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Mesa de expertos. LAS PROVINCIAS organiza un debate sobre el presente y futuro de las cátedras de empresa
Las Cátedras de empresa, surgidas como espacios de colaboración entre universidades y el sector privado, se han consolidado como un puente estratégico que beneficia tanto al ámbito académico como al tejido productivo. En España, su evolución ha sido notable en las últimas décadas, convirtiéndose en una herramienta clave para fomentar la transferencia de conocimiento, la innovación y la empleabilidad de los estudiantes. Actualmente, son más que una simple conexión; son un motor bidireccional que impulsa tanto el desarrollo de competencias en los alumnos como el avance de las empresas hacia un modelo mucho más competitivo e innovador.
De hecho, en los últimos años en la Comunitat se han enfocado en sectores clave como la logística portuaria, las energías renovables y la investigación aplicada en tecnologías avanzadas. Ello sin olvidar las relacionadas con el ámbito social. Esto ha sido fundamental para atraer talento y potenciar la innovación en el tejido empresarial valenciano.
Para hablar del presente, de los retos de futuro y de la importancia de las Cátedras se reunieron en La Rotativa de LAS PROVINCIAS: Esther Pagán de la Cátedra de Pensamiento Analítico Divina Seguros – ESIC University; David Cabedo, vicerrector de Innovación, Transferencia y Divulgación Científica de la Universitat Jaume I; Mª Dolores Salvador, vicerrectora de Empleo y Formación Permanente de la Universitat Politècnica de València; Encarna Mazón, exdirectora de Cátedra de Cultura Empresarial y actual Secretaria del Consell Social de la Universitat de València; y Rosa Donat, vicerrectora de Innovación y Transferencia de la Universitat de València.
La mesa de expertos comenzó señalando la envergadura de las Cátedras de Empresa. Esther Pagán subrayó la importancia para dotar a los estudiantes de habilidades transversales demandadas por las empresas. «El talento no es solo conocimiento, sino la habilidad para desarrollarlo más allá de lo básico», señaló al inicio del debate. Esta idea resonó en las intervenciones de otros ponentes, como David Cabedo quien destacó que las Cátedras funcionan como un catalizador que conecta las necesidades empresariales con las capacidades de los estudiantes desde el primer momento.
Por su parte, Mª Dolores Salvador puso énfasis en cómo las Cátedras permiten anticiparse a las demandas del mercado laboral. «Las empresas buscan perfiles integrales y transversales, no solo tecnológicos, sino también con conocimientos en economía, derecho o habilidades sociales. Esto nos hace reflexionar y mejorar nuestra oferta formativa», afirmó. Este enfoque, según Salvador, fomenta una mayor adaptabilidad en los estudiantes, quienes encuentran en las Cátedras una ventana hacia el mundo profesional real.
Por su parte, Encarna Mazón resaltó otro aspecto crucial: la capacidad de las Cátedras para mejorar la empleabilidad. «Acercan a los estudiantes a la realidad del mercado laboral, permitiéndoles ver el impacto de su formación en problemas concretos», explicó. En este sentido, la colaboración con pymes resulta especialmente valiosa, ya que muchas desconocen el potencial que ofrece el entorno universitario.
Uno de los temas más discutidos a lo largo del encuentro fue la capacidad de las Cátedras para fomentar la innovación. Rosa Donat y David Cabedo coincidieron en señalar que estas iniciativas no solo fortalecen la investigación aplicada, sino que también crean vínculos estables y de largo plazo con las empresas. «Las Cátedras ofrecen un marco transparente y trazable para armonizar los intereses de ambas partes, promoviendo investigaciones dirigidas que impacten tanto en el ámbito académico como en el empresarial», indicaron .
La formación también ocupa un lugar central en las Cátedras. Los ponentes coincidieron en que es fundamental dotar a los estudiantes de ‘soft skills’ o habilidades blandas como el liderazgo, la comunicación y el trabajo en equipo. Aunque estas competencias son altamente valoradas en el mercado, Esther Pagán señaló que muchos alumnos todavía no son plenamente conscientes de su importancia, por lo que subrayó la necesidad de reforzar su promoción dentro de las universidades.
Los programas duales y los retos colaborativos, como los hackatones, se han consolidado como pilares significativos dentro de las cátedras de empresa en la Comunitat Valenciana. Para Mª Dolores Salvador estas iniciativas representan una excelente oportunidad para preparar a los estudiantes de manera integral. «Estas actividades no solo desarrollan competencias, sino que también permiten a los alumnos vivir de cerca el mundo empresarial, incluso en contextos de innovación y resolución de problemas», afirmó durante el debate.
Respecto a los programas duales explicó que combinan la formación académica con prácticas directas en empresas, permitiendo a los estudiantes adquirir experiencia real mientras cursan sus estudios. En la UPV, por ejemplo, se han desarrollado másteres con participación activa de empresas en los planes de estudio, facilitando la transferencia de conocimientos y habilidades desde la universidad hacia la industria.
Más ejemplos de acciones se pusieron encima de la mesa como los diferentes talleres específicos para fomentar habilidades transversales como liderazgo, gestión de proyectos o trabajo en equipo. «Por ejemplo, la Cátedra de Cultura Empresarial de la Universitat de València organiza actividades donde empresarios y CEOs comparten experiencias directamente con estudiantes», señalaron.
Las cátedras también impulsan la investigación aplicada mediante proyectos de colaboración entre estudiantes, universidades y empresas. Estas actividades no solo mejoran las competencias técnicas de los participantes, sino que también generan soluciones innovadoras para problemas específicos del sector productivo.
También se mencionaron actividades como los campus de verano o programas de liderazgo, en los que empresarios actúan como mentores, ayudan a los estudiantes a adquirir una visión estratégica y práctica del mundo empresarial. Estas experiencias enriquecen la formación académica y personal de los alumnos.
El debate también abordó los desafíos que enfrentan las cátedras, en especial en un contexto marcado por la rápida evolución tecnológica, los cambios en el mercado laboral y las demandas de una sociedad cada vez más exigente. Uno de los retos más urgentes es garantizar la continuidad de las cátedras y su capacidad para adaptarse a estas dinámicas.
Esther Pagán, desde su experiencia en el ámbito privado, destacó la importancia de mirar al futuro y anticiparse a las necesidades tanto de las empresas como de la sociedad. «No basta con atender los problemas inmediatos; necesitamos planificar a largo plazo y preparar a nuestros estudiantes para un mundo que cambia constantemente», señaló. Esta visión subraya el papel de las cátedras como un espacio no solo de transferencia de conocimiento, sino también de prospectiva y preparación estratégica.
Por otro lado, David Cabedo enfatizó que uno de los mayores obstáculos para esa evolución radica en las normativas y procedimientos que rigen las cátedras. Según explicó, la rigidez de algunos marcos legales puede ralentizar la capacidad de respuesta de las universidades frente a las demandas empresariales. «Es imprescindible flexibilizar estas estructuras para que podamos adaptarnos más rápidamente, no solo en la creación de cátedras, sino también en su gestión y en la implementación de nuevas iniciativas», afirmó.
Además, ambos coincidieron en que, para asegurar su sostenibilidad, las cátedras deben diversificar sus enfoques y áreas de colaboración. Esto implica trabajar no solo en sectores tradicionales como la ingeniería o la tecnología, sino también en ámbitos emergentes como la sostenibilidad, la inteligencia artificial o la gestión de crisis climáticas. Cabedo destacó que las cátedras tienen el potencial de ser un catalizador en proyectos de innovación social, como la preparación para fenómenos adversos tipo DANA u otros eventos climáticos extremos, combinando el conocimiento universitario con la capacidad de las empresas para implementar soluciones a gran escala.
En este contexto, la flexibilidad no solo es un desafío administrativo, sino también un principio estratégico que debe guiar el diseño y desarrollo de las Cátedras. Como concluyó Pagán, «ser imaginativos y estar abiertos al cambio es lo que garantizará que las cátedras sigan siendo relevantes en las próximas décadas».
Esta reflexión pone de relieve la importancia de que las Cátedras no sean vistas como estructuras estáticas, sino como organismos vivos, capaces de evolucionar y responder a las demandas del entorno de manera ágil y eficaz. Solo así podrán seguir cumpliendo su misión de conectar el conocimiento académico con las necesidades reales de la sociedad y las empresas.
El encuentro dejó clara la relevancia de las Cátedras como un modelo de colaboración bidireccional que beneficia tanto a las universidades como a las empresas y a la sociedad en general. Desde la formación de profesionales más completos y preparados hasta la generación de conocimiento aplicable a problemas reales, las Cátedras han demostrado ser una pieza fundamental en el ecosistema académico y empresarial.
A medida que avanzamos hacia un futuro marcado por la innovación y la transformación digital, resulta esencial seguir fortaleciendo estas iniciativas, buscando sinergias y optimizando recursos para garantizar que su impacto continúe creciendo.