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Licenciado en Ciencias Económicas y comerciales, veterano voluntario de Cruz Roja y por segundo mandato presidente autónomico de la entidad en la Comunitat Valenciana. Rafael Gandía repasa la actividad de la institución humanitaria en la región, echa la vista atrás para revisar la crisis de la pandemia y el éxodo de los ucranianos y pone los retos en el horizonte: combatir la soledad de los mayores, reducir las secuelas del confinamiento en materia de salud mental y mejorar una atención sanitaria todavía mermada tras el Covid.
-Comienza su segundo mandato al frente de Cruz Roja en la Comunitat. ¿Cuáles son los retos?
-Poner a la persona en el centro. Ya lo hacíamos pero queremos hacerlo de forma más intensa e integral. Centrarnos en la atención de colectivos vulnerables. Como siempre, incluso en la pandemia, en los momentos más agudos de la crisis, hemos mantenido la atención a los vulnerables.
-¿Cómo cambió la pandemia la acción de Cruz Roja?
-Nuestros principios son los mismos: ayudar a las personas a resolver sus situaciones de vulnerabilidad sin mirar de dónde vienen ni quiénes son. La pandemia no fue una crisis cualquiera. Fue un antes y un después. Nos obligó en tiempo récord a volcar toda la organización para combatir los efectos de una crisis con muchas incógnitas y consecuencias imprevisibles. Nos enseñó a ser más ágiles y ahora nuestros procedimientos son más rápidos. Y ha traído nuevas debilidades como la brecha digital o la soledad de los mayores. O la salud mental. El confinamiento ha generado problemas emocionales sobre todo en las personas que vivían solas.
-¿Cómo combaten la brecha digital?
-Intentando facilitar el acceso a la tecnología de los colectivos con más dificultades. En la pandemia repartimos 8.500 familias dispositivos electrónicos con tarjetas SIM con acceso a internet. A los niños a través de un programa de ayuda al estudio les hemos facilitado medios para que puedan conectarse. A las personas mayores necesitamos formarlas en las competencias mínimas y hay que diseñar dispositivos que sean fáciles de manejar y que requieran pocos conocimientos.
-¿Han aumentado las personas que sufren probreza?
-Los datos son tremendos. Durante la pandemia aumentó en un 25% el nivel de pobreza y las familias en riesgo de exclusión social. Nos hemos recuperado algo pero quedan secuelas importantes. Luego se complicó con la guerra de Ucrania y la inflación. Tenemos un nivel de paro del 13% en España y un 30% de paro juvenil. Muchas familias sin ingresos o mínimos, insuficientes para llevar una vida digna. Seguimos facilitando alimentos a personas que vienen a solicitarlo.
-¿A cuántas personas atienden en la Comunitat?
-En 2022 atendimos en inclusión social a 162.3634 personas. El total de personas fueron 273.000. Y 1,3 millones en cooperación internacional.
-¿Cómo paliar la soledad de los mayores?
-Es uno de los problemas que más nos preocupan. Y la soledad va a ir a más. Nuestra pirámide de población y el aumento de la esperanza de vida deja cada vez más personas mayores y menos gente para cuidarlas. Con la difícil conciliación laboral, complejo atenderlos en las casas. Nuestra apuesta es que vivan en sus propios domicilios, atendidos. Y la tecnología ayuda, con nuestros voluntarios detrás. Usamos dispositivos como 'Alexa' para recordarles tomar la medicación o animarles a hacer gimnasia. Hay un proyecto piloto con avatares de familiares. En una tablet aparece una imagen de su hijo, de su hija… que le llama para recordarle lo que tiene que hacer. Apps para que una persona sola pueda hablar con personas en su misma situación y genere una red de contactos.
-La atención sanitaria fue la más golpeada tras la pandemia. ¿Cree que se ha recuperado?
-(Se queda pensativo y sonriente). Es difícil porque tuvo muchos efectos y complicó mucho la actividad sanitaria. Otras patologías se agravaron porque toda la estructura se centró en un problema que excedía nuestras capacidades. El sistema de atención sanitaria aún está intentando normalizarse. Se ve aún en las listas de espera y en la atención diaria. Mejora pero aún no está al nivel previo a la pandemia. Y las patologías mentales y atenciones psicológicas se han disparado. Posiblemente el aumento de la tasa de suicidios se deba en parte a la inseguridad, miedos y falta de expectactiva de futuro que vivimos en aquella época.
-¿Y cómo combaten la lacra de la salud mental?-Con nuestro equipo de psicólogos, con un dispositivo de respuesta inmediata. Y con 'Cruz Roja te escucha', en el que atendemos telefónicamente a personas que necesitan apoyo o con depresión.
-¿Cuál es la situación de los ucranianos que siguen ahora en la Comunitat?-Se les atendió en la fase urgente de su éxodo. En los dos centros de atención de la Ciudad de la Luz de Alicante y la vieja Fe. Eso se ha ido disolviendo porque las personas que atendimos tienen ya trabajo, redes de amistades o familiares, en recursos del Gobierno... Otros han regresado a su país o zonas limítrofes. Atendimos a 150.000 personas en toda España, con 17.000 personas en los centros de atención. El Gobierno les facilitó mucho su futuro al darles permiso de residencia inmediato. Muchos con nivel de educación medio y alto y se han logrado integrar.
-¿Se ha agravado el desempleo crónico?-Para salir de la pobreza hay que tener trabajo. Les podemos dar servicios básicos pero esto les solventa sólo la necesidad. La pandemia también fue atípica. La economía sumergida desapareció y agravó la situación de las personas que no tenían ingresos. La prolongación del paro provoca problemas de autoestima y en la familia. Es un elemento muy destructivo que hay que intentar romper. Suelen tener problemas de formación y nosotros les facilitamos competencias. Con convenios con empresas para darles una oportunidad. Estamos por encima del 25% en empleabilidad de personas en riesgo de exclusión social, que es un éxito importante.
-De la pandemia se comentó que nos iba a hacer mejores, ¿se han vuelto más solidarios los valencianos?-Siempre lo han sido. Siempre que ha habido una emergencia, el comportamiento de la sociedad valenciana, de la española, es abrumador. Cuando se produjo la pandemia tuvimos una avalancha de personas que querían ayudar como voluntarios. Hasta el punto de no poder aceptar todas las demandas porque no podíamos formarlos a todos. El llamamiento de captación de fondos 'Cruz Roja responde' quintuplicó las expectativas que nos habíamos hecho del mundo empresarial. En la Comunitat tenemos 126.000 socios que mensualmente nos aportan recursos y estamos trabajando con 28.000 voluntarios.
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