![CV-500 El Perellonet - Valencia | Vender la huerta desde el arcén de una carretera](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202106/09/media/cortadas/161347663--1968x1310.jpg)
Vender la huerta desde el arcén de una carretera
HISTORIAS VALENCIANAS ·
Cuatro agricultores ofrecen tomates, berenjenas, pepinos o calabacines a pie de la CV-500 en El Perellonet, donde algunos llevan años asentadosSecciones
Servicios
Destacamos
HISTORIAS VALENCIANAS ·
Cuatro agricultores ofrecen tomates, berenjenas, pepinos o calabacines a pie de la CV-500 en El Perellonet, donde algunos llevan años asentadosEl Perellonet es eso que sucede entre el campo y el mar. Es lo que pasa a ambos lados de esa carretera, la CV-500, que atraviesa un parque natural. A un lado, la playa y las urbanizaciones con nombres marinos que se llenan a partir de junio y hasta septiembre de veraneantes. Al otro lado, campos y campos que mantienen la vida de la huerta. Y en medio, la carretera y cuatro puestos de venta de fruta y verduras que ya no es que sean kilómetro cero, es que son kilómetro menos uno. Pepa Pons, de hecho, pelaba ayer cebolletas cuando LAS PROVINCIAS recorrió la pedanía en busca de las historias de quienes acaban regalando berenjenas a los clientes si están demasiado blandas como para venderlas.
En puestos más o menos improvisados, pero con todos los permisos en regla, agricultores de la Albufera se aprovechan de la salinidad de la tierra, entre el lago y el mar, para ofrecer productos de sus propios campos. De la tierra a la bolsa de los clientes en unos pocos días. «Todo lo que vendemos sale de nuestro campo», dice Amparo Reig, más conocida como 'la Nina'. En estos templos de la tierra, al producto de temporada se le venera como a una suerte de dios arcano. «Sólo vendemos lo que está en temporada», dice. Abren de marzo a noviembre, cuando más movimiento hay.
«Sobre todo en verano», asegura Reig. En otoño tienen algunos enemigos que se repiten año tras año, y el más peligroso de todos son los temporales como Gloria. Indica esta vendedora que cuando el mar se volvió loco, salió de su casa en cuanto se retiró la primera ola. «Llené el congelador de llobarros de las piscifactorías», cuenta entre risas. Le mira atentamente Shakira Bettahi, que la ayuda con el puesto y que ofrece incluso pago por Bizum.
El de la Nina es el primer puesto cuando se llega al Perellonet desde Valencia. El siguiente es un de los más reconocibles. Parece casi un supermercado, con sus pasillos e hileras de cajas de tomates y patatas, especialidad de la casa, sí, pero también cebollas, pepinos, calabacines, berenjenas... incluso berenjenas chinas. Al frente de este puesto está Pepa Pons, una de las más veteranas. Tiene 76 años, los ojos verdes y una generosidad llamativa: regala tomates a los periodistas. «Son míos y hago con ellos lo que quiero», dice: «Si tuviera que comprarlos, no».
Son suyos, sí. Como los melones, por ejemplo, que cultiva en sus cuatro hanegadas situadas directamente justo tras el puesto. Trabajan para ella cuatro personas que se encargan del campo mientras ella y una amiga atienden a pie de carretera. Incluso ha alquilado un espacio aledaño a la tienda, una especie de aparcamiento techado por las copas de los árboles, donde los clientes pueden aparcar. Como su compañera de unos metros más adelante (o más atrás, dependiendo de la dirección, claro), ella abre sobre todo de mayo a septiembre. Lleva ya 8 años. «Todo está recién cogido», dice orgullosa. Explica Pepa que al puesto acude «mucha gente adrede, de Mislata o Valencia». El motivo de su éxito es la proximidad. «Mira», dice, enseñando las manos: «Estaba pelando cebolletas». La joya de la corona para ella son los tomates. «Vendemos muchísimo», admite. Y tiene incluso un consejo: «Hay que dejarlo fuera de la nevera para que se madure al aire».
Estos puestos están lejos de los mercados municipales, pero lo son en miniatura. Sobre todo los fines de semana, como reconocen ambas vendedoras. «Esto es un supermercado los sábados», admite Pepa entre risas. La Nina también coincide en que los fines de semana es cuando más clientes tiene. Y no sólo de veraneantes, aunque obviamente hay mucho de eso. Miquel, en otro de los puestos localizados junto a la CV-500, explica que es de cara al fin de semana cuando más género tiene. «Me preparo para los que van a venir el sábado por la mañana», reconoce.
Se da la circunstancia, además, de que junto a algunos de estos puestos hay paradas del autobús, lo que facilita el acceso a los mismos. Además, aunque desde lejos podrían parecer invernaderos, lo cierto es que son fáciles de identificar: muchos de ellos tienen grandes banderas de España y de la Comunitat ondeando sobre sus tejados, para que de un vistazo el cliente sepa dónde tiene que parar. Es fácil hacerlo porque los aparcamientos de los apartamentos situados frente a los campos son públicos.
La importancia de estas tiendas es tal que incluso el Consistorio ha tenido que instalar pasos de peatones que cruzan la CV-500, que en este punto de su trazado se llama avenida de las Gaviotas (como todo en el Perellonet, un nombre marinero, lo que no deja de llamar la atención en una pedanía que abraza de tal manera la huerta). Los cruces, además, sirven para las paradas de autobús, por lo que el efecto es doble.
Ahora se acerca el verano y con él miles de personas se dejarán caer por el extremo sur de Valencia. Muchos de ellos, esperan la Nina y Pepa, se prepararán las ensaladas o los gazpachos con el fruto de sus tierras. Aquí, el campo está más que vivo y sus raíces se confunden con las del pueblo. La CV-500, que todo lo divide, es en este caso la costura sobre la que pivota la pedanía.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.