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El auto de la jueza Ruiz Tobarra, donde se imputa a la exconsellera Salomé Pradas y a su número dos, Emilio Argüeso, se cuantifica ... a la víctima 228 de la riada, que responde a las iniciales M. I. P. R., una mujer que padecía leucemia y que, por el caos generado los días posteriores y la falta de asistencia, murió el 12 de noviembre de 2024 tras haber sido ingresada en La Fe.
M. I. P. R. no fue una víctima directa de la inundación pero el hecho de vivir en la zona cero provocó que no se pudiera desplazar ni que le facilitaran transfusiones de sangre ni que fuera tratada con oxígeno, como requería diariamente. La magistrada Ruiz Tobarra, en su auto que esta víctima es la número 225, por lo que con los tres desaparecidos, los fallecidos asciende a 228.
Más de cuatro meses después de la dana del 29 de octubre, los autos firmados por la magistrada Nuria Ruiz Tobarra describen nuevos dramas y añaden detalles a algunos de los más conocidos. Un caso que afecta a 228 víctimas mortales y que desde el lunes ya considera en calidad de investigados a la exconsellera de Emergencias, Salomé Pradas, y al que fuera su número dos, Emilio Argüeso, que fueron destituidos de sus cargos semanas después de la peor riada que ha sufrido la provincia de Valencia.
El auto de Ruiz Tobarra señala claramente que el mensaje de móvil de las 20:11 horas, el famoso Es-Alert, se envió muy tarde para avisar a una población que contaba ya con decenas de víctimas mortales entre sus unidades. Además, también apunta que la reunión del Cecopi se realizó muy tarde, cuando ya era muy difícil tomar las medidas de prevención oportunas para poner a salvo a parte de la población de la comarca de l'Horta Sud, donde se contabilizaron la mayoría de los fallecidos en la inundación.
Muchas de las víctimas, como se ha venido relatando en los sucesivos autos que se han ido publicado además de en la información oficial facilitada desde los servicios de Emergencias, murieron atrapados en sus plantas bajas o en los garajes ya que en ningún momento recibieron un mensaje que les alertara de que había una inundación grave, por lo que había que subirse a plantas altas y no bajar a los subterráneos.
En el último episodio de lluvias, los mensajes cambiaron y se indicó a los ciudadanos que buscaran puntos más altos en el caso de verse en peligro por inundaciones.
Uno de los casos más dolorosos fue el de Janine, una joven de 26 años que estaba embarazada de ocho meses y a la que el 29 de octubre tan sólo le quedaban dos días para coger la baja para dar a luz. La joven trabajaba en una empresa de transporte en el polígono industrial de Riba-roja y llamó a su madre a las 18:53 horas la tarde de la terrible inundación. La joven se había subido a su coche con la intención de poder salir del polígono para irse a su casa pero la gran cantidad de agua acumulada en las calles de la zona industrial le sorprendió. Janine llamó a su madre para decirle que entraba mucha agua en el coche y que se iba a ahogar.
La joven pudo salir de su vehículo finalmente y logró subirse al techo de otro vehículo en el que habían otros jóvenes, que trataban de salvarse de la riada que corría por las calles del polígono de Riba-roja.
Un contenedor de hierro de grandes dimensiones golpeó al vehículo, según figura en el auto firmado por la jueza de Catarroja, en el que se refugiaron Janine y los otros jóvenes. Todos cayeron al agua tras ser desplazados por el golpe del contenedor. El cuerpo de Janine fue hallado sin vida cuatro días después en uno de los campos adyacentes al polígono.
El de esta mujer boliviana es uno de los casos que recoge el auto, como también el de Débora G., que vivía junto a su novio Carlos en la pedanía de La Torre. Ambos se desplazaron a un garaje para sacar un coche y una motocicleta. Sobre las siete de la tarde, Débora, visiblemente nerviosa por la situación, habló con su madre y le dijo que por la calle había mucha agua y que iban a sacar los vehículos del garaje.
A las 20:27 horas, el padre de Carlos escuchó un estruendo muy fuerte y el una llamada de auxilio que decía «la puerta, la puerta». Ese fue el último contacto con la pareja. En ese garaje fallecieron siete personas, entre ellas, Débora y Carlos.
Uno de los relatos más duros es el de Dolores, una esposa y madre de 70 años que vio como esa tarde el agua arrastraba a su marido, a sus dos hijos y a los tres perros de la familia. Dolores estaba la tarde del 29 de octubre en su casa en el termino de Chiva junto a su esposo, Emeterio, y a sus dos hijos, Andrés y Javier.
La mujer relató que sobre las cinco y media de la tarde, su hijo de menor edad, Javier salió a dar una vuelta y al regresar a casa dijo: «Vámonos de aquí que baja agua por todos los sitios y no sabemos de dónde viene». En ese momento, Andrés cogió a uno de los perros y Javier se dispuso a ayudar a su madre.
El agua ya les llegaba a las rodillas, por lo que el hijo ayudó a Dolores y a Emeterio, sus padres, a subirse a una ventana dentro de casa. El otro hijo se fue a otra ventana junto a un perro.
El primero en desaparecer fue Andrés, que fue arrastrado por el agua junto al perro. Emeterio, al ver la imagen del agua arrastrando a uno de sus hijos, gritó y Javier se dispuso a ayudar a su hermano. Se engancharon a las rejas de la casa por fuera y Emeterio salió también dispuesto a socorrer a sus hijos.
A las seis de la tarde estaban enganchados a las rejas de las ventanas por la fachada de la casa pero en cuestión de un cuarto de hora, cuando el agua bajaba con más fuerza y presa del agotamiento, fueron arrastrados los tres, el marido y los dos hijos, junto a los tres perros de la familia. El cuerpo de Guangming lo encontraron el 13 de noviembre, dos semanas después de la dana. Este ciudadano estaba en su bazar en Massanassa y a las siete de la tarde por la calle el agua ya arrastraba a los vehículos. Media hora después, el nivel del agua crecía de manera considerable. Bajaron las persianas del negocio, en el que estaban él y su esposa, para que no entrara más agua.
Al salir a la calle, pasadas las ocho de la tarde y una vez había sonado ya la alarma, el agua corría a gran velocidad por la calle arrastrando coches y formando olas. Guangming y su mujer trataron de subir a la estanterías de la tienda, pero no aguantaban el peso de un adulto por lo que el hombre decidió subir a sus esposa sobre una puerta.
El agua subió a una altura de dos metros y medio. Guangming estuvo agarrado durante mucho tiempo a una farola hasta que un camión golpeó y ya no tuvo tiempo para aguantar agarrado, por lo que fue arrastrado por el agua y falleció ahogado.
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