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La irrupción de las herramientas de inteligencia artificial (IA) que permiten la elaboración automática de textos está obligando al profesorado a reinventarse para evitar su ... utilización fraudulenta. Y más en la coyuntura actual, en la que la evaluación continua permite dar un peso especial a los trabajos que presenta el alumno.
Hay universidades que disponen de guías para facilitar la tarea a sus docentes, que sobre todo se centran en adaptar los criterios a valorar, de manera que desanimen a los alumnos pícaros por hacer inútil el uso de las nuevas aplicaciones. Además, ya se están validando herramientas de detección, similares a las que se utilizan desde hace años para encontrar plagios o 'copia-pegas'. Incluso hay docentes que están optando por prescindir de los trabajos a la hora de fijar las notas de los estudiantes. Y si los incluyen, exigir una exposición oral, que todavía queda lejos del alcance de los tentáculos de la inteligencia artificial. Es la salvaguarda que se aplica en los trabajos de fin de grado o máster, donde la producción escrita siempre está acompañada de una defensa ante un tribunal.
La aplicación más utilizada en el ámbito universitario, por su carácter abierto y gratuito, es ChatGPT. Se trata de una herramienta informática con la que se puede conversar, planteándole preguntas o instrucciones por escrito para obtener un texto, que es variable (nunca da la misma versión), y puede ser extenso a partir de unas pocas ideas o un simple resumen sobre cualquier temática.
ChatGPT funciona en base a la información extraída de millones de páginas web y otras fuentes digitales, y el resultado se presenta en un lenguaje coherente sin autoría definida. De ahí que resulte especialmente complicada su detección con las herramientas de plagio tradicionales.
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El Centro de Educación y Nuevas Tecnologías de la Jaume I de Castellón ha elaborado una guía sobre la herramienta, a disposición de sus profesores, en la que se abordan aspectos como su fiabilidad a la hora de utilizarla en la docencia, las oportunidades que genera y el riesgo de un uso fraudulento, incluyendo consejos sobre qué se puede hacer a la hora de evaluar a los alumnos. También advierte de que ya hay empresas que anuncian herramientas para detectar textos elaborados por la inteligencia artificial -como AI Text Classifier, que funciona bien con las producciones de ChatGPT-, aunque se aboga por introducir cambios en la metodología que deben aplicar los alumnos a la hora de realizar las tareas.
Así, se plantea pedir trabajos «que no se limiten a la exposición de un tema general», que no sólo impliquen trasladar información existente sino que requieran de «analizar, comparar o criticar», que incluyan tareas prácticas como recoger testimonios o datos reales o que se introduzcan «puntos de vista de diferentes autores o referencias a los mismos». También se aboga por centrarse en temáticas recientes (la información de ChatGPT, de momento, no llega más allá de 2021) o que se aporten otros formatos como vídeos, presentaciones, mapas conceptuales o infografías. Por último se plantea «hacer un seguimiento adecuado de los trabajos durante su realización sin esperar hasta el envío final, con revisiones periódicas en las que se pueda preguntar al alumno sobre el proceso de elaboración del texto».
Estar encima del proceso creativo es la estrategia que se traslada al profesorado de la Universidad Católica de Valencia. «Es fundamental hacer un seguimiento de todo el proceso de elaboración, insistiendo por ejemplo en la utilización de diferentes fuentes o la estructura por capítulos», explican fuentes de la institución.
«Tenemos que intentar que la evaluación de las tareas que hace el estudiante sea lo más directa posible, con métodos como pueden ser entrevistas y exámenes presenciales más allá de los trabajos», explica José Manuel Claver, delegado de la rectora de la Universitat de València para la Universidad Digital. «Los trabajos son importantes, pero es básico que exista contacto y seguimiento en cualquier actividad de aprendizaje, que por otra parte es algo que está más o menos extendido», continúa. Además, la institución decana está en proceso de licitación de una nueva herramienta antiplagio, y la idea es incorporar en cuanto estén disponibles los módulos que detecten la intervención de la inteligencia artificial, que de momento se encuentran en fase de desarrollo y validación.
Por su parte, desde la CEU Cardenal Herrera, además de poner el foco en las potencialidades de la IA a nivel docente, se refieren a la dificultad de que un mal uso en trabajos clave como los de final de grado o de máster llegue a buen puerto, en el sentido de que incluyen «la defensa obligatoria ante un tribunal, por lo que en la presentación oral se puede evaluar la autoría y originalidad». Por último señalan que las herramientas informáticas para su detección «aunque pueden aplicarse en estos trabajos, no son 100% eficaces».
«Desde la Universitat Politècnica de València (UPV) afrontamos la irrupción de los modelos de lenguaje natural como una oportunidad para mejorar y expandir las posibilidades del aprendizaje», señala, en la misma línea, Jose Monserrat, vicerrector de Internacionalización y Comunicación. En cuanto a medidas para garantizar la integridad académica, trabajan «con herramientas de verificación específicas capaces de determinar el nivel de probabilidad de que un texto provenga de un sistema de generación de texto automático, similar a cómo se detectan plagios y copia-pegas en la actualidad». Eso sí «aún estamos en fase de verificación de las mismas, pero avanzamos en esa dirección». Por ejemplo se refiere a Turnitin, muy utilizada para sospechas de plagio y que ya incluye una extensión para detectar texto elaborado por inteligencia artificial, o a IA Content Detector, que es gratuita.
Por su parte, la Universidad de Alicante coincide en la «fiabilidad limitada» de las herramientas ya disponibles, y apunta a la importancia «de apostar por nuevos sistemas de evaluación, y ahí una de las mejores herramientas es la defensa oral de los trabajos», tal y como explican desde el rectorado, por ejemplo, en referencia a los que se exigen para conseguir un título. «El hecho de tener que defender un trabajo ante uno o varios profesores que van a preguntarte qué has hecho, cómo y qué resultados has obtenido es una buena práctica», continúan, antes de destacar que también se está valorando el dejar de pedirlos si no van acompañados de esta defensa. «Y cada vez más docentes apuestan por otras formas de evaluación como pequeños exámenes, preguntas en el aula o exposiciones de temas», sentencian.
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