«Me vacuné el 3 de mayo con Janssen y tengo el certificado que lo acredita. Pero desde entonces me han hecho cuatro pruebas serológicas y todas dicen que no estoy inmunizado. Nadie me dice qué debo o puedo hacer». Antonio Alfonso es un ... vecino de Valencia de 69 años de edad y forma parte, o al menos eso pensaba, de los tres millones de residentes en la Comunitat que cuentan con la pauta completa de la vacuna contra el Covid. Sin embargo, los análisis serológicos a los que se ha sometido en un laboratorio –hasta en cuatro ocasiones distintas– no dejan lugar a dudas: su organismo no ha generado anticuerpos, por lo que apenas tiene garantías de que, en su caso, la vacuna vaya a cumplir su misión si se infecta de coronavirus. El principal problema, según relata a LAS PROVINCIAS, es que ni su médico de familia, ni los distintos servicios de Medicina Preventiva o Salud Pública de la Conselleria de Sanidad, son capaces de ofrecerle una alternativa. «Se escudan en que no hay un protocolo y no me dan ninguna solución«, lamenta.
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Por ahora no es posible saber cuántos valencianos se encuentran en la misma situación que Antonio porque apenas se ha generalizado la realización de unas pruebas serológicas que únicamente es posible llevarlas a cabo a través de un laboratorio privado y abonando entre 30 y 40 euros, aproximadamente. Sin embargo, y atendiendo a los porcentajes de efectividad que reconocen las propias farmacéuticas, podrían ser cientos, quizá miles, los vacunados en la Comunitat que no están inmunizados y lo desconocen. Y mientras las autoridades europeas, nacionales y autonómicas abordan el problema, los profesionales sanitarios ya han puesto sobre la mesa la más que segura necesidad de revacunar, especialmente a población de riesgo, a mayores de 65 años y a profesionales esenciales, como los propios médicos, enfermeros y demás sanitarios.
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Al respecto, desde el Sindicato de Enfermería Satse –estos profesionales son los encargados de la inoculación– insisten en que no existe ningún documento ni del Ministerio de Sanidad ni de la conselleria que indique cómo actuar en los casos en los que las pruebas serológicas muestren que no existe inmunidad, aunque matizan que existe la posibilidad de que, pese a estas pruebas negativas, sí se haya alcanzado un elevado grado de protección. «Esta podría ser una de las causas por las que no se llevan a cabo estas pruebas», apuntan.
En esta línea, fuentes médicas de Atención Primaria aseveran, incluso, que no sería positivo que se llevaran a cabo estos análisis entre el personal sanitario. «¿Y si la prueba serológica sale negativa qué hacemos? ¿Nos cogemos la baja hasta jubilarnos o venimos cada día a trabajar con miedo?», se preguntan. «No van a hacer nada si encuentran a algún profesional sanitario que no tenga anticuerpos porque puede tener inmunidad celular, que no es detectada en la serología», replican desde el citado sindicato.
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El Área de Investigación en Vacunas (AIV) de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat (Fisabio) coordina ya el programa Covidrive, un proyecto internacional que estimará la efectividad de las vacunas frente al Covid-19 en Europa y que arranca este mes de agosto. «Covidrive aportará información imprescindible a la hora de diseñar los programas de vacunación en Europa y permitirá a las empresas farmacéuticas proporcionar los datos de efectividad vacunal requeridos por las agencias regulatorias», explicó Antonio Carmona, investigador del AIV y coordinador científico del citado proyecto.
Y es que los contagios entre sanitarios vacunados se han disparado en la Comunitat. En concreto, en apenas un mes –entre el 1 y el 29 de julio– se han infectado 523 profesionales sanitarios de la red pública valenciana, especialistas que, en la gran mayoría de los casos, cuentan con la pauta completa desde marzo.
Además, en torno al 8% de los pacientes contagiados que requieren ingreso hospitalario también habían recibido los dos pinchazos o la monodosis de Janssen, cifra que abre la puerta a la posibilidad que no todos ellos estuvieran plenamente inmunizados, puesto que el principal valor de la vacuna es evitar que la enfermedad presente síntomas graves, además de reducir –que no eliminar– las posibilidades de contagio y transmisión.
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Para tratar de despejar dudas, según indican desde Satse, el servicio de Prevención está a la espera de recibir los resultados de estudios de inmunidad elaborados entre la población vacunada, tanto sanitaria como no sanitaria, seis y doce meses después de que completaran la pauta, para constatar la evolución de los anticuerpos, de ahí que esperen que el próximo mes de septiembre puedan contar con algo más de información, puesto que se cumplen seis meses desde que la gran mayoría del personal sanitario fue inoculado con las dos dosis. Sin embargo, «y salvo que haya modificación del protocolo del ministerio o estudios científicos que lo avalen, no se va a hacer ninguna modificación, no hay nada al respecto».
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Ante ello, la única alternativa es apostar por la revacunación general –al menos en grupos de riesgo, mayores y profesionales esenciales– para tratar de cubrir ese posible vacío, señalan desde Satse. «En principio sí sería viable poner ya una tercera dosis, pero habrá que esperar a los estudios que lo avalen», agregan. Al respecto, justifican que, además, los especialistas abogan por acortar el tiempo que pasa entre la primera y la segunda dosis ante el avance de la variante Delta así como inocular un tercer vial. «Cuando acaben los estudios habrá una evidencia científica que avale la tercera dosis, y en los que no hay detección de anticuerpos, que no tengan inmunidad, se volverán a revacunar, pero para eso hace falta una evidencia científica y los estudios están en marcha», subrayan.
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Pero mientras tanto, valencianos tan precavidos como Antonio –que ha pasado la mayor parte de la pandemia aislado junto a su mujer en un apartamento– seguirán con la incertidumbre de saber cuándo podrán constatar que realmente están inmunizados. Porque, por ahora, «me dicen que no me vuelven a vacunar porque no soy infartado, ni trasplantado ni paciente oncológico». «Me han estropeado el verano, no he podido ver a mis nietos ni asistir al bautizo de uno de ellos, porque para eso me hice las pruebas de anticuerpos«, concluye.
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