«Tengo ganas de que me pongan ya la segunda dosis para tocar, abrazar y besar a mi familia. Un año viéndolos de lejos o sólo hablando por teléfono... Es ya mucho tiempo. Demasiado». Tere, que es quien confiesa su anhelo por acabar con la amenaza del Covid-19, pasea con Pepe, su marido, cogida del brazo, por la calle del Micalet.
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A ambos les han suministrado ya la primera dosis de vacuna. Se la pusieron el viernes y les tocó Pfizer. El 30 de abril están citados para la segunda. «Y la espero porque me falta poder tocar a mi gente, a los míos». Pepe Linares y Tere Hualde tienen 80 y 78 años, respectivamente. Como ellos hay alrededor de tres cuartos de millón de valencianos que están o vacunados con una dosis y esperando la siguiente o deseosos, la mayoría, de que les llamen. Tienen ganas de ir a la playa y que sus sobrinos nietos puedan ir a verles.
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Los valencianos mayores que ya han sido vacunados con los que habló ayer LAS PROVINCIAS aseguran que la vacuna no les va a variar los hábitos impuestos desde hace poco más de un año por el coronavirus, «bastante nos los ha cambiado ya», comenta Pilar Maldonado junto a una parada de salazones del Mercado Central.
Pilar va acompañada por Manuel López, su marido que es el que está comprando en la parada. Ambos tienen 84 años y la próxima semana les inoculan la segunda dosis de Moderna. No parecen especialmente emocionados por convertirse en inmunes al virus en poco tiempo y no creen que la esta segunda inoculación les cambie la vida. «Salimos a la calle poco. Lo imprescindible. ¿Para qué vamos a salir, si suele estar vacía y te deprimes?», comenta Manuel.
«Tenemos que ir el día 30 a que pongan la segunda y tengo ganas», afirma Manolo Bendicho, de 77 años. «¿Nena, cómo se llama el ambulatorio donde nos pinchan?», pregunta a su mujer, María Oliver, también de 77. «Nou Moles», contesta. Rodeado de paradas de verdura, Manolo bromea un par de veces y a María no le hace mucha gracia. Manolo no puede apartar los ojos de su mujer. «Somos mayores pero tenemos muchísima ilusión por vivir. Nos gusta mucho bailar y viajar», cuenta María. «Pero barato, que somos pensionistas», matiza Manolo. «Y podremos estar con los nietos que hasta ahora los hemos visto de lejos y en la calle», afirma esperanzada María.
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A Juan Montros, de 75 años, le han enviado un SMS para decirle que le avisarán cuando vayan a vacunarle. Su mujer, Candi, de 77, ya tiene la primera dosis. «Cuando me pinchen estaré más tranquilo, pero seguiremos haciendo lo mismo, saliendo poco y a pasear por lugares amplios por donde no hay mucha gente. Nada de aglomeraciones», declara Juan. Esté deseoso de que llegue la inmunización. «Hasta hace un año nos reuníamos la familia los viernes y me gustaría volverlo a hacer», confiesa. «Veo que se ha creado mucha incertidumbre con las vacunas. Que si ahora esta sí, que si no, que si para esta edad sí y para las otras no. Generan inseguridad», reflexiona.
Rafael Villalba y María Elena Moret, de 79 y 78 años, pasean con una de sus tres hijas por el Mercado Central. El próximo 27 de abril les inoculan la segunda dosis. «Después del pinchazo no ha cambiado nada. Hemos hecho una vida normal, todo lo normal que puede ser ahora», comenta María Elena. Lo que les preocupa es que a su hija Pilar, la que les acompaña, la vacunaron con AstraZeneca antes de que volvieran a suspender su administración entre los menores de 60 años «y no sabemos qué va a pasar, si la van a volver a vacunar, si será la misma u otra marca», dice Rafael.
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