Borrar
Urgente La Bonoloto de este lunes reparte tres premios de 50.000 euros en tres provincias
Diálogo. Las cuatro víctimas de ETA pasean y charlan por el claustro del Centre Cultural La Nau de la Universitat de València. Txema Rodríguez
Patria y ETA | Víctimas del terrorismo, víctimas del olvido

Víctimas del terrorismo, víctimas del olvido

«¿Cómo puede el 50% de españoles creer que ETA sigue activa?». Cuatro valencianos golpeados por los asesinos piden memoria en el noveno aniversario del fin de la banda

Arturo Checa

Valencia

Domingo, 8 de noviembre 2020, 01:03

Francisco aún tiene que dejar de hablar cuando recuerda cómo tres granadas entraron en la cocina del cuartel de la Guardia Civil en Llodio (Alava). Las paredes se deshicieron como papel de fumar. Él acababa de salir de allí tras dejar el plato de la cena.

Han pasado 32 años. Sus ojos se humedecen. Imposible olvidar.

Vídeo.

Esteban alza sus brazos para representar cómo su coche blindado voló literalmente por los aires cuando 150 kilos de Goma 2 estallaron bajo el puente de la autopista Bilbao-Behobia. Medio metro más atrás y su Nissan Patrol se hubiera desmigajado. Se rompió una pierna. «Muy rota. Mi futuro es una prótesis». Pero vive para contarlo.

Han pasado 34 años. Su voz se quiebra cuando recuerda a los «muchos amigos» muertos en aquello 'años de plomo'. Imposible olvidar.

Vídeo.

«Mi destino cambió por una piedra». La que le abrió la cabeza a Consuelo Ordóñez, lanzada por algún cachorro de la 'kale borroka' mientras ella se manifestaba contra ETA junto a decenas de personas. Apenas habían pasado unos días desde que unos pistoleros mataran a tiros a su hermano, el teniente de alcalde de San Sebastián Gregorio Ordóñez. Aquello hizo de Consuelo una mujer pétrea. Hoy preside el Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite).

Han pasado 25 años. Consuelo critica a los muchos que olvidan.

Vídeo.

«Entre al despacho y vi muerto a mi hermano en el suelo». Carlos Casañ casi pierde el aliento mientras relata cómo tuvo que dar a su familia la noticia del fin de su hermano tras dar con él inerte en el despacho de Ferrovial . «Le han pegado dos tiros». De cómo su mujer cogió a sus tres sobrinos (José Ignacio, de 10 años; Pablo, de 5; y Cristina, de 14 meses), fue a un videoclub de la Gran Vía Marqués del Turia, «cogió todas las películas de Disney» y se marchó con ellos a un apartamento familiar. Para quitarlos de en medio mientras su padre era enterrado. Mientras se apuntaba la muerte en la prensa como un ajuste de cuentas por tráfico de drogas. Hasta que ETA reconoció su zarpazo.

Han pasado 29 años. Carlos critica que hasta el Estado olvida.

Vídeo.

Ni Francisco, ni Esteban, ni Consuelo, ni Carlos olvidan más de tres décadas después.

«Papá, ¿ETA aún existe?». Al tiempo de escribir estas líneas, mi hijo mayor (11 años) me lanza esa pregunta. El interrogante deja en uno el alivio de que él no haya tenido que vivir aquellos años en los que la frase «tenemos una noticia de última hora» en los informativos hacía anteceder la sensación de que llegaba otra noticia de fuego, metralla y lágrimas. Aquellos años como los de 'plomo', en los 80, en los que la banda asesina era capaz de arrebatar la vida a una persona cada tres días. Pero el interrogante también siembra el desasosiego: una enorme parte de la sociedad española ignora si ETA ha existido, si sigue aún activa y el largo reguero de destrucción con 857 muertes a sus espaldas. Olvidan.

El Estado tardó más de tres décadas en reconocer a Uceda como afectado. «32 años después aceptaron mi estrés por el atentado»

«¿Cómo es posible que el 50% de la gente crea que ETA aún sigue activa? ¿O que seis de cada diez españoles no sepan quién es Miguel Ángel Blanco?», lamenta Carlos Casañ. «Hay una falta de información intencionada. Se quiere tapar. Ningún Gobierno ha cumplido su misión de recordar. Sólo las víctimas lo hacen», apunta Consuelo Ordóñez a su lado mientras apura un cortado. «¿Tanto que hablan ahora de la memoria histórica? Con nosotros nunca la ha habido», critica a su derecha Francisco Uceda, ante otro café. «El que no lo haya vivido, imposible saber qué es. Yo no olvido. Sobre el perdón a los terroristas, ni sé, ni quiero ni puedo, puedes poner las palabras en el orden que quieras», remata con otro cortado Esteban Company.

Diálogo y educación

Cuando se cumplen nueve años desde aquel 20 de octubre de 2011 en el que ETA anunció que dejaba de asesinar (o «el cese definitivo de la actividad armada», como ellos dijeron con su lenguaje inventado para ocultar los crímenes), LAS PROVINCIAS reúne a cuatro golpeados por la banda. Los sienta para dialogar sobre el pasado y presente. El suyo, que es el de toda España. Víctimas de ETA que ahora se convierten en otro tipo de víctimas: la del olvido de la administración, sociedad y educación.

La lucha contra el terrorismo y sus efectos debería estar muy presente en las aulas. «Tendría que formar parte del currículo del sistema educativo español. No puede ser que los adolescentes estudien actualmente la I o la II Guerra Mundial, o la Guerra Civil española, que ocupan un periodo tremendamente inferior, y no lo hagan sobre ETA y los efectos del terrorismo, que se prolongó durante más de 50 años en nuestro país», argumenta Carlos Casañ. Ellos, los mismos que han llevado a sus espaldas la carga de ver a un hermano muerto, de ver volar los muros a su alrededor o de saber que su futuro «está ligado a una prótesis», como repite con una sonrisa amarga Esteban Company mientras se acaricia la pierna izquierda que milagrosamente salvó en el País Vasco; ellos son los que más hacen por que los jóvenes no olviden y no se vuelva a tropezar en la misma piedra, con charlas, conferencias y actividades en las que incesantemente participan (Carlos Casañ y Consuelo Ordóñez) como integrantes de la Asociación de Amigos de la Fundación Manuel Broseta y del Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite).

El pésame de Sánchez. Las víctimas debaten sobre sus palabras al suicidarse un etarra. Y recuerdan lo dicho por Thatcher tras fallecer un miembro del IRA: «Él ha elegido cómo morir, sus víctimas no pudieron»

Que la mitad de la población joven de España no sepa si ETA sigue o no activa, o que seis de cada diez personas de entre 15 y 30 años ignoren quién fue Miguel Ángel Blanco o hayan olvidado el espíritu de Ermua o la marea de manos blancas que tomó España tras el vil secuestro y asesinato de un tiro en la nuca del concejal del PP, todos esos datos no son afirmaciones que las víctimas de la banda se saquen de la chistera durante el paseo por el claustro de la Nau de la Universitat de València y la posterior tertulia en el café de la institución, los lugares escogidos para el reportaje. Son conclusiones de una encuesta de GAD3 para Amazon Prime, el canal que ya ha estrenado un minucioso documental sobre la historia asesina del terrorismo, 'El desafío, ETA'.

Debate. Uceda, Casañ, Ordóñez y Company charlan en la cafetería de La Nau Txema Rodríguez

«Y 'Patria'. No ha podido haber mejor adaptación para la pantalla que la serie. Después de la maravilla de novela de Fernando Aramburu, hay que agradecer el trabajo que se ha hecho en televisión. No hay ninguna obra que haya sabido recoger mejor el sufrimiento de las víctimas, la sociedad enferma en la que vivíamos, y en la que yo he vivido, o las muchas personas que callaban o miraban para otro lado», desgrana Consuelo Ordóñez sobre 'Patria', la serie de HBO que hoy emite el octavo y último capítulo.

Y llega el debate. «No pienso verla, no estoy de acuerdo con ese cartel con el que se promocionó la serie, con el terrorista tumbado en el suelo, como si fuera la víctima», espeta Francisco Uceda. «Pues deberías, yo estoy devorando y disfrutando cada capítulo. No hay que negar ninguna realidad», responde Consuelo Ordóñez. «Creo que no todo vale. Hay unos límites. No he visto la serie, pero no se puede llegar a esos extremos, ni aunque sea una cuestión de publicidad y marketing», apunta Carlos Casañ.

La trampa de EH-Bildu

Y sigue el debate, más encendido cuando Francisco Uceda se mortifica por el «profundo lamento» que el presidente Pedro Sánchez dijo sentir por el suicidio en prisión del etarra Ígor González. «Es infame. Lo peor que he escuchado en mi vida de boca de un presidente». Sorprende la réplica de Consuelo Ordóñez, defendiendo la respuesta de Sánchez. «Hay que escuchar toda su intervención. Yo lo he hecho. Responde así a una pregunta trampa del senador de EH-Bildu, intentando hacer ver que hay maltrato en las cárceles españolas, y hay que ser muy cauto en lo que uno dice, porque Europa esta siempre muy vigilante con la política penitenciaria». Carlos Casañ disiente por completo. «Que después de 50 años sufriendo sea capaz de decir esto...», y prefiere no seguir incidiendo en la conversación para no pasar a palabras mayores... Esteban Company pone como ejemplo la respuesta que dio Margaret Thatcher. «Ella no tuvo ni pésames ni lamentos. Dijo: 'Este señor ha elegido la forma de quitarse la vida, cosa que no dejó hacer a las víctimas a las que se la arrebató'».

Tan decepcionante como los continuos diálogos que todos los Gobiernos han llevado adelante con la banda asesina. «Mi hermano fue el primero en denunciarlo». Consuelo lo recuerda. «Y como él decía, negociar, en todo caso se negocia el color de los barrotes de las celdas, pero nada más». Todos lamentan que el fin de ETA no llegara con arrestos masivos y la intervención de arsenales. «Se actuó operativamente mucho, ojalá se hubiera podido aún más», lamenta Esteban Company, al pie del cañón aún en la Guardia Civil como teniente coronel. Aun con secuelas. Pese al plomo en su mente. «Hay que contarlo. Muchos amigos y compañeros caídos no tuvieron la misma suerte». Carlos Casañ subraya otra frase pronunciada en la tertulia. «Estaban a punto de caer derrotados. Les faltaba la puntilla policial. Pero políticamente no se quiso. El Gobierno no se atrevió». Lo cuenta instantes después de pedirle a Francisco Uceda que le relate su infierno en Llodio, en aquel cuartel que saltó por los aires. Casañ no parpadea mientras estruja su botella de agua en la Nau. «Mi madre no sabía que yo estaba en el País Vasco. Pensaba que andaba por un pueblecito de Teruel. Cuando me recuperé y regresé a Valencia, fue justo por Fallas. Cada petardo era un horror». El Estado tardó tres décadas en reconocer su invalidez. «32 años después me dijeron que tenía estrés postraumático por un atentado». Y Casañ no da crédito.

Educación. «Para no olvidar». Son los dos conceptos que más repiten las cuatro víctimas. Consuelo con especial énfasis. Con el tesón de que quien ha mirado a los ojos a decenas de abertzales y familias golpeadas por ETA. Con mano de hierro contra el olvido. «No se puede negociar con nuestra memoria ni con nuestro derecho a la Justicia».

Nueve años del día en que ETA reconoció su derrota

LAS PROVINCIAS recogió en una histórica portada el anuncio de la banda asesina de que dejaba a un lado sus atentados, «el cese definitivo de su actividad armada», como ellos lo llamaron. Las víctimas ya lamentaron entonces lo que siguen criticando hoy: que no entregaran su arsenal de armas y que muchos sigan sin juzgar.

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Víctimas del terrorismo, víctimas del olvido