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ANA CORTÉS
Lunes, 9 de septiembre 2019, 00:23
valencia. Desde las últimas décadas, Occidente vive un auge sin parangón de la alimentación vegetariana y vegana. La primera se nutre de frutas, verduras, frutos secos, legumbres, cereales, huevos y productos lácteos. El régimen vegano sí que veta estos dos últimos productos de origen animal. Según los últimos datos de la consultora Lantern, España se colocaría entre los diez países del mundo con más ciudadanos cuya alimentación es principalmente vegetal. Tal y como revela la misma fuente, uno de cada diez españoles sigue esta tendencia de consumo, que también gana adeptos en la Comunitat. Una mayor sensibilización por el trato que reciben los animales en las ganaderías, la voluntad de reducir la ingesta de carne por motivos de salud o convicciones ecologistas han sido los motores de expansión de este hábito de consumo, residual hace apenas diez años.
Para Carlos Morillas, endocrinólogo en el Hospital Universitario Doctor Peset y profesor asociado de Medicina en la Universitat de València, la dieta vegetariana es una de las más saludables para el ser humano. No obstante, no supera a la mediterránea, «la óptima para la Organización Mundial de la Salud». «El vegetarianismo combina productos vegetales con huevos y lácteos, es una opción muy aceptable. El problema es mayor con la dieta vegana, donde se elimina todo producto de origen animal y aparecen carencias importantes de vitamina B12», explica Morillas. El facultativo recuerda que esta falta es un problema muy frecuente entre los veganos, pero que también puede afectar a un vegetariano «que descuide el consumo de ovolácteos». «Generalmente provoca anemias, aunque una falta a largo plazo puede provocar patologías neurológicas que deriven en demencia o afectar a la sensibilidad de pies y manos», detalla el médico.
Por su parte, David Román, portavoz de la Unión Vegetariana, apunta que tanto la dieta vegetariana como la vegana «son perfectamente saludables si están equilibradas, y lo son para toda persona o edad». «El consumo de carne está en el centro de los grandes problemas de salud pública, como la obesidad, las enfermedades cardiovasculares o la diabetes», explica Román.
Sin embargo, las dietas basadas en vegetales no son per sé equilibradas. Los expertos del sector recomiendan a las personas que las siguen que se informen para que su consumo sea lo más variado posible y poder así evitar carencias. «La evidencia científica ha revelado que la dieta vegana es saludable con la adición de la vitamina B12», defiende el portavoz. Coincide con Morillas en la importancia de este suplemento, pues este elemento es primordial para el buen funcionamiento del sistema nervioso. «Una dieta basada en vegetales bien equilibrada contiene todos los nutrientes necesarios y es apta para cualquier fase del ciclo vital, desde el embarazo, a la niñez o la vejez», concluye.
Ana Martínez, profesora de danza clásica, acaba de superar su primer trimestre de embarazo, y no ha dudado en mantener su dieta vegetariana. Adoptó este estilo de vida por conciencia animalista hace nueve años y en este periodo sólo tuvo que tomar suplementos en una ocasión. «Antes de serlo me informé mucho sobre la mejor combinación alimentaria y sobre los productos que más nutrientes me aportaban según mis necesidades», cuenta Ana. Su media de ejercicio físico son unas seis horas al día y la dieta nunca ha afectado a su rendimiento, tal y como confiesa. «Las críticas al vegetarianismo llegan muchas veces por desconocimiento», afirma.
La falta de información nutricional ha generado una serie de mitos alrededor del mundo vegetariano y vegano que la ciencia ha ido negando, como que estas dietas son bajas en proteínas o calcio. «Se consideraba que la carne era la fuente básica de proteínas y que las vegetales no eran lo suficientemente completas. Lo cierto es que si se consumen diferentes variedades vegetales el aporte proteico es total porque se complementan entre sí. El calcio también lo podemos encontrar en los vegetales, no sólo en los productos lácteos», aclara Román.
Ana recomienda que antes de eliminar la carne de la dieta, el interesado debe conocer en qué consiste este estilo de vida y también su propio cuerpo para saber qué alimentos son los más completos para su organismo. «Es importante la planificación de una dieta equilibrada y también los exámenes médicos, al menos una vez al año como método de control», añade.
En su primer año y medio como vegetariano, Jorge Gil se ha dedicado a conocer los principios básicos de dietética y también su propio cuerpo para dar con el equilibrio adecuado y sin rastro de carne o pescado. «Para llevar una dieta saludable siempre es necesario aprender las bases de la nutrición, sigas el tipo de dieta que sigas», reconoce el joven de 23 años. Su ritmo de vida no se ha visto alterado y no ha impedido que incremente su actividad física. Para él, más que comer carne o no, «lo que influye en la salud es si sigues una dieta saludable o no».
En su caso, acogió el cambio de alimentación por «el impacto ambiental que produce la industria ganadera y por la situación de los animales en ella». Gil considera que el aumento de información sobre la tendencia y la comercialización de productos aptos han sido esenciales para que este tipo de dietas se extiendan como lo han hecho en la actualidad.
Aunque al principio abusó de las mismas recetas por comodidad y no encontraba alimentos fácilmente, con el tiempo aprendió a cocinar en base a su nuevo estilo de vida y, sobre todo, a planificarse. Confiesa que estaba un poco perdido, pero también que aquel momento se trataba de una simple fase para familiarizarse con el nuevo estilo de vida. «Se pueden conseguir recetas muy sencillas, rápidas y equilibradas sin la necesidad de comer carne o pescado», cuenta Gil en base a su experiencia.
Lo cierto es que la variedad de productos para satisfacer las necesidades del colectivo ha sido un buen nicho de mercado en los últimos años. La oferta gastronómica y la de los supermercados se han adaptado con creces y ahora es mucho más accesible seguir una dieta basada en vegetales. Gil coincide en que hay un abanico de opciones veganas y vegetarianas cada vez más grande, pero también tiene asumido que su elección queda reducida en muchos establecimientos. «Cuando sales a cenar, te toca recurrir a ensaladas, verduras o tortillas, en el caso de que seas vegetariano. Además, está especialmente limitado si vas a pequeñas ciudades o a pueblos», concluye el joven valenciano.
El equilibrio nutricional es una de las mayores preocupaciones de la Organización Mundial de la Salud. La entidad identifica a la alimentación malsana como un importante factor de riesgo en enfermedades crónicas, como las cardiovasculares o el cáncer, y advierte sobre la necesidad de aumentar el consumo de frutas y verduras frescas.
En relación a esta meta, la Comunitat tiene terreno que recuperar. Las cifras del último estudio de consumo de hogares españoles, elaborado por el Instituto Nacional de Estadística en 2017, alertaron de que la dieta mediterránea se estaba perdiendo en la región. Los datos sobre la población levantina señalan que la ingesta de alimentos ultraprocesados es habitual y la de legumbres, frutas y verduras no es suficiente. Para acabar con la tendencia, el doctor Morillas también invita a consumir vegetales de proximidad, que además enriquecen la economía local.
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