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Una vecina junto a Antonio en la puerta de su casa. Javier Martínez
Vivir sin ascensor en la planta 18, una de las pesadillas ocultas de la DANA

Vivir sin ascensor en la planta 18, una de las pesadillas ocultas de la DANA

Un discapacitado con dos piernas ortopédicas no puede bajar a la calle y sus vecinos le llevan la comida tras subir 291 escalones en una de las torres de Sociópolis

Javier Martínez

Valencia

Martes, 19 de noviembre 2024, 03:07

Otra de las pesadillas ocultas de la DANA. Antonio de la Cruz Oliver, un discapacitado físico de 68 años, lleva 20 días sin poder bajar a la calle. Puede andar con dificultad con dos piernas ortopédicas, pero necesita una silla de ruedas para desplazarse. Vive en la planta decimoctava de una de las torres de Sociópolis en la pedanía de La Torre, en el número 5 de la calle Ignacio Hernández Hervás, y 291 escalones le separan del portal, la acera y los jardines del complejo integrado en la huerta.

Desde el fatídico 29 de octubre, Antonio no puede comprar el pan, tomarse una cerveza con sus amigos o pasear con su silla de ruedas eléctrica, algunas de sus rutinas antes de la catastrófica DANA. «Los cuatro ascensores están averiados porque se inundaron. Achicaron el agua, sacaron el barro y arreglaron uno, pero luego nos dijeron que no podían ponerlo en funcionamiento. Llevamos así 20 días. Esto va para largo y no parece que les importe mucho nuestra situación», se queja el discapacitado.

«Está claro que podemos considerarnos unos privilegiados. Muchos perdieron sus coches y todo lo que tenían en los trasteros, pero el agua no llegó a los pisos en nuestro edificio», añade Antonio, aunque no entiende por qué tardan tanto en reparar el ascensor.

Otro de los inquilinos afectados, que también sufre una discapacidad y necesita muletas para andar, solicitó a la administradora de la finca que actuara «con la sensibilidad y responsabilidad necesarias» en un asunto tan grave. «Esta situación me afecta gravemente, ya que no puedo asistir a mis obligaciones laborales, educativas y médicas, incluida mi rehabilitación», manifestó el vecino.

«Hay que priorizar las necesidades de personas con movilidad reducida. Vivo en la planta 17 y tengo que utilizar muletas por mi discapacidad, por lo que no puedo subir y bajar escaleras», añade el afectado. Ante la tardanza de las reparaciones de los ascensores, el vecino discapacitado decidió trasladarse a vivir de forma temporal a la casa de un familiar para recuperar su rutina.

«En nuestro edificio viven familias con bebés, discapacitados y personas enfermas que no han salido a la calle desde hace 20 días. Entendemos que hay situaciones extremas en otros sitios, pero esto también es prioritario», afirma Gema Núñez, otra vecina del edificio de la calle Ignacio Hernández Hervás.

Ella y otras inquilinas suben a diario los 291 escalones para llevar raciones de comida a Antonio y preguntarle si necesita algo. «Están muy pendientes de mí. Me ayudan incluso a cocinar, me traen la compra y vienen a verme o me llaman por teléfono», señala Antonio, exconserje de un edificio de la avenida de Francia en Valencia.

«Somos conscientes de los daños en los ascensores y de la dificultad en repararlos, pero nos dijeron que iban a poner en funcionamiento uno a las 24 horas de limpiar el foso. Eso sucedió hace una semana y seguimos igual», asegura Pedro Fernández, otro de los vecinos que viven en las plantas superiores.

«Se trata solo de trabajo. No hay que esperar a nadie y anda. La solución es poner a trabajar una, dos o tres personas las horas que hagan falta. Solo eso, no estamos en tiempos de escatimar esfuerzos», agrega el afectado.

 

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