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ILUSTRE COLEGIO OFICIAL DE MÉDICOS DE VALENCIA

El Colegios de Médicos, con los colegiados afectados por la dana

La corporación lanzó una batería de medidas por un valor superior a los 600.000 euros y que han alcanzado a más de 3.600 médicos de la provincia

EXTRA

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El pasado 29 de octubre la provincia de Valencia vivió un episodio que será imposible de olvidar durante décadas. Una dana y posterior riada arrasaron gran parte de la provincia, afectando a 75 poblaciones que suman más de 850.000 habitantes. Una catástrofe que se llevó por delante la vida de 224 personas.

El fango se apoderó de todo el paisaje afectado por la devastación, mientras el agua volvía a su cauce. A la terrible cifra de víctimas que fuimos conociendo con el paso de los días, se le debe sumar la factura emocional que arrastran quienes esa jornada vivieron escenas de auténtico terror. Personas y familias que perdieron casas, coches, campos, empresas… Las infraestructuras fueron también golpeadas muy duramente, dejando incomunicadas a miles de personas durante días. 

Frente a semejante tragedia, la respuesta de la población fue, nuevamente, ejemplar. Los valencianos se echaron a la calle para asistir a sus vecinos, amigos y familiares. Una emocionante ola de solidaridad entre pueblos hermanos.

La gran familia médica valenciana volvió a estar al pie del cañón cuando más se le necesitó, trabajando en los hospitales y centros de salud que debieron dar respuesta a los heridos y afectados. Estando en primera línea en cuerpos como el Servicio de Emergencias Sanitarias u otros muchos que han participado en labores de rescate. Y ayudando como voluntarios, a través del registro que estableció la Conselleria de Sanidad. 

Desde el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Valencia, analizada la situación, se lanzó una batería de medidas dirigidas a ayudar, principalmente, a los colegiados afectados por la dana y que incluía, como primera medida, la exención de pago de las dos siguientes cuotas colegiales, además del Patronato de Huérfanos y el seguro de decesos para los médicos con domicilio en alguna de las zonas afectadas por la dana. Además, de establecía el registro para los médicos con clínicas o consultas privadas afectadas por la riada; a finales del mes de febrero se abonará la ayuda correspondiente, ayuda que responderá al reparto, en partes iguales, del montante total de las donaciones recogidas. El Colegio se puso a disposición de la Conselleria de Sanitat desde el primer instante, y colaboró directamente con el Registro de Voluntarios Sanitarios que se inscribieron para acudir a las zonas afectadas. Además, el ICOMV, dentro del Consejo de Colegios de Médicos Valencianos, realizó una donación de 15.000 euros destinada a las poblaciones afectadas a través de una ONG. Se habilitó un servicio telefónico de atención psicológica 24 horas, financiado por Uniteco, para los compañeros afectados directa o indirectamente por la riada –número de teléfono: 900 494 279–. Y, finalmente, se activó la recogida de material sanitario –guantes y mascarillas– para enviar a las zonas afectadas.

Fotografías cedidas por Vicente Carrión

En definitiva, una serie de medidas impulsadas por la Junta de Gobierno del ICOMV por un valor superior a los 600.000 euros, que han alcanzado a más de 3.600 médicos de la provincia de Valencia que se han visto afectados por la terrible catástrofe que ha azotado la región.

Unas acciones emprendidas por el colegio para intentar paliar de algún modo, y en cierto grado, la situación tan terrible que han sufrido muchos de nuestros compañeros, y la población de todos esos municipios.

Médicos voluntarios en la dana

Cuando la dana golpeó Valencia con fuerza, dejando devastación y caos a su paso, un grupo de médicos demostró que la solidaridad no conoce horarios ni fronteras. Algunos médicos que se trasladaron de forma voluntaria o como parte de su jornada laboral para brindar atención médica y apoyo a quienes más lo necesitaban nos recuerdan que la humanidad es el mejor remedio en tiempos de crisis.

Una de ellas fue la doctora Mari Carmen Gallego, médica de Atención Primaria: «Decidí ofrecerme como voluntaria al darme cuenta de que, como médica, mi labor sería necesaria para abordar las graves consecuencias en la salud de la población afectada. Mi principal tarea fue atender patologías agudas como heridas y brindar apoyo psicológico, además de acompañar a personas que requerían bajas laborales. También me encargué del seguimiento de pacientes crónicos confinados en sus hogares, gestionando llamadas desde el ‘call center’ del Hospital La Fe. El mayor desafío fue la dificultad para desplazarse a las zonas afectadas, especialmente en departamentos donde no disponíamos de medios de transporte. Destaco, además, la implicación de residentes en formación, especialmente de medicina de familia, quienes desempeñaron un papel fundamental».

La doctora Lucía de la Puente, especialista en Medicina de Familia y Comunitaria, también contribuyó de forma voluntaria con su trabajo: «Escuchar los testimonios de compañeros en guardia y de personas afectadas en Aldaia, Chiva y Pedralba me hizo consciente de la magnitud de la situación y de cuánta ayuda sería necesaria para recuperar una semblanza de normalidad en las zonas afectadas. Mi labor principal fue como médica en puntos de atención sanitaria y domicilios en Aldaia y Catarroja. Aunque colaboré en tareas de limpieza, me enfoqué en lo que mejor podía aportar, y es que los médicos somos imprescindibles en estas circunstancias. El mayor desafío inicial fue decidir qué casos derivar al hospital y realizar seguimientos con equipos voluntarios. En días posteriores, el reto fue garantizar el acceso de pacientes frágiles a la sanidad, especialmente aquellos sin acceso a redes sociales para informarse de los puntos de atención».

El doctor Antonio Monrabal, médico de Atención Primaria, también participó en estas labores: «Durante la dana en Valencia, sentí que mi deber como médico era estar presente donde más se me necesitaba. Mi presencia continuada en Parque Alcosa, Alfafar, fue por decisión de mi Departamento de Salud –Doctor Peset– que entendió que, dado que esa zona básica tenía los dos centros muy afectados y que además tiene el punto de atención continuada de varios pueblos, su coordinadora necesitaba un refuerzo. Asumí labores de atención sanitaria en condiciones extremas, tanto en domicilios como en un consultorio auxiliar que quedó completamente destrozado. Me encargué de coordinar su rehabilitación, enfrentándome a la falta de puertas, electricidad, conexión informática y un palmo de barro en el suelo. En menos de 48 horas logramos ponerlo en funcionamiento gracias al esfuerzo colectivo. Es evidente que esta experiencia tendrá un impacto emocional duradero, tanto en los profesionales como en los afectados».

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