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Supervivientes. Antonio, Andrés y Carlos, tres pacientes salvados gracias a los cuidados intensivos. J. Signes
En la zona cero de la lucha contra el Covid-19

En la zona cero de la lucha contra el Covid-19

La batalla se libra en las UCI ·

En las unidades de intensivos de la Comunitat, el 30,22% de las camas es para pacientes con coronavirus, cuando en septiembre era del 4%

Miércoles, 25 de noviembre 2020

La presión hospitalaria es la clave de la pandemia. Tras sobrevivir al terremoto de casos, enfermos y muertos de la pasada primavera y disfrutar de una normalidad fantasma en verano, la segunda ola ha explotado con la mirada puesta más en la unidades de cuidados intensivos que en la curva de positivos. En las UCI es donde se libra la verdadera batalla. El baremo que realmente marca el minuto y resultado de la pandemia. Los positivos de hoy son los posibles ingresos en intensivos de dentro de una semana. Se sabe poco del virus, pero se tiene la certeza de que el Sars-Cov-2 es traicionero y mortal. En sólo unas horas puede llevar a un asintomático al borde de la muerte envuelto en una neumonía bilateral. El futuro del paciente ya no depende de él.

Desde el inicio de la pandemia, por las UCI de los hospitales valencianos han pasado 1.374 pacientes, según el Ministerio de Sanidad. El último dato, colgado el viernes en la web del departamento del ministro Salvador Illa, señala que ahora mismo hay 307 ingresados en unidades de intensivos -los datos no coinciden con los de la conselleria de Sanidad-. Un 30,22% de las UCI ocupadas lo están por pacientes con coronavirus. Este valor, junto con la tasa de positividad por cada 100 pruebas realizadas -en la Comunitat Valenciana es del 15,8%- es el más importante para medir la realidad de la curva.

Uno de los datos que permite realizar una comparación fiable entre la primera y la segunda ola es el de los ingresos en UCI. Unas cifras que reflejan la realidad porque no son estimaciones. La curva de positivos, especialmente en marzo y abril, nunca proyectó una imagen fiel porque nueve de cada diez infectados no estaba localizado. En cambio, en las UCI sí se tenía un listado fiable de positivos por Covid-19. En España, desde el inicio de la pandemia, han estado ingresadas 15.964 personas.

Galería. UCI del Hospital Arnau de Vilanova.

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Galería. UCI del Hospital Arnau de Vilanova. Iván Arlandis

En la Comunitat, la última quincena de marzo y los primeros días de abril fueron terribles. Del 15 de marzo al 1 de abril, en poco más de dos meses, los ingresos en UCI por Covid-19 aumentaron un 343% -de 87 a 386 pacientes-. A pesar de que se vivió al límite, no bordearon el colapso. La Comunitat, dentro del drama, se pudo sentir afortunada en comparación con otros puntos de España.

En esta segunda ola, los ingresos en intensivos han mantenido un ritmo con cierta pausa, lo que ha permitido que las restricciones no hayan derivado en un confinamiento total. Al final de las vacaciones de verano se llegó en un estado de nueva normalidad, con las UCI ocupadas por un 4% de pacientes con coronavirus. Así se mantuvo hasta el 21 de septiembre, cuando se pasó a la franja de riesgo bajo en las unidades de intensivos.

Los contagios comenzaron a multiplicarse pero la presión hospitalaria aguantó hasta que pasó el puente festivo del 9 y 12 de octubre. A partir de ese momento, y por culpa del exceso de movilidad, los positivos se dispararon como el paso previo a la presión hospitalaria. El 19 de octubre ya había un 10% de pacientes Covid en UCI y en cuestión de una semana se pasó al nivel de riesgo alto, al superar el 15%. La curva de contagios endureció su pendiente y el 9 de noviembre pasó a nivel muy alto, el más extremo, al superar el 25%. El viernes, el último dato publicado, sitúa el porcentaje de UCI ocupadas por Covid-19 en un 28,44%.

Experiencias en común. Los tres supervivientes tras estancias en la UCI charlan durante un paseo por el Parque de Cabecera. J. Signes

LA HISTORIA DE TRES PACIENTES

Antonio López Hernández 69 años. Dos semanas en la UCI

«Cuando desperté pregunté a una enfermera si estaba vivo»

Ha pasado media vida como médico de Atención Primaria en Paterna. «Allí trabajé con el primer coronavirus, a principios del milenio, pero duró poco y no fue tan grave», recuerda. El segundo, el de Wuhan, casi le mata.

Valenciano, jubilado de 69 años y padre de dos hijas, fue cazado por la pandemia en marzo. Los avisos, «cansancio, angustia, somnolencia, y fiebre». Fue uno de los muchos que pusieron las UCI al límite en el confinamiento. Tras el positivo, «mi preocupación era mi mujer, que se hubiera contagiado, pero no le hicieron prueba, los test al principio eran contados». Y sobrevino el empeoramiento: «Se va toda la fuerza, casi no puedes pensar ni moverte», describe. Ya la UCI, relata, «me sentí más aliviado. Como soy del gremio, sabía que iba a estar más controlado».

El oxígeno a presión suplió a su herido sistema respiratorio. En la primera semana se hundió entre delirios: «Tuve visiones extrañas acompañadas de un murmullo inexplicable. Había como alienígenas, escenas y personajes extraños, acciones en bucle... Llegué a pensar que había muerto». Y esa fue la primera pregunta a la enfermera cuando despertó: «¿Estoy vivo?».

Vídeo. Salida de la UCI de Antonio López

En la segunda semana, ya más recuperado, sintió la «curativa humanidad y cariño de todos los sanitarios». También «fragilidad e impotencia al ver que hacían falta cuatro para moverme». Antonio dejó la UCI entre aplausos del personal de La Fe. «Ese amor y esfuerzo no tiene precio». Un médico salvado por médicos. Su mensaje para negacionistas o imprudentes es contundente: «Son gente irresponsable, insolidaria e inconsciente».

La guerra se sigue librando después de la UCI. Lidia con el cansancio muscular, una fibrosis pulmonar y faltas de aire momentáneas. Cada 15 días visita la Fe para pruebas y rehabilitación.

Andrés Ruiz Bonafont. 42 años. 17 días en la UCI

«Que lleven a los imprudentes a la UCI a conocer la realidad»

Deportista, aficionado a los bous, no fumador, sin problemas de obesidad o respiratorios. Andrés, un repartidor industrial vecino de Alfafar, no daba el perfil de riesgo ante el virus y, sin embargo, el contagio lo arrastró a la UCI del Hospital Doctor Peset. Los médicos y enfermeros obraron el milagro en 17 días a los que se sumaron 36 en planta.

Al comenzar el año «no éramos conscientes de lo que se nos venía encima y no pensaba que me fuera a tocar a mí». Fue en la segunda oleada y «posiblemente me contagiara en el trabajo» como repartidor industrial. Un gran malestar en el cuerpo fue la antesala al positivo. Y de ahí a una neumonía grave.

Pasó seis días en planta antes de llegar a Intensivos. «Me falta aire, no puedo vivir», le decía al médico. «Una enfermera, Sara, me salvó la vida al verme boquear y avisar al personal de la UCI». Allí «sólo piensas en salvar la vida». Un imperativo marcó el destino de Andrés: «Tengo que sobrevivir por mi hijo Ander». Andrés no llegó a perder la consciencia y presenció la realidad más cruda: «Vi morir a dos personas a mi lado y pensaba que iba a ser el siguiente».

El cuidado intensivo ha retornado a un padre junto a su hijo de 8 años. «Papá, sé fuerte. Te quiero, te espero aquí fuera», le escribía el niño en el chat. El paciente ha perdido 20 kilos y ahora lidia con las secuelas: «Al respirar me fatigo, no puedo hacer ejercicio ni trabajar. Es todo como subir una cuesta. En su opinión, «hay que llevar a las UCI a los imprudentes sin mascarilla o que hacen fiestas para que conozcan la realidad».

«Quien se crea a salvo por ser joven está muy confundido»

La juventud no impidió que el coronavirus pusiera a Carlos a las puertas de la muerte. Con 30 años, vecino de Quart de Poblet y conductor de autobús, estuvo 78 días en la UCI del Hospital de Manises.

El 15 de marzo la fiebre dio el primer aviso. «No sé dónde me pude contagiar. Como chófer estuve en Almería, Barcelona, Alicante…». Tras el contagio acabó en el hospital de Manises con una neumonía bilateral. «Recuerdo que me sentaron en una silla, diez médicos alrededor, gafas nasales, goteros, oxígeno…». Supo mucho después que estuvo 43 días en coma inducido. «Soñé que nos trasladaban a los enfermos a otro país en un helicóptero y se caía al agua. Al final, llegábamos a una isla. No había agua ni comida, estábamos deshidratados, la gente se moría...». Cuando despertó en la UCI el 2 de mayo Carlos pensó que era para curarse de esas experiencias irreales.

Vídeo. Salida de la UCI de Carlos Navarro.

«Los médicos no se creían que estuviera vivo», rememora. Así resume su despertar: «Fue como nacer de nuevo, como si fuera un bebé. Tuve que aprender a hablar, a moverme, a comer, a respirar por la nariz». Cree que el esfuerzo de los médicos «y mi espíritu luchador» es lo que le ha librado de la muerte.

Dejó el hospital un mes después. «Tenía pánico de quedar como un vegetal». Perdió 35 kilos durante su ingreso y los problemas persisten: «Me siento como si tuviera 60 años. Arrancar el día me cuesta mucho. Estoy de baja, no puedo ir en bici ni en moto...» Padece una parálisis parcial en el brazo izquierdo y una lesión en la córnea «que seguramente requerirá un trasplante». Carlos sabe que no volverá a ser el que era. «Quien se crea a salvo del virus por ser joven está muy confundido».

Hombre de 57 años con neumonía, perfil del ingresado en UCI

El doctor Álvaro Castellanos, vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina Intensiva Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc), esboza el perfil del paciente en UCI: «Hombre de 57 años que llega 14 días después del positivo. Con enfermedades previas como diabetes, hipertensión y obesidad y un diagnóstico de neumonía». Uno de cada tres ingresados en Intensivos muere. El tiempo de estancia medio son tres semanas, similar en supervivientes o fallecidos.

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