LEA GUGELMANN
Martes, 6 de septiembre 2022, 01:48
Oscuridad, humedad y cucarachas. Con estas palabras Marian Descarayc, estudiante de 21 años, no se refiere a un sótano o a una buhardilla, sino a la vivienda en la que vivió durante el pasado año. La joven, matriculada en la carrera de Moda, optó ... por alojarse en una planta baja ante los precios desorbitados de los pisos. Sin ir más lejos, el encarecimiento del mercado inmobiliario alcanzó cifras récord en la Comunitat Valenciana el pasado mes de julio.
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En concreto, el metro cuadrado en la provincia de Valencia registró 9,98 euros y la de Alicante, por su parte, se situó en 8,68 euros el metro cuadrado, según los últimos datos de Idealista. El resultado da lugar a un fenómeno que hace no mucho tiempo era impensable: cada vez más jóvenes optan por las plantas bajas como opción para vivir, a pesar de que pueden presentar más inconvenientes que ventajas.
La presidenta de la Asociación de Inmobiliarias de la Comunitat Valenciana (Asicval), Nora García, explica que los bajos tienen poco valor, lo que hace que el coste sea más bajo. Y esto es, precisamente, lo que llevó a la estudiante a decantarse por esta alternativa. «No encontré nada mejor a este precio, pero si hubiera tenido otra opción no es lo que hubiera elegido», indica Marian.
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Es decir, el precio es la única razón por la que estos inmuebles cada vez generan mayor interés, sobre todo entre los jóvenes. Sin embargo, en este caso, el ahorro económico conlleva sacrificar otras necesidades, como el derecho a la intimidad o un piso luminoso. «Todo es muy húmedo y oscuro», señala la futura diseñadora de moda.
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Juan Peréz, estudiante de 20 años es también inquilino de un bajo en la Petxina. Para él, la falta de luz es lo más difícil. «Hace que no sepas distinguir el día de la noche y te afecta al sueño», cuenta. Otros de los problemas de vivir en un bajo son el ruido y las cucarachas. «Todo lo malo que hay en la calle, lo vives abriendo tu ventana», explica Juan.
La ventana cerrada es casi una regla obligatoria para poder vivir una vida tranquila, protegidos de la curiosidad de la gente. No obstante, esto agrava aún más los problemas de humedad y oscuridad. «Para tener privacidad y hacer lo que quieras, tienes que cerrar las ventanas y correr las cortinas», señala el estudiante.
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A esto, se suma que las cucarachas son algo inevitable. «Vives cerca de la calle, de los cubos de basura, por lo que es fácil encontrar cucarachas», explica Marian. Para Juan, aunque tengas una rutina de limpieza frecuente, es «un problema cíclico que nunca desaparece». La única ventaja que destacan es la accesibilidad, ya que al estar a pie de calle no hay que subir escaleras ni usar el ascensor. Esto toma especial relevancia para el colectivo con movilidad reducida. En España, unas 100.000 personas con limitaciones físicas para desplazarse nunca salen de casa por la falta de accesibilidad del inmueble en el que residen, según un estudio de 2019 de la Fundación Mutua de Propietarios en colaboración con la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica.
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Tanto para Juan como Marian, los bajos son una vivienda temporal. Marian ya se ha mudado: «No me rentaba porque no me sentía bien en este piso». Para Juan, los bajos son una opción adecuada para estudiantes o turistas. «En mi opinión, son para vivir temporalmente. No me veo toda mi vida en un bajo», señala.
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Por otro lado, la desaparición de varios locales comerciales y tiendas de barrios por la crisis económica ha propiciado la aparición de bajos para usos turísticos, según Asicval, que considera «positivo» este nuevo uso de los establecimientos. «Permite dar una nueva vida a locales que seguramente nunca más tendrán una actividad comercial y, además, se evita ocupar viviendas para uso turístico y comercial», resalta García.
En Valencia, hay 9.394 alojamientos de Airbnb, según la base de datos DataHippo. Contabilizando todas las plataformas, hay en total 11.138 anuncios de alquiler vacacional, lo que hace de la ciudad la tercera en ofertas de estancias turísticas. Por ello, dar un uso turístico a los locales comerciales permite aliviar la tensión en el mercado de la vivienda al reducir los alojamientos vacacionales en pisos.
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No obstante, para rentabilizar este tipo de vivienda se deben cumplir las condiciones del Código Técnico de Edificación y las normas de habitabilidad de Valencia, que sólo permiten la conversión de un local comercial en vivienda si los establecimientos colindantes se usan para este mismo fin.
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