![El valenciano que tumbó a la FNAC](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202105/03/media/cortadas/160249584--1248x1060.jpg)
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Esta es la historia de David contra Goliat. «Una cuestión de dignidad, de puro orgullo», como titula su protagonista, Álvaro Badía, el valenciano que ha tumbado a FNAC. La noticia ocupó espacio en todos los medios nacionales a principios de abril. El Tribunal Superior de Justicia de Madrid ordenó a la cadena francesa que entregara móviles Huawei de 699 euros a 124,90 euros a los socios -139 euros a los que no lo son- tras la pelea judicial de un ciudadano que entre las opciones que barajaba no estaba la de rendirse. En octubre de 2019, FNAC colocó en la red un auténtico chollazo y fueron casi 13.000 personas las que compraron el teléfono, pero la empresa, tras detectar lo que ella calificó de «error tipográfico», se negó a servir las compras. FNAC calculó un agujero en sus cuentas de más de siete millones de euros.
Álvaro se sintió engañado y recurrió a Confianza Online, que le recomendó recurrir a la Junta Nacional Arbitral de Consumo, «que dictaminó un laudo a mi favor». Con el documento, este valenciano inició una ofensiva para reclamar el móvil al precio que lo había comprado hasta que un día tocó el cartero en la puerta de su casa: «FNAC me demandó por un laudo que no había decidido yo y que me era favorable».
El primer pensamiento que le pasó por la cabeza a Álvaro fue abandonar pero de todas maneras tenía que pagarse un procurador. La denuncia se presentó en el TSJ madrileño. «Si me allanaba tenía que gastarme el dinero en el procurador, si me declaraba en rebeldía igual me hacían pagar hasta las costas, por lo que empecé a buscar una vía alternativa». Contactó con varias organizaciones hasta que en la Unión de Consumidores abordaron su tema: «Me hice socio, me dieron cobertura jurídica e iniciamos la batalla».
Las previsiones no eran muy optimistas. «Me dijeron que podría tardar tres o cuatro años en resolverse», apunta Álvaro, que al final siguió adelante por una cuestión de orgullo. «Yo compré un móvil, no iba a hacer negocio para revenderlo después. Además, no me creí la explicación de FNAC, porque si ves que en cuestión de muy pocas horas hay una compra de 12.911 terminales te tienen que saltar las alarmas. Para mí fue una estrategia de la empresa para captar socios».
Al final no hubo juicio y todo se quedó en una deliberación. «Nos dieron la razón y encima la FNAC pagará las costas. Lo que más me sorprende es que todo se ha resuelto en meses», apunta. La suya es la primera batalla ganada. Detrás de él, unos cuantos pero en ningún caso los 12.911 pedidos. «Muchos no recurrieron a la Junta de Arbitraje. Desistieron y ya está. FNAC, a pesar de que yo he ganado, no verá esos siete millones de euros comprometidos».
Álvaro sigue esperando su teléfono móvil. «FNAC todavía no se ha puesto en contacto conmigo y tenía un plazo de dos semanas», apunta. Si le entregan el terminal sabe que será equivalente a la gama del que compró en su día. Los móviles han evolucionado y le darán uno más barato. «Bueno, el caso es que tengo la satisfacción de saber que yo sólo he podido contra un gigante comercial», finaliza.
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