 0-. «Estamos muy contentos no solo por ganar sino por las sensaciones que han ofrecido los animales siendo tan jóvenes», confiesa Fernando Machancoses. La felicidad crece para el ganadero cuando a estos resultados tan satisfactorios se une que se han producido después de la dura pandemia que afectó directamente al número de cabezas de la ganadería. «Matamos muchos animales para poder subsistir. Enviamos al matadero alrededor de doscientos, eso es prácticamente la mitad de lo que era la ganadería. A las vacas las respetamos más porque en cuanto a machos fueron al matadero camadas enteras sin probar. Ahora vamos a los concursos con toros y novillos muy jóvenes que deben ir creciendo poco a poco».
En la Vall d'Uixó, Fernando Machancoses se impuso con una distancia amplia con el resto de clasificados, mientras que en Onda y Segorbe estuvo más reñida la victoria. «El éxito no radica en tener una o dos vacas buenas, sino en que todas, o la mayoría, puntúen mucho. Y en los tres concursos todas las vacas puntuaron bien», señala. El ganadero da con una de las claves del momento que atraviesa su ganadería y no es otro que una base muy amplia de animales que ofrecen una gran regularidad. «A la semana siguiente del concurso de Segorbe estuvimos en Altura, donde también ganamos, Jérica y Navajas, y no repetimos casi ninguna vaca de las que llevamos a Onda, la Vall d'Uixó y Segorbe. Si siempre vas con las mismas vacas, al final acaban agotadas y no pueden mantener el nivel. Una ganadería debe tener variedad y en la medida de lo posible ser amplia. En los concursos, la exigencia es grande pero hay que tener en cuenta que también nos contratan para dar una tarde de vacas en un pueblo y pagan igual; el dinero de unos es igual que el de los otros y por tanto hay que dar la talla en todos los sitios».
De la extraordinaria temporada de la ganadería de Cheste sobresale un nombre: Colilla. Hija de Fortuna, una de las vacas emblemáticas de la ganadería, y Calmante, un bravo toro que Fernando Machancoses tuvo que sacrificar tras lastimarse después de un fuerte golpe, va camino de consagrarse como una de las estrellas de la casa. «Con permiso de Bordadora», matiza el ganadero. Colilla, herrada con el número 22, de capa negra, se coronó en Onda como la mejor del certamen. «Está en su plenitud, tiene cinco años y si todo va bien le quedan otros cinco muy buenos. Tiene todas las virtudes que tiene que tener una gran vaca. Tiene, por encima de todo, mucho corazón, cuando vuelve al corral vuelve siempre fundida. Es muy explosiva, los obstáculos los hace con mucha transmisión, acabando en los barrotes, lo da todo en todas las actuaciones que hace, es una vaca con mucha entrega. Es de la familia de las Tabaqueras, Cigarreras…».
En la finca La Vinagra, donde pastan los animales de Machancoses, hay un sitio privilegiado para las vacas históricas de la casa, un rincón reservado para las que engrandecieron el honor de esta familia ganadera. El corral de las míticas se podría bautizar, le proponemos a Fernando. «No está mal», contesta. Si sigue dando el juego que ha dado hasta ahora, a Colilla le pueden ir guardando un sitio. «Desde luego, su temporada ha sido muy importante». En ese corral de leyendas figuran seis nombres: Fortuna, Viajera, Millonaria, Sevillana, Picarilla y Escopetilla. «Han sido tan importantes para nosotros que cuando las hemos retirado, por amor a ellas, las tendremos en la ganadería hasta que mueran de viejas».
Los buenos resultados de la ganadería se traducen en la demanda de los aficionados, lo que poco a poco va aliviando la debilitada economía de los ganaderos tras los años pandémicos. «Hay brotes verdes», reconoce, «pero llevamos mucho peso aún en la mochila. La economía de dos temporadas sin toros, además del sacrificio de tantos animales, no se puede recuperar en un año. Necesitamos más tiempo… si continúa el mismo ritmo de festejos que se están celebrando, en cuatro o cinco años podemos volver a la situación prepandemia», afirma esperanzado.
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