Un trabajador de un comercio de la calle Pelayo, ayer. Txema Rodríguez

Turistas que no serán un buen negocio en Valencia

Dueños de restaurantes y locales de belleza ven caer a la mitad la clientela y aprovechan para tomar vacaciones | Empresarios asiáticos del centro cierran un tiempo por miedo a la llegada masiva de italianos en Fallas

Viernes, 6 de marzo 2020, 00:31

Chou se afana tras la barra con una mascarilla verde. No la suele llevar, salvo en esta época del año. Se la coloca para combatir las alergias que padece, como miles de personas en el mundo, aunque nadie creería que una mujer de rasgos orientales, en los agitados tiempos del coronavirus, en un restaurante de comida oriental y a un centenar de metros de la estación del Norte, se oculta el rostro por culpa del polen. Así que aprovecha y mata dos pájaros de un tiro: «Supongo que los clientes se quedan más tranquilos si me ven con ella».

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No hay mucho trabajo, aunque mira por el rabillo del ojo una máquina con aspecto de robot repleta de arroz humeante, y atiende con una sonrisa envidiable e invisible a dos chicas que intentan venderle servicios de telefonía. Calcula que desde que comenzó la crisis del coronavirus la clientela se ha reducido a la mitad, en especial entre los orientales: «Vienen muy pocos a sentarse en las mesas, llaman por teléfono y vienen a recoger la comida. Se la llevan a casa».

Es algo que está ocurriendo con muchos negocios de la zona. «Han cerrado muchos temporalmente para tomar unas vacaciones o realizar alguna reforma en los locales», dice. La causa de esta desbandada es bien sencilla: «Evitar las aglomeraciones de Fallas».

La calle Pelayo vive estos días el mismo ambiente que un lunes de verano. Apenas circulan vehículos. En el restaurante Casa Dragón un par de clientes goza de una soledad inesperada en cualquier otra época del año. Al lado, en uno de los numerosos negocios especializados en belleza que pueblan el barrio -uñas y cabellos en especial- la dueña mata el tiempo jugando con un perro gordo al que lanza doritos.

Un trabajador de una carnicería cercana se fuma un cigarro mientras mira fijamente su teléfono. Es probable que esté leyendo las noticias alarmantes que llegan de cualquier lugar del mundo, aunque en China y su millonaria diáspora la pandemia ha causado una alarma mayor por razones obvias.

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Chou, que además de cocinera es intérprete y trabaja con grupos de turistas asiáticos, añade otro dato. No tiene ninguna actividad como guía durante las próximas fiestas, ni ella ni los que trabajan con otras lenguas. «Nos comunicamos entre nosotros en un grupo y están todos igual, se han anulado todas las visitas previstas», relata.

Fernando Zhou, presidente de la Asociación de Empresarios China-Valencia, ratifica que el miedo está causando estragos en los negocios, en especial los del centro. La masificación fallera y la llegada de turistas italianos ha provocado la bajada de muchas persianas, aunque también señala que otros están «funcionando con absoluta normalidad». «Y la situación en China ha mejorado y parece bajo control, así que esta situación va a ser temporal», dice.

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Percepción empresarial

Desde la Asociación de Comerciantes Chinos de la Comunitat explicaron ayer que aunque la entidad no ha hecho ningún llamamiento a echar el cierre sí tienen constancia de que habrá «bastantes negocios» que lo harán de manera voluntaria «por la preocupación ante la cantidad de visitantes que vienen, de los que no se sabe si están infectados o no». También añadieron que la medida afectará especialmente a bares, aunque tienen constancia de que la secundarán otro tipo de comercios del centro. Además consideraron necesario el uso de mascarillas para evitar riesgos.

Desde el Centro de Cultura China en Valencia hicieron un llamamiento a la tranquilidad y dijeron que la medida la aplicará una parte mínima de negocios. La principal preocupación, añadieron, tiene que ver con los turistas italianos que arribarán de cara a las fiestas josefinas.

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Pero no todos lo ven igual. Por ejemplo, el propietario de uno de los restaurantes más conocidos de la calle Pelayo anda en busca de una casa de alquiler fuera de la ciudad para llevarse a su familia. Hasta que pase la crisis y vuelvan los clientes perdidos.

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