Saber inglés será menos importante este verano. Tampoco habrá que saber alemán, francés o ruso, ni siquiera italiano, aunque los viajeros procedentes del país transalpino son el grueso de los visitantes de Valencia. No. Este verano, el sector turístico se tendrá que reinventar y apostar por el valenciano, dado que el turismo que se espera en los próximos meses será tanto autonómico como nacional. Un sector al completo, del que dependen decenas de miles de familias en toda Valencia, aguanta la respiración y espera que el pase de fases vaya despejando la incógnita más importante: cómo lo salvarán.
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El presidente de la Asociación de Comerciantes del Centro Histórico y el Ensanche, Rafael Torres, asegura que buena parte de sus asociados «se conforman con vender el 50% de lo que vendieron el pasado año en verano» y exige más ayudas al Consistorio. «Las que han activado se quedan cortas y llegan a muy poca gente», lamenta.
Los empresarios hosteleros son optimistas y confían en que el consumo se reactive. No dejan de ser, eso sí, buenos deseos que no tienen mucho que ver con lo que hay en la calle. Terrazas semivacías y decenas de locales que aún no han abierto, aunque el sector insiste en que «han decidido ponerse en marcha más establecimientos» de los que se esperaban, según Manuel Espinar, presidente de la Federación de Hosteleros de Valencia. Los apartamentos turísticos, por su parte, tras perder 55 millones de euros con la campaña de Fallas y Semana Santa, esperan que las reservas de última hora sean la tabla de salvación desde la que sobrevivir al verano más complicado que se recuerda, mucho más difícil, parece, que en los peores tiempos de la crisis de 2007.
Luis Martí, presidente de la Confederación de Empresarios Turísticos de la Comunitat, asegura que por el momento no disponen de previsiones en el sector hotelero, pero sí señala que por el momento «el 90% de los hoteles de Valencia ciudad está cerrado». ¿Para qué van a abrir si no hay clientes, si nadie viaja a Valencia? Es una situación inaudita para la que el sector no estaba preparado. Sin embargo, esperan que poco a poco todo vaya normalizándose. «El dato actual es muy poco relevante», reconoce Martí.
Los apartamentos turísticos, por su parte, más de lo mismo. Han perdido ya cerca de 55 millones de euros, según datos de la Asociación de Viviendas de Alquiler para Estancias Cortas . Confían en las reservas de última hora, debido a las dudas que hay en los turistas respecto a salir o no de casa, y en el visitante nacional, aunque apuntan que ya están recibiendo reservas de Holanda. «El resto del comercio internacional está en duda todavía, y no sabemos cuándo llegará», apuntan desde la entidad que agrupa a miles de apartamentos de toda la ciudad. «El turismo internacional vendrá en función de su país de origen y en mayor medida, del transporte público. Esperamos que los viajeros europeos incrementen sus viajes a medida que vayan teniendo mayor seguridad en todos los sentidos», indicaron las mismas fuentes.
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Los alrededores de la plaza del Ayuntamiento, la Lonja, el Mercado Central, la Ciudad de las Ciencias son algunos de los lugares más visitados de la ciudad. En torno al complejo del cauce todavía no se ha creado la industria turística que vive de los visitantes que hay alrededor del corazón de Valencia. Y esa zona sigue siendo, incluso a punto de entrar en la fase 3 que comienza el lunes, un enlave semivacía, casi desértico. La estampa de un día cualquiera en el centro parecía más bien propia de un domingo o un sábado: pocos locales abiertos y terrazas semivacías. Sin tráfico.
Si se dejan atrás las calles peatonales situadas junto al propio Consistorio (Arzobispo Mayoral y adyacentes), donde varios bares han abierto y trabajan a toda potencia para abastecer a los funcionarios que han vuelto al antiguo convento de San Francisco, son pocos los establecimientos abiertos. El de Jesús Carrasco es uno de los bares con más solera de la plaza, el Ascot. Debería estar bullendo de actividad, pero apenas hay dos mesas llenas. Y al turista, «ni está ni se le espera», admite el camarero.
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Cuenta de ello dan los hoteles cerrados tanto en toda la zona céntrica. Únicamente hay uno abierto, en la calle Barcelonina, y es un lugar extraño, como casi todos los lugares hoy en día, con sofás donde está prohibido sentarse y gel hidroalcohólico donde antes había caramelos.
Mengbi Xu One More, plaza del Ayuntamiento
Mengbi Xu ha vuelto a levantar la persiana del One More, una tienda de recuerdos en la plaza del Ayuntamiento todas las mañanas desde hace un mes. Lo hace pese a que las ventas han bajado: «Antes hacíamos 1.000 euros al día y ahora, si hacemos 200 tenemos que estar contentos». Desconoce cuándo llegarán los turistas, pero mientras tanto subsiste, reconoce, de vender «pulseras con la bandera de España». Los pines, los imanes y el resto de 'souvenirs' tan buscados por los turistas tendrán, como tantas otras cosas, que esperar.
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Iván Granados Quickservice, calle San Vicente
Nadie catalogaría Quickservice, en la calle San Vicente, como un comercio histórico, pero lleva años siendo una constante en el entorno del Consistorio. Abierto prácticamente 24 horas, sigue vendiendo prensa, aunque menos la extranjera. Daba de comer y de beber a turistas despistados por el jet lag, pero ahora, Iván Granados hace cuentas tranquilamente. No hay clientes. «Sobre todo hacíamos turismo y ahora no hay nada», admite. Indica que ellos esperan a los visitantes a mediados de julio, y apunta que no habrá «nada» de turismo internacional.
Jesús Carrasco Cafetería Ascot, plaza del Ayuntamiento
A Jesús Carrasco la decepción le rezuma la mascarilla. El virus no la atravesaría, pero sí la tristeza de ver que la cosa no termina de mejorar. «Las previsiones no podrían ser peores», admite mientras sirve dos mesas que tiene ocupadas en la terraza, una de las más importantes de la plaza y donde era casi imposible conseguir espacio antes de que todo cambiara. Por su discurso se deslizan críticas a la peatonalización («teníamos dos paradas de taxi aquí al lado y las han quitado», dice), pero insiste en que sin turismo, todo es más difícil.
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