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Carpesa celebra por primera vez festejos taurinos en las calles desde 2015

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Carpesa celebra por primera vez festejos taurinos en las calles desde 2015 I. Arlandis

Vuelven los bous al carrer a Valencia

Carpesa celebra por primera vez festejos taurinos en las calles desde 2015

Sábado, 16 de septiembre 2023

Contra las barras tricolor del 'cadafal', roja, amarilla y azul, claro, los cuernos de la vaquilla suenan como una guillotina, un «clac» que acalla el Quédate de Quevedo y Bizarrap. El animal corretea cerca del cajón y un chaval trota frente a él, su mano en la frente como un tapete marrón y blanca de la res. Los valientes lo son hasta que los ojos como cuentas se clavan en sus figuras desgarbadas. Las caras cambian, pies para qué os quiero. Ella vaquilla pisotea el suelo, bufa, sus flancos se hinchan y deshinchan, pero cuando carga, el recortador hace rato que se ha colado entre los barrotes. En las gradas se comen pipas y se fuman porros al ritmo de Leiva mientras el animal intenta subir las escaleras situadas en el centro de la plaza de la Iglesia de Carpesa, que este sábado ha recuperado los bous al carrer por primera vez desde 2015. Como si fueras a morir mañana, se oye en los altavoces. Otra vez el 'clac' contra los barrotes y un chaval que es una espiga oscura y que usa un chaleco naranja reflectante como capote, de cara al toro, cerca. Él también llega a los barrotes mucho antes que la vaquilla, que espera cerca del cajón.

Por la megafonía suenan Aitana y Zoilo, pero también un mensaje grabado que dice que quien está dentro del recinto se considera participante y por favor que estén sentados o detrás de las barreras. También los mayores de 16 años, que pueden participar. Más pequeños, no. El control lo efectúan miembros de la peña El Carpesano, que piden el DNI a los chavales. «Tü no puedes por cuatro días, ¿eh? Detrás de la barrera», le dice uno de ellos a un menor.

En Carpesa, quien bebe no corre. Quienes beben están alrededor del puesto de bebidas, situado junto a la alcaldía pedánea, donde parece que puede subir quien quiera para ver el festejo vespertino, compuesto por dos vaquillas y un toro. Por la noche es el turno de un bou embolat.

En la alcaldía pedánea varios niños presencian el espectáculo, lleno de menores, quizá esperando el momento en que puedan correr delante de los toros. Visto de cerca, uno se da cuenta de que los bous al carrer son un riesgo controlado: es complicado que pase algo, aunque accidentes, los hay. Muchos. También con fallecidos: al menos dos este verano, el último ayer mismo en Pedreguer, Alicante.

Pero a tenor de la muchedumbre que presencia el espectáculo en Carpesa de este sábado, la afición estaba ahí: la autorización del PP, que ha eliminado una prohibición de Compromís, lo único que ha hecho es escuchar a las pedanías del norte y desoír, eso sí, a quienes se preocupan por el bienestar de los animales y que tildan de maltrato este tipo de festejos. Cómo va a serlo: en un momento de esta tarde, un recortador hace resbalar a la vaquilla, cuyas pezuñas no están habituadas al asfalto, y levanta la mano como el futbolista que sabe que se ha pasado con la entrada.

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