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Cuando la víctima es un niño

Venganzas y brotes psicóticos. El móvil de la mayoría de los asesinatos de menores es una venganza hacia sus madres, pero hay excepciones como los crímenes de Godella y Cabanes

JAVIER MARTÍNEZ

Domingo, 23 de agosto 2020, 00:02

Una venganza hacia su pareja o un brote psicótico desencadenan muchas veces la tragedia. Los diagnósticos de los forenses y las conclusiones de los investigadores se repiten en la mayoría de los juicios a parricidas que apuñalaron, estrangularon o golpearon hasta la muerte a sus hijos de corta edad. Las cifras de niños asesinados son escalofriantes. Desde 2013, fecha en la que se recogen como víctimas de violencia de género en la estadística oficial, 35 menores han muerto a manos de sus padres en crueles venganzas hacia sus parejas en España.

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Pero existen excepciones como el infanticidio de Cabanes. La Guardia Civil descartó que fuera un caso de violencia de género tras tomar declaración a la madre del niño asesinado el pasado domingo. El parricida no era un maltratador ni una persona agresiva. Miguel era un buen padre y no había denuncias ni antecedentes violentos en el seno de la pareja. Sus familiares y sus amigos no encuentran ninguna explicación sobre su conducta criminal.

Un brote psicótico parece ser el móvil del acuchillamiento de los dos hermanos de 12 y 10 años, aunque ningún médico había diagnosticado la supuesta enfermedad mental que padecía el padre modélico. El psiquiatra forense José Carlos Fuertes, considera que Miguel, por la forma abrupta, inmotivada e incoherente en la que se produjeron los hechos, «padeció con toda probabilidad un episodio psicótico agudo con ideas delirantes posiblemente de culpa o de ruina». Fuertes estima que el parricida de Cabanes era un enfermo psiquiátrico muy severo.

Respecto a los padres que matan a sus hijos como venganza hacia sus parejas, el psiquiatra forense asevera que estos crímenes son perpetrados por individuos con rasgos de personalidad psicopáticos y antisociales muy intensos.

«El homicida es consciente del acto que va a hacer y por lo tanto es libre para llevarlo a cabo. En principio, los hechos criminales que cometen estas personas no tienen nada que ver con la enfermedad mental severa, sino con algún desequilibrio de la personalidad», añade Fuertes.

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El 25 de septiembre de 2018, Ricardo C. asesinó a sus dos hijas, de tres y seis años, con un hacha en Castellón y luego se suicidó. El hombre de 48 años ya había amenazado a su exmujer con matar a las niñas con frases como «me voy a cargar lo que más quieres» o «de aquí yo voy a acabar en la cárcel y todos muertos», pero la jueza especializada en violencia de género que instruyó la causa no acordó la orden de alejamiento de Ricardo para no conculcar sus derechos.

Carlos Alberto S. cometió un triple crimen el 31 de junio de 2015 cuando se encontraba en pleno proceso de divorcio de su mujer. El hombre de 37 años mató a cuchilladas a su hijo de siete años y a su hijastra, una adolescente de 14 años, en una casa de campo de la Vila Joiosa. El parricida asesinó también a su madre.

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Trágico desamparo en Godella

Otro horrendo crimen que nada tiene que ver con la violencia entre cónyuges fue perpetrado el 14 de marzo de 2019 por María G. M., presuntamente, al golpear hasta la muerte a sus dos hijos de cuatro meses y tres años en Godella. Pocas horas antes, la abuela materna de los menores había acudido al juzgado de guardia de Valencia para denunciar la situación de desamparo en la que se encontraban sus nietos.

La mujer adujo como principales motivos de su preocupación los problemas psicológicos y el extraño comportamiento de su hija y madre de los niños, ya que le había enviado dos días antes un mensaje de de WhatsApp en el que insinuaba que iba a quitarse la vida.

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La presunta parricida exculpó a su pareja y padre de los menores, aunque el joven también fue detenido y encarcelado por los crímenes. «Desperté a Gabriel y le dije que sus hijos estaban muertos. Me preguntó dónde estaban y le dije que los había matado la secta», afirmó María. Su confesión figura en un informe realizado por los especialistas de la Sección de Psiquiatría Forense del Instituto de Medicina Legal de Valencia.

Los dos doctores que se entrevistaron con la joven concluyen que es inimputable porque padece una esquizofrenia paranoide y tuvo un brote florido en el mes de marzo de 2019. Según los psiquiatras forenses, María «perdió el control de sus facultades mentales» y se produjo «una escisión de su mente» en el momento que sucedieron los hechos.

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