Un empeño colectivo por la recuperación de la normalidad

Jesús García García, director territorial de Cajamar en Valencia

A veces la realidad se revuelve contra nuestros planes y acaba convirtiéndolos en meros jirones de nuestros propósitos e intenciones. Y eso es lo que ha pasado con mi colaboración en esta publicación. El texto llevaba escrito una semana y, ahora que me siento a releerlo antes de mandarlo al periódico, me doy cuenta de que lo que contaba en aquel artículo ha quedado totalmente desfasado a causa de la maldita DANA y sus terribles consecuencias.

En la versión anterior les hablaba de la inflación y de las decisiones que el Banco Central Europeo ha tomado para ayudarnos a doblegarla. Luego les informaba del comportamiento diferencial de algunos indicadores económicos en Valencia respecto del conjunto de España, resaltando el mayor dinamismo en la creación de empresas y la fuerte vinculación de toda la Comunidad Valenciana con los mercados internacionales. El artículo continuaba con un repaso de la situación a nivel mundial, señalando las dificultades de Alemania y los factores geoeconómicos y políticos que están condicionando el devenir de las economías y, con ellas, de las familias y de las empresas. Y finalizaba con los retos que, desde mi punto de vista, debíamos afrontar para mantener el dinamismo de nuestra economía.

Todo aquello sigue siendo válido: seguimos teniendo por delante los desafíos que nos presentan el envejecimiento de la población, la transición energética o la deuda pública. Pero hoy esos retos son menos urgentes que la recuperación de la normalidad tras la catástrofe vivida.

Hay pérdidas irrecuperables, como son las vidas de las personas, arrastradas por las riadas y ahogadas en los espacios inundados, sorprendidos en la calle, en sus trabajos y hasta en sus propios hogares. Hay otras que, siendo enormes, como las propias viviendas, los enseres o los vehículos, encontrarán solución a medio plazo. La nueva prioridad a la que nos enfrentamos en este escenario pasa por recuperarnos, por cerrar la profunda herida en el alma que nos dejan las personas queridas que hemos perdido, nuestros vecinos y conciudadanos. Un proceso que será largo y duro y que seguramente precisará en muchos casos de un apoyo psicológico adecuado. En paralelo, lo estamos haciendo ya, tendremos que ponernos manos a la obra para, entre todos, contribuir a la pronta recuperación de la normalidad en nuestras pueblos y ciudades, ferrocarriles y carreteras. Los impactos en las infraestructuras han sido numerosos y los daños, cuantiosos.

Muchas familias lo han perdido todo, literalmente. También muchas explotaciones agrarias y ganaderas han quedado devastadas. Hay daños en cítricos, hortícolas, viñedos, kakis o en el porcino. Las cosechas pendientes de recoger posiblemente ya se hayan perdido y muchas de las que se encontraban en crecimiento se verán mermadas. Lo mismo ha sucedido con nuestro rico tejido de pequeñas y medianas empresas, desde la industria al comercio, cuyas instalaciones han quedado inundadas o inservibles. Lo sabemos de primera mano, porque nuestras instalaciones también se han visto afectadas, incluido el centro experimental de Cajamar en Paiporta.

Tenemos, entre todos, que ser capaces de movilizar los recursos necesarios para superar estos duros días y volver a ponernos en marcha. Sin olvidar lo ocurrido, pero con la mirada puesta en el futuro. Por nosotros y por los ausentes. Para recorrer este camino, en las entidades del Grupo Cooperativo Cajamar procuraremos estar a la altura de las circunstancias y contribuir a que, lo antes posible, podamos levantarnos de este terrible revés que el destino y la naturaleza nos han propinado. No me cabe duda de que las personas particulares y las empresas valencianas haremos nuestra parte. Porque Valencia ha sido siempre una tierra de emprendedores y emprendedoras, con la mente abierta a nuevas ideas y con una resiliencia puesta a prueba en múltiples ocasiones a lo largo de la historia.

Esperamos, asimismo, que las distintas administraciones, con sus funcionarios y profesionales, también contribuyan a hacer realidad este empeño colectivo. Todas y todos deben poner de su parte, dejando atrás intereses partidistas y cálculos electorales cortoplacistas. El enfrentamiento y el cruce de acusaciones no solucionan nada. Las decisiones que se toman y los recursos comprometidos es lo que de verdad importa a los ciudadanos y queda escrito en las páginas de nuestra Historia.

Y, todos juntos, administraciones y administrados, debemos tomar conciencia de las repercusiones medioambientales que tienen nuestras decisiones. Los científicos llevan años avisándonos de los efectos del cambio climático y no les hemos hecho demasiado caso. Poner en cuestión nuestro modelo de desarrollo siempre es caro a corto plazo, no solo en términos de coste monetario, también lo es en términos de coste electoral, ya que los beneficios no se perciben ahora, sino que serán nuestros hijos o nietos quienes se beneficien de las decisiones que sean tomadas ahora. Situaciones como la que estamos viviendo posiblemente vuelvan a repetirse en un futuro próximo. Debemos comenzar a ser conscientes de ello y a tomar decisiones que tengan en cuenta el escenario climático hacia el que nos movemos. Es posible que ello suponga incurrir ahora en unos costes de reconstrucción mayores, si bien revertirán a la sociedad en forma de menores daños cuando haya que afrontar próximas danas.

Desde el Grupo Cooperativo Cajamar queremos trasladar nuestro pésame a todas las familias que han perdido a sus seres queridos y mostrar nuestro apoyo a todos los damnificados y afectados; y queremos ofrecer a quien lo necesite nuestra ayuda para sobrellevar y superar esta situación. Somos un grupo de cooperativas de crédito, empresas de economía social, que tienen su origen y están enraizadas en el territorio valenciano, al que nos sentimos vinculados desde el inicio de nuestra actividad ya centenaria. Y vamos a poner lo mejor de nosotros mismos para contribuir a hacer realidad el título de este artículo.