![Un verano cada vez más largo en la Comunitat](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/04/28/calor-RSXYfP4Q23nxuc2JYO4WrFL-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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Los efectos del cambio climático dejan una huella innegable en la Comunitat Valenciana. Y es sólo el principio porque en los próximos años las consecuencias de este incremento de las temperaturas serán todavía más visibles. Así lo advierten los expertos que aconsejan ... que se tomen medidas de adaptación.
El cambio climático ya está aquí. No se puede dudar y así lo reflejan los datos. Una evidencia es que el mes de junio ha pasado ya a ser parte del verano climático cuando hasta ahora se incluía en la primavera, adelantando el periodo estival en unas tres o cuatro semanas. De esta forma, esta estación se alarga tanto al principio como al final reduciendo también el otoño.
Este mes registra un incremento térmico medio de hasta 2,5 grados en las zonas más altas del interior de la Comunitat.
Las lluvias, por otra parte, han disminuido. Así lo destacan María José Estrela y Javier Miró en un estudio en el que apuntan que en la cuenca del Júcar han caído las precipitaciones frontales del invierno y las que se producían en verano hasta el punto de que la disminución total se cifra en un 20% en algunos lugares.
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De hecho, las previsiones apuntan a que las lluvias en la zona Mediterránea caerán entre un 8 y un 10% a mediados de siglo. De esta forma, lloverá menos días al año y lo hará de forma más concentrada.
También ha empezado a llover de forma diferente, con mayor torrencialidad, y las precipitaciones ya no se concentran en el otoño, como era habitual hasta el siglo pasado.
Las temperaturas también están aumentando y se producen fenómenos extremos como los que estamos viviendo estos días con el termómetro rozando los 40 grados en abril en el interior de la Comunitat.
Otra de las consecuencias del cambio climático que ya se puede detectar es que las temperaturas mínimas se mantienen altas dando lugar a las noches tropicales (aquellas en que las temperaturas no bajan de los 20 grados). Estas se han triplicado desde comienzos de siglo y son ya unas 70 al año. Además, se incluye la particularidad de que se están produciendo 'noches ecuatoriales' que son aquellas en las que los termómetros no caen por debajo de los 25 grados, un fenómeno hasta ahora desconocido en la Comunitat.
Otra de las consecuencias hace referencia también a las temperaturas ya que estas se incrementan más en el interior que en la costa. En algunos puntos, según el citado estudio, son hasta tres veces más altas que en la zona litoral de forma que el calentamiento está siendo el doble en el interior que en la costa.
El incremento de temperaturas tiene consecuencias directas en la agricultura. Así, La Unió ha señalado que la campaña del níspero en la Marina Alta se adelanta este año dos semanas ante un menor tiempo de polinización y mermará la calidad de la fruta, provocando daños en su piel como manchas púrpuras. También la climatología provocará que los calibres sean más pequeños de lo que es habitual.
Por otro lado, los periodos sin llover son cada vez más largas. De hecho, según Estrela y Miró, han aumentado dos días en promedio y, en algunos puntos, hasta cinco. Ahora estamos viviendo un periodo en el que llevamos 80 días sin precipitaciones.
Según Jorge Olcina, catedrático de Geografía de la Universidad de Alicante, en la Comunitat Valenciana y en toda el área del Mediterráneo se está produciendo una «mediterraneización del clima» de forma que el cambio climático en la Comunitat adquiere de esta forma una fisonomía propia.
Olcina expone tres factores que caracterizan esta mediterraneización. Por un lado, el clima se ha vuelto menos confortable en la Comunitat desde el punto de vista térmico. Las temperaturas han aumentado visiblemente. Pero el mayor problema es que se han incrementado las mínimas nocturnas, Este hecho ha propiciado un aumento del fenómenos ya comentado de noches tropicales.
Cobra importancia el incremento de la temperatura del Mediterráneo que ha aumentado en 1,4 grados desde 1982 con sus consecuencias desde el punto de vista climático. Por el contrario, la de la superficie terrestre ha crecido en 0,7 grados. El mar se ha convertido así en un acumulador de calor.
Por otro lado, y en segundo lugar, ha sobrevenido un cambio en el régimen de precipitaciones que han pasado a ser más irregulares pero llueve con mucha más intensidad movilizando mayor energía también en relación con el incremento de la temperatura del agua del mar.
El tercer factor que caracteriza la mediterraneización del cambio climático es la mayor frecuencia de fenómenos climatológicos extremos que ya se aprecian como son los temporales con fuertes vientos que dañan la primera línea de costa, las DANA o las sequías más intensas, como las que estamos viviendo estos días, pero más cortas. «Ya no son como las del siglo pasado de tres o cuatro años sin lluvia», ha remarcado.
Para el catedrático de la Universidad de Alicante los efectos del cambio climático se notan más en la zona Mediterránea que en el resto de España. Este efecto regional se percibe con más intensidad por la acumulación de energía que supone el calentamiento del Mar Mediterráneo que hace que este fenómeno se perciba con matices distintos.
Por todo ello ha señalado que nuestro clima está siendo cada vez menos confortable con altas temperaturas y lluvias más irregulares y más intensas. Esta tendencia es la que va a marcar la evolución en los próximos años en la Comunitat, según ha detallado el catedrático de la Universidad de Alicante.
De esta forma, ha reclamado un esfuerzo de todas las administraciones para adaptar las ciudades a los efectos del cambio climático. En este sentido, ha señalado la necesidad de modificar los protocolos de los servicios de emergencia porque, por ejemplo, las intensas lluvias con las consiguientes inundaciones no sólo se producen ya en otoño si no que se prolongan todo el año.
El catedrático de Física de la Tierra de la Universitat de València, José Antonio Sobrino, ha señalado que entre los efectos del cambio climático se encuentra la subida del nivel del mar, el incremento de las temperaturas, la isla de calor, los episodios de fuertes tormentas, la reducción de la pluviometría o el aumento en el número de noches tropicales.
Sobrino ha añadido que en el Mediterráneo se está produciendo una alteración de la costa y ha resaltado que uno de los problemas que ha evidenciado el cambio climático ha sido la disponibilidad de agua que considera fundamental tanto para abastecer a la agricultura y a la industria como a los seres humanos. Por todo ello considera vital racionalizar su uso.
José Antonio Sobrino, por otro lado, ha destacado que el aumento de las temperaturas conlleva también un incremento del consumo de energía (por ejemplo el aire acondicionado) y también ha reseñado que este fenómeno puede hacer menos confortable la habitabilidad en el Mediterráneo con la consiguiente influencia sobre el turismo.
Otra consecuencia del cambio climático es el aumento del riesgo de que se produzcan incendios forestales. Además, el peligro no se circunscribe ya al verano sino que se extiende a todo el año como lo ha demostrado el reciente siniestro de Villanueva de Viver en Castellón.
Al margen de la falta de gestión forestal en los montes valencianos, la sequía, las altas temperaturas y la escasa humedad relativa combinan un cóctel explosivo para que se produzcan estos fenómenos. De hecho, las previsiones es que estos siniestros sean cada vez más frecuentes como ya se está viendo en España y en otros países del mundo donde los incendios están alcanzando dimensiones nunca vistas.
Valencia y otras grandes ciudades de la Comunitat están sometidas a los efectos de la isla de calor que determina la urbe. Según ha estudiado Eric Gielen, profesor del departamento de Urbanismo de la Universidad Politècnica, la temperatura de la ciudad se sitúa hasta tres grados por encima de la huerta.
Gielen ha explicado que en la ciudad la temperatura disminuye entorno a grandes zonas verdes como el jardín del Turia o Viveros.
Por otro lado, el investigador de la UPV ha apostado por cubrir con más arbolado las plazas de las ciudades, aunque ha matizado que en estos espacios hay que compatibilizar este planteamiento con los usos públicos.
El cambio climático ya se está dejando notar también en el campo valenciano. Según fuentes de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA), desde hace años los efectos negativos están presentes ya que la agricultura mediterránea es más vulnerable a este fenómeno.
En el secano cultivos como la vid, los cereales, el almendro, el olivar han visto reducidas sus cosechas con lo que los costes se han disparado. También se han incrementado en el regadío porque la falta de lluvias ha hecho que este año se haya recurrido al riego por lo que la factura energética se ha disparado. Por otro lado, el calor promueve las plagas lo que ha hecho que se consuman más fitosanitarios.
Un estudio publicado en 'The Lancet' con datos de 93 ciudades europeas, entre ellas Valencia, estima que un tercio de la mortalidad atribuible a las islas de calor (vinculadas al asfalto y al hormigón) podrían evitarse plantando un 30% de arbolado. Según esta investigación, en la capital del Turia se contabilizan unas 120 muertes en la temporada estival por este fenómeno que eleva la temperatura hasta 1,5 grados sobre el entorno.
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