
Los últimos de Gavarda resisten 30 años después
LA REGIÓN OLVIDADA ·
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LA REGIÓN OLVIDADA ·
El municipio fue trasladado por la pantanada pero medio centenar de vecinos aún viven en el antiguo núcleo, un pueblo fantasmaA. TALAVERA
Lunes, 20 de septiembre 2021, 01:27
LAS PROVINCIAS arranca con la región olvidada un espacio semanal que todos los lunes retratará la lucha de pueblos despoblados por no desaparecer, las historias de sus habitantes y la necesidad de una mayor implicación para evitar que se vacíe el interior de la región
Silencio. Ni coches ni peatones. Sólo el ruido de los pájaros. Éste es el ambiente más habitual en el antiguo núcleo de Gavarda, que entre sus habitantes es conocido como Gavarda 'vell 'o de 'baix' para diferenciarlo del nuevo municipio situado a un kilómetro, en la zona alta.
Aunque empadronadas oficialmente hay 70 personas, aquí viven durante todo el año no más de 40 con una historia marcada por la resistencia. Resistencia ante el gran golpe de la 'pantanada' de 1982 que asoló la zona y con el suficiente aguante para conservar sus casas pese a las presiones en aquel momento.
Tras la rotura de la presa de Tous se construyó un nuevo pueblo en la montaña para evitar inundaciones. La mayoría de vecinos optaron por mudarse a mediados de los 90 pero unos cuantos decidieron quedarse pese a que la localidad se convirtió en un pueblo fantasma.
«Yo me quedé porque mi casa es mucho más grande y aquí estamos en llano», comenta una mujer que lleva más de medio siglo en el Gavarda original. Como ella, el resto de sus vecinos que se negaron a abandonar sus casas o las de sus padres.
Las viviendas de los vecinos que sí se mudaron a la zona alta fueron derribadas dejando una estampa de decadencia que sigue siendo visible casi tres décadas después. Los antiguos pavimentos de comedores y cocinas luchan por aguantar ante la fuerza de la naturaleza que invade gran parte de estos solares. Terrenos que ahora son aprovechados por los actuales residentes como aparcamientos.
A esta imagen de pueblo casi deshabitado se une la falta de servicios. El bar y la iglesia son los únicos que se mantienen y son los centros de reunión. El bar en el antiguo Gavarda tiene una función mucho más amplia que la de servir cafés y bocadillos ya que también sirve de punto de Correos. Y es que la colaboración entre los pocos habitantes es esencial, sobre todo, para las personas más mayores.
«El hijo de la vecina tiene una carnicería en otro pueblo, así que le hago el encargo y me trae las cosas. La verdura también la baja el de la tienda de arriba», comenta una de las vecinas octogenarias que no tiene vehículo. El resto se desplazan para realizar todas las compras. «No es un problema porque aunque viviéramos en Gavarda nuevo también necesitaríamos el coche para ir a Alberic porque allí hay pocas tiendas», asegura otra de las residentes.
El silencio sólo se rompe cada media hora por el repique de campanas de la iglesia. Una iglesia en la que un azulejo, a varios metros de altura, marca hasta donde llegó el agua aquel fatídico 20 de octubre de 1982. Junto a la parroquia, la calle Major, con seis casas, no todas habitadas, y solares que evidencias que en los años 80 esta vía era una de las más importantes. Recuerdos de una época más esplendorosa en este municipio se encuentran por todas partes.
En la entrada, vallas de colores donde se ubicaba el colegio. Junto a la carretera, antiguos escaparates que todavía conservan pegatinas en sus puertas, el portabanderas en un balcón que demuestra que durante años ese edificio albergó el ayuntamiento o un cartel, descolorido, que anuncia el fin de las consultas médicas y su traslado al pueblo nuevo.
Sin embargo, el aumento del precio en las viviendas y la nueva forma de ver el mundo tras la pandemia pueden ser un salvavidas para el viejo Gavarda. Dos casas se encuentran en obras y en los últimos tiempos algunos descendientes de gavardins han regresado al pueblo atraídos por la tranquilidad. Y es que para sorpresa de los 'urbanitas', los vecinos de este núcleo casi deshabitado sólo ven ventajas en vivir aquí, donde el tiempo transcurre con calma, recordando a otras épocas.
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