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La Formación Profesional se ha convertido en la opción académica con mayor crecimiento de los últimos años, aunque todavía no amenaza la hegemonía de la universidad, que también gana alumnado, aunque a un ritmo mucho menor.
La tendencia, que se desprende de las estadísticas oficiales ... que publican los ministerios de Educación y de Universidades, puede resultar paradójica teniendo en cuenta que son alternativas que compiten entre sí -exactamente, el ciclo formativo superior con la carrera universitaria-, pero hay que tener en cuenta que las cohortes de alumnos en la edad teórica de ingresar en estos estudios todavía no están afectadas por la caída de la natalidad que se inició en 2009.
Es decir, de momento hay base estudiantil para todos los actores implicados, aunque habrá que ver cómo evoluciona el escenario a partir de 2027, cuando a los nacidos a partir de entonces -que son muchos menos- les llegue el momento de decidir hacia dónde se encaminan. Aunque no se puede perder de vista que se trata de oferta complementaria, con perfiles de salida distintos y en ambos casos necesarios.
La FP tiene a su favor su enfoque práctico, su rápida empleabilidad y el haberse convertido en la niña bonita de las políticas educativas, lo que se traduce en más inversión y más oferta de plazas. Por contra, en la universidad, lastrada por años de infrafinanciación, las reformas han incidido más en la regulación de los centros y en el capítulo de personal, combatiendo la precariedad y facilitando el relevo generacional. A su favor tiene el aura de ofertar los estudios superiores por excelencia y la calidad de los perfiles profesionales que genera, en términos de inserción y de retribución, aunque a veces los demandados por el mercado no siempre coincidan con las aspiraciones del estudiantado.
Evolución del alumnado
Según los datos oficiales sobre alumnado de nuevo ingreso, las universidades valencianas sumaron 34.866 estudiantes en el curso 2022-2023, el último con resultados detallados, mientras que otros 28.575 iniciaron un grado superior de FP. Aún hay diferencia (6.291) pero se va acortando con el paso de los años, pues en el ejercicio 2018-2019 las cifras fueron de 30.946 y de 22.615, respectivamente (8.331). En términos relativos, mientras que los campus han ganado un 12,67% de alumnado, los centros de FP lo han hecho en un 26,35%. Crecen mucho más rápido.
La misma pauta se da, lógicamente, si se cuenta el total de matrículas (+8,41% en las universidades y +27,9% en las escuelas de FP), aunque el comportamiento de los actores es algo distinto si se mira la titularidad, pues el sistema universitario crece, sobre todo, gracias a la red privada. Recurriendo a los mismos periodos temporales, su alumnado nuevo se ha incrementado en un 54,22% frente al discreto 3,64% de la red pública, cuya dimensión le permite seguir copando la mayor parte de la matrícula: ocho de cada diez estudiantes se forman en sus centros y facultades.
El último informe 'La universidad española en cifras', de la Conferencia de Rectores CRUE, también analiza este escenario, aunque a nivel estatal. Y lo achaca a que la red pública se estabilizó coincidiendo con la entrada en el nuevo milenio, al contrario que las universidades privadas, que además «han reforzado su posición relativa en las ramas de enseñanza donde la demanda social es más intensa, como las titulaciones de Ciencias de la Salud, y donde es más extensa, tal y como se manifiesta en las de Sociales y Jurídicas». Los datos valencianos también lo acreditan.
En Formación Profesional se da una situación parecida, aunque mucho más equilibrada. El crecimiento del alumnado de nuevo ingreso ha sido del 33,6% en los centros privados y concertados frente al 24,31% de los públicos. Porcentajes que, si se mira la matrícula total, son del 42,86% y el 23,7% respectivamente.
El empleo
El informe de los rectores analiza la adecuación de la oferta a la demanda del tejido productivo y también la compara con el entorno internacional, lo que sirve para afianzar la idea de que no sobran universitarios, pues el número de universidades es acorde al promedio de los países de la OCDE, así como la tasa de educación superior entre la población adulta.
Además, destaca la cantidad de ofertas de trabajo que se han destinado en los últimos años a los perfiles de egresados, una idea que se defendió en el informe previo 'La inserción laboral de los universitarios 2013-2023', de la Fundación BBVA y el Ivie. Este trabajo incidía también en la calidad de los empleos.
Los estudios de los ministerios de Educación y de Universidades sobre empleabilidad, tanto de graduados como de técnicos superiores de FP, permiten comprar la tasa de afiliación media a la Seguridad Social así como la base de cotización anual, que ayuda a aproximar las retribuciones.
Respecto a la inserción, en la cohorte de graduados del 2017-2018 el 77,72% estaba cotizando a los cuatro años de acabar, lo que se puede entender como que trabajaba en el momento de elaborarse el informe. Un porcentaje que en la FP llega al 66,6%. El parámetro sólo es favorable a los estudios profesionales en caso de fijarse en su situación un año después de titular: 51,69% de los egresados valencianos frente al 52,1% de los técnicos superiores.
Lo mismo pasa desde el punto de vista de la remuneración: la universidad gana en cualquiera de los periodos, con una base de cotización media de 27.763 euros a los cuatro años frente a los 21.419 de la FP.
Los datos referidos son globales, un promedio de todos los alumnos de los diferentes estudios, y hay titulaciones que despuntan especialmente. Sucede con el ámbito de las ingenierías, como acredita la base de datos de la Fundación BBVA y el IVIE. Tienen mejor salario, mejores tipos de contratos y también destacan en términos de inserción. Sólo Medicina les hace sombra.
Sin embargo, las preferencias del mercado no siempre coinciden con las del alumno, que además, condicionan la oferta de plazas que hacen los centros, como destaca el análisis de la CRUE. En el caso de las ingenierías, «un ámbito con elevada empleabilidad y razonables condiciones laborales, el retroceso de la demanda sigue siendo muy acusado», señala, situándolo a nivel estatal en un 15%. El porcentaje se refiere a la reducción de matrículas como primera opción entre 2015 y 2022. Sin embargo, la tasa de paro es residual: 3,6% de los egresados. Sólo es más baja en Medicina y Enfermería.
Los costes
Los grados universitarios y de Formación Profesional son enseñanzas postobligatorias de diferente duración y que atienden a perfiles profesionales distintos. Otra diferencia es el coste que tienen para los interesados (o sus familias), lo que puede suponer un factor diferenciador que sólo se puede corregir con una adecuada política de becas.
Y como ha advertido la CRUE, en el ámbito universitario existen brechas económicas que condicionan el acceso y la continuidad, por lo que ha planteado una dotación adicional de mil millones anuales para conseguir una verdadera igualdad de oportunidades, de manera que los colectivos más desfavorecidos reciban las cuantías suficientes que les permitan cubrir todos los gastos necesarios para no ver interrumpida su progresión. La dotación se ha llegado a estimar en unos 600 euros mensuales para cada uno, el doble de lo que se recibe.
Pese a su insuficiencia, en el informe de los rectores se pone en valor el incremento presupuestario de los últimos años, que en el caso valenciano ha permitido que dos de cada tres estudiantes reciban algún tipo de beca: del Estado, de la comunidad o de su universidad. Según el último dato del ministerio, fueron 106.203 los beneficiarios en el curso 2021-2022. Un 12% más que cinco años antes.
Y es que estudiar en la universidad es caro. En la pública y mucho más en la privada, a diferencia de la FP, que no tiene coste en materia de enseñanza en la primera red mientras que en la segunda, si es concertada, se limita a 25,7 euros mensuales. Otra cosa son las aportaciones o los costes de los materiales.
En cualquier caso, la evolución de las tasas de matrícula en la universidad ha sido positiva para los alumnos, en el sentido de que se han reducido en los últimos cinco años fruto del acuerdo alcanzado entre el ministerio y las comunidades en 2020 y, previamente, a iniciativa propia del Consell del Botánico.
En función de la experimentalidad de la carrera cursada, la minoración ha sido de 64,2 euros anuales para un alumno de nuevo ingreso en los grados más asequibles (como Derecho) y de 189,6 en los más costosos, como Medicina. Las ingenierías, por su parte, han reducido sus precios en 175, 8 euros, mientras que estudios del nivel 3 (Psicología por ejemplo) bajan 142,8, mientras que los de experimentalidad 2 (es el caso de Administración y Dirección de Empresas) lo hacen en 130,2. La contrapartida es que el dinero que dejan de ingresar los centros vía copago lo tiene que aportar la Generalitat.
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