La Valencia de California, una ciudad dividida

Las vacaciones del verano de 1965 del alcalde Adolfo Rincón de Arellano fueron muy diferentes. En vez de descansar en su chalé familiar de Jávea, se vio metido, un domingo, 20 de agosto, en una multitudinaria cena instalada al aire libre bajo carpas. Y nada menos que al noroeste de Los Ángeles, en California. Donde él y su esposa habían sido invitados a representar a la ciudad del Micalet en el nacimiento de una ciudad nueva. Que, promovida por la inmobiliaria Newhall Land and Farming Company, llevaría por nombre Valencia.

Aquella era tierra de fiebre del oro, un valle de indios y vaqueros de verdad donde se rodaron no pocas películas, mudas y sonoras. Las crónicas y recuerdos que se pueden rastrear por las redes todavía hablan de aquella noche en la que los herederos del viejo terrateniente Henry Mayo Newhall pusieron en marcha la conversión de un enorme rancho agrícola y ganadero en una ciudad nueva, concebida para el bienestar de clases acomodadas que huían del ajetreo de Los Ángeles.

El paisaje tenía y tiene un «no sé qué» que hace recordar el de la Sierra Calderona. La Valencia nueva nacía con el pedigrí que el departamento de promoción deseaba: en la cena, cada nuevo propietario recibió un fantasioso pergamino en el que se relataba la cadena de propietarios de su parcela. Desde el rey de España, pasando por los misioneros franciscanos, aparecían los tenedores de la finca durante el virreinato español, el gobierno de México independiente y California.

Las crónicas de la época hablan de nuestra Valencia como una «ciudad de antiguos esplendores moriscos» y de «una cena elegante, adornada con la presencia de un apuesto médico, el alcalde de Valencia, España». Con la Senyera sobre la mesa, Rincón de Arellano habló, en efecto, y saludó a los nuevos valencianos de California.

La Valencia de California (34º 23' 22'' N / 118º 33'53'' O) se construyó, desarrolló y creció durante años hasta hacer felices a muchos vecinos. El parque temático Six Flags Magic Mountain le dio actividad y fama añadida; el California Institute of Arts proporcionó un inequívoco sello cultural. Los campos de golf de la zona, varios y extensos, indican que estamos ante una zona residencial de calidad.

En una vieja foto encontramos al promotor de la nueva ciudad y a un caballero, de apellido familiar en Valencia, que se llama Álvaro Moliner. Es el cónsul de España en Los Ángeles en los tiempos fundacionales, un hombre que sin duda tuvo mucho que ver en el alma de la «nueva Valencia».

En la planicie, Los Ángeles, la enorme ciudad del cine, de Disneylandia, pozos de petróleo al lado de las autopistas de ocho carriles. La Interestatal es la Old Road, el camino que unía las misiones coloniales emplazadas a una distancia que se pudiera recorrer a una jornada de mulo.

La Valencia de California ha crecido mucho. Hasta partirse. Una parte quiso estabilidad administrativa y en 1987 se fusionó con tres grandes urbanizaciones vecinas, Saugus, Newhall y Canyon Country, para dar paso a la municipalidad superior de Santa Clarita.

Pero hay otra Valencia, otra parte de la fundacional, que va a su aire administrativo. Compuesta ahora por unas 50 urbanizaciones, es la ciudad-cuna bautizada en 1965 que en 1967 empezó a estar habitada en la colonia Old Orchard 1, a la que siguió la número 2 y luego la Valencia Hills. Una cadena de urbanizaciones que sigue creciendo. Pero ni una ni otra Valencia han renunciado al nombre. Ninguna ha querido perder su personalidad y mantiene el símbolo de las aspas como distintivo.