Secciones
Servicios
Destacamos
La Comunitat es la tercera región de España donde más mujeres son explotadas para ejercer la prostitución, con un total de 16.314. Esta cifra la desliza un estudio que pretende publicar en las próximas semanas el Ministerio de Igualdad. 73 de cada 10.000 mujeres en la Comunitat son explotadas sexualmente. También en términos relativos la región valenciana es la tercera de España. Sin embargo, para las técnicos del proyecto 'Jere Jere' de Cáritas esas cifras tan sólo son la punta del iceberg de un problema mucho mayor. La explotación sexual y la trata de mujeres desde la pandemia se trasladó casi en su totalidad de las calles a clubs y pisos. Las víctimas se anuncian a través de las redes sociales y es muy difícil de poder cuantificar la cantidad real de víctimas que puede llegar a haber.
'Jere Jere' es el proyecto de Cáritas Diocesana que atiende a mujeres en contexto de prostitución y víctimas de trata de seres humanos para la explotación sexual. Dentro de este programa participa Laura, el pseudónimo de la mujer colombiana que atiende a LAS PROVINCIAS y que fue explotada sexualmente en Valencia. «La situación económica de mi país no es buena. Me comentaron que en España tendría buenas oportunidades y decidí venirme», explica Laura, que viajó hasta la capital del Turia completamente sola para ahorrar lo necesario y acabar pagando también el traslado de sus hijas.
Laura llegó sin su situación regularizada y comenzó a buscar un trabajo para iniciar su nueva vida. Sin embargo, tras varias semanas de búsqueda llegó la pandemia. La situación se volvió un imposible. No tenía dónde trabajar, pero necesitaba salir adelante para poder cubrir con las necesidades básicas, y en definitiva, vivir. «Al final, fruto de la necesidad, me prostituí», sentencia Laura. Se hace el silencio. Laura realiza la afirmación con la boca pequeña y la voz entrecortada. Se le iluminan los ojos. La mujer lleva fuera de la explotación un tiempo, pero es inevitable ver como el miedo invade su rostro al recordar el trauma.
Cuando una mujer se encuentra en una situación de extrema necesidad, acaba viendo viable cualquier salida que le proporcione el pan de cada día. Entre otras maneras de captación, ellas son contactadas por proxenetas a través de portales web donde se ofrecían para realizar trabajos de limpieza, cuidado de mayores o tareas de cualquier otra índole. Los explotadores sexuales les ofrecen una casa donde vivir y hacer su trabajo y a cambio se quedan el 50% de las ganancias. Estos lugares son pisos o locales controlados por los proxenetas. Además, para que las mujeres que conviven no estrechen lazos, en muchas ocasiones no duran más de 21 días en el piso que les asignan. Van rotando entre las propiedades de los explotadores. A las mujeres les ofrecen dicho puesto de 21 días, al que llaman «la plaza».
Al ser preguntada por cuánto tiempo estuvo explotada sexualmente, Laura no sabe qué contestar. «Fueron muchos meses, mi cabeza ha borrado cosas que prefiere no recordar», explica. «Mientras trabajaba yo no me sentía bien conmigo misma. Me obligaban a hacer muchas cosas que yo no quería hacer. Me encontraba fatal», cuenta Laura mientras trata de aguantar unas lágrimas que inevitablemente acaban descendiendo por su cara. La mujer prefiere no entrar en detalles. Ni falta que hace. El brillo y la tristeza al recordar esa época ya dicen suficiente. «Salir de ahí es realmente difícil. Lo piensas muchas veces, pero debes seguir viviendo y crees que es la única salida», lamenta.
Noticia relacionada
Belén Hernández
Laura explica que durante todos esos meses estuvo sola y no hizo ninguna amistad. «Durante mi rutina sí tenía tiempo para mi misma. Sin embargo no tenía ganas de nada. No era capaz de hacer amistades porque no tenía fuerzas ni me sentía bien conmigo misma. No quería saber nada de nadie», explica con dureza.
Laura conoció el proyecto 'Jere Jere' a través de una amiga. «Como yo no estaba empadronada aún, tenía dificultades para tener acceso a la sanidad. Mi amiga me habló de que en Cáritas podían ayudarme», explica. Al final, Laura reunió el valor para acudir en persona para pedir ayuda. Las técnicos, desde que la conocieron, iniciaron las tareas de acompañamiento, además de sesiones con la psicóloga. «Todas las chicas me ayudaron mucho. han estado desde el principio ayudándome y motivándome a salir de ahí. Nunca me sentí sola. Gracias a todo su apoyo lo fui dejando», explica mientras poco a poco el llanto se convierte en satisfacción: «Ha sido difícil, pero al final he podido».
Ahora la vida de Laura ha cambiado por completo. El trabajo personal ha sido muy duro y costoso. Las heridas todavía cicatrizan, pero con su voluntad personal, su fuerza, y el acompañamiento de las técnicos Laura ya está rehaciendo su vida. «Nada más salir de la prostitución, y todavía sin los papeles he estado en muchos sitios. Ahora con la documentación en regla ha sido más fácil encontrar un trabajo estable», explica Laura con una sonrisa en la cara. Tiene un puesto en una fábrica. Además, ha conseguido traer a sus hijas, ya vive con ellas de nuevo. Ir al gimnasio es una de sus cosas favoritas: «Hacer ejercicio me encanta. Cuando estoy de mal humor o cuando necesito despejarme me motiva mucho». También le encanta disfrutar de Valencia y conocer mejor la ciudad, que ahora, ya puede pasear con sus hijas. «Hasta en mis peores momentos siempre he pensado que Valencia me encanta. Estoy muy a gusto», sentencia Laura antes de irse a trabajar, a gusto consigo misma y tranquila.
La explotación sexual es una lacra no sólo de la sociedad valenciana, si no de toda España. Las asociaciones que trabajan con las autoridades para tratar de ayudar a estas mujeres víctimas de la trata y la explotación sexual exigen que se avance en una ley contra este tipo de violencia contra la mujer. Además, éstas entidades insisten que hasta ahora se ha puesto el foco siempre en las víctimas, pero la normativa debe tener el objetivo fijado en el proxeneta. Hay mucho que hacer todavía dentro del terreno de la explotación sexual para que más mujeres, como Laura, puedan rehacer sus vidas y aprender a vivir con los fantasmas del pasado, sabiendo que su mundo puede ser un lugar mejor.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.