Es miércoles, llega la hora de comer y en la calle del Sol de Alfafar se escucha cantar. También se oyen risas, un sonido que hacía tiempo que brillaba por su ausencia en el infierno en que se ha convertido estos días l'Horta Sud. En un aparcamiento subterráneo donde guarda los coches la Guardia Civil de la comisaría contigua, una veintena de personas trabajan duro sacando lodo con cubos de goma, carretillas y lo que tienen a mano, y quienes cantan un grupo de senegaleses, que se esfuerzan en dejar limpio todo el garaje, codo con codo con los agentes y varios bomberos que han llegado de Alicante. «¿Habéis visto cómo están animando? Así se trabaja mejor», dice el agente.
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Mbaye Niass es de Senegal, tiene 35 años y llegó a España hace 15 en patera. Trabaja en lo que le va saliendo, como temporero en la fruta, aquí y allá, y vive en Salou, un municipio en el que tradicionalmente se han ubicado jóvenes llegados de este país de la costa oeste de África. Otros son manteros. Es uno de los pocos senegaleses del grupo que habla español, y explica que han venido a ayudar, que hace días que están por la zona más afectada. Son voluntarios que lo dan todo, limpiando, descargando, barriendo... Casualmente, el aparcamiento subterráneo en el que están trabajando, y que quedó anegado tras la DANA, se encuentra junto al cuartel de la Guardia Civil de Alfafar, donde otro grupo de agentes trabaja limpiando las instalaciones, muy afectadas también por la crecida del barranco.
Mbaye cuenta que cantan una canción típica de su país , y que se podría traducir como 'vamos, vamos, nadie nos puede hundir'. Que se usa en los momentos en que es importante que la gente no se desanime. «Así trabajamos más a gusto, ¿no es verdad?», dice, y el agente asiente y se ríe. En el cuartel de la Benemérita comentan entre risas que los senegaleses están dándole vida a la calle después de días en los que no había mucha alegría que compartir, en un municipio que está viviendo sus momentos más complicados.
Hace unos años, se hizo viral un vídeo en el que unos senegaleses bailaban y cantaban mientras llevaban a cuestas un ataúd. En algunas culturas africanas, momentos de duelo que para los occidentales siempre van asociados a la tristeza, allí se combaten con canciones.
Los agentes del cuartel de la calle del Sol están encantados con sus vecinos, y ayer les dieron incluso de comer. «Sacadlos en el periódico, que sepa la gente que hay inmigrantes que vienen a ayudarnos», comenta uno de los guardia civiles.
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Se quedarán más días, porque quieren seguir ayudando. El que canta con más alegría lleva una camiseta de Lamine Yamal, pero dice que él es del Real Madrid, que esa equipación se la pone para trabajar porque así se la puede ensuciar. Y continúa su camino, carretilla en mano, cantando y quitando lodo sin parar.
Esta tragedia está demostrando, más allá de los rifirrafes entre políticos, cómo pueden trabajar unidos voluntarios, agentes, vecinos, policías, bomberos... Cada uno con lo que sabe hacer. Y siempre es mejor hacerlo con una sonrisa, a pesar de la tragedia.
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