La prohibición de poner en marcha los sistemas de climatización en la Universitat Politècnica de València (UPV) ha provocado las primeras críticas de los representantes del personal y de algunos estudiantes que este lunes han estrenado la medida, que se justifica en los elevados ... costes energéticos que está asumiendo la institución. A finales de la semana pasada sólo se activaron los equipos entre las 10 y las 18.30 horas. Y desde ya sólo operarán en espacios sensibles que requieran de temperaturas concretas.
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A nivel sindical han molestado las formas, que no se hayan aplicado soluciones intermedias o alternativas que no pongan en riesgo el confort térmico que marca la ley para los espacios de trabajo e incluso que no se haya actuado en otras partidas que se consideran prescindibles. Algo parecido plantean los alumnos consultados, si bien es destacable la división de opiniones en cuanto a los primeros efectos.
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«Cuando he entrado al aula se estaba bien porque vienes de la calle y hace frío. Pero al final de la clase, que era a primera hora, ya empezaba a sudar», explica Juan A., estudiante de Ingeniería Informática, mientras almuerza en las proximidades de su escuela. No se atreve a precisar cuántos eran -«bastantes, por lo menos 50»- pero señala que no ha sido el único que ha tenido calor. El compañero que le acompaña todavía no ha tenido clase, aunque augura que la situación sólo puede ir a peor. «El tiempo todavía es soportable, pero cuando llegue el frío ya veremos qué hacemos, nadie quiere pasarlo mal en el aula», tercia.
Los dos reconocen que la medida se ha convertido en el tema de conversación estrella durante las primeras horas de la semana y aunque recalcan que están a favor de fomentar el ahorro, consideran que se podría haber optado por otras vías menos drásticas, como limitar el aire a determinadas franjas horarias.
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Poco antes de las once de este lunes la temperatura ambiental en el campus de Vera es de 21 grados. La nubosidad predomina y la sensación térmica es agradable. Al aire libre ganan las sudaderas y las mangas largas. En las aulas, las que se pueden ver desde el exterior, las cortas. Muchas ventanas están abiertas, aunque es imposible discernir si se debe a las cautelas anticovid o es la única forma de refrescar unas estancias donde se juntan decenas de alumnos.
«Yo sí he tenido mucho calor a primera hora. Éramos unos cien», tercia un joven de Ingeniería Agroalimentaria mientras descansa en el Ágora junto a un nutrido grupo de compañeros, donde queda patente la división de opiniones. Un estudiante de doble grado ha tenido examen y dice que en el aula se estaba «bien». Y otra estudiante, que se identifica como friolera, lo reafirma, aunque reconoce que el pasado viernes sí escuchó quejas tras una clase. En la terraza de arriba, cerca de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, otro grupo comenta la medida en unos bancos. Han tenido sesión de laboratorio y no han notado calor, aunque se preguntan qué sucederá cuando llegue el frío, pues recuerdan perfectamente lo que se sufre en pleno invierno con las puertas y ventanas de las aulas abiertas por el Covid. Y entonces sí se podía recurrir a la climatización.
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También se preguntan qué sucederá cuando bajen las temperaturas desde UGT PV, que a través de un comunicado recuerda a la comunidad universitaria que existen unas temperaturas mínimas y máximas fijadas por ley que se deben respetar. «Compartimos la necesidad de reducir los consumos energéticos, pero no a costa de la salud del personal», se señala, antes de plantear medidas organizativas alternativas al 'gran apagón', como fomentar el teletrabajo, la adaptación de turnos o la apertura selectiva de edificios en días no lectivos.
«Aunque hay diversidad de posturas, sí ha generado malestar que se tome la decisión sin consultar y por la vía de la imposición. La gente se pregunta qué pasará cuando llegue el frío, si se recurrirá a calefactores y será peor el remedio que la enfermedad», explica José Sahuquillo, secretario general de la sección sindical, que también plantea alguna opción intermedia, como el uso de la climatización en determinadas franjas horarias.
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Desde el Sindicat de Treballadors de l'Ensenyament (Stepv) se ha pedido al rector José Capilla que «desautorice» la orden de la vicerrectora de Desarrollo Sostenible, de la que proviene la instrucción, reclamándole además «que predice la austeridad con el ejemplo, adelgace su administración de cargos a dedo y paralice los gastos de representación del Rectorado», tal y como se recoge en un comunicado dirigido a la comunidad académica. También se recuerda que sí ha habido dinero para la reforma del despacho del rector, para elevar las direcciones de área o para crear nuevos organismos «que no mejoran la organización ni aportan valor al servicio que damos».
«El malestar se debe a que la sensación de las plantillas es que todo el esfuerzo proviene de los mismos. Estamos en un contexto con menos contrataciones docentes, y con personal de administración y servicios con serias dificultades para desarrollar su labor, en laboratorios o en sistemas informáticos», explica Vicent Juliá, delegado de la organización, que en el comunicado recuerda a los trabajadores que de incumplirse la normativa sobre temperaturas se puede recurrir al personal de prevención de riesgos laborales.
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Por su parte, desde la Delegación de Alumnos consideran normal «que prohibiciones de este tipo generen rechazo y polémica», aunque entienden que es necesario «concienciarse en ser más sostenibles de lo que somos actualmente», en palabras de su representante, Lea Olcina. «Entendemos que es una medida de carácter urgente por el incremento exponencial de los gastos, y que al final con el ahorro de estos meses estaremos mejor preparados para poder aclimatar las instalaciones de cara a la temporada de frío», añade.
La UPV insistió este lunes en que la decisión es de carácter temporal y que «regirá durante las próximas semanas o meses mientras la temperatura ambiente lo permita». Asimismo, «si hay un cambio brusco meteorológico la medida se revisará», se concluye.
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