MUCHAVISTA

Mujeres que brillan bonito: sin miedo, sin límites, sin barreras

Entrevista con Ana María Henao, Fundadora y CEO de Muchavista Digital.

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Ana María Henao, fundadora y CEO de Muchavista Digital es "colombiana de nacimiento y española por adopción, con el corazón dividido entre dos tierras llenas de cultura, oportunidades y, sobre todo, mujeres valientes y resilientes". Cuenta que creció en una época en la que ser mujer no siempre era fácil, "pero tuve la suerte de contar con una madre visionaria que me inculcó desde pequeña que no hay límites cuando tienes determinación". 

Formada en Ciencias de la Información en la Universidad Javeriana de Bogotá, desde los 22 años, ha desarrollado su carrera en el sector de IT, trabajando en empresas como Compaq, HP y Lexmark, siempre en el área de marketing. "Al trasladarme a España, descubrí mi pasión por el marketing digital de la mano de Webpositer, una agencia pionera en el sector, lo que me llevó a emprender mi propio camino como freelance". 

Al poco decidió fundar Muchavista Digital, una agencia especializada en campañas de publicidad digital en plataformas como Google Ads, Meta Ads y TikTok Ads. "Nuestra misión es ayudar a empresas y emprendedores a maximizar su visibilidad y crecimiento en el entorno digital, combinando estrategia, creatividad y análisis de datos para obtener resultados reales". 

¿Su proyecto más reciente? El lanzamiento de Brilla Bonito, "un podcast creado para dar voz a mujeres que inspiran con sus historias. Es un espacio donde compartimos relatos de vida auténticos, con la intención de iluminar el camino de otras mujeres y motivarlas a brillar con luz propia", explica Ana María Henao.

-Para usted, ¿qué significa ser una mujer empoderada? 

-Para mí, una mujer empoderada es aquella que se siente capaz de perseguir sus sueños y luchar por ellos, sin miedo al fracaso ni a los límites impuestos por otros. Y lo más importante: el empoderamiento no tiene una única definición ni se limita al ámbito laboral. Hay mujeres empoderadas en todos los roles de la vida: como madres, esposas, hijas, amigas y profesionales. Cada una encuentra su fuerza en diferentes aspectos, y todas son igualmente valiosas. 

Mi generación ha sido una especie de 'bisagra', testigo y protagonista de una transición clave: el reto de conciliar el universo femenino tradicional con el empoderamiento profesional y laboral, un espacio históricamente dominado por los hombres. Hemos aprendido a romper moldes y a construir nuestro propio camino, demostrando que ser empoderada no significa elegir entre una cosa u otra, sino tener la libertad de ser y hacer lo que realmente queremos. 

-¿Qué queda por hacer para lograr la igualdad real entre hombres y mujeres? 

-Lo primero es creérnoslo de verdad: no somos mejores ni peores, somos iguales en derechos y oportunidades. La clave no está en competir, sino en complementarnos, en entender que nuestras diferencias no nos hacen desiguales, sino valiosos en conjunto. Es fundamental dejar atrás la idea de que un género debe demostrar más que el otro para ser validado. La verdadera igualdad llegará cuando mujeres y hombres tengamos las mismas oportunidades de crecimiento, el mismo reconocimiento y la misma libertad para decidir quiénes queremos ser, sin que nuestro género sea un factor determinante. 

Más que una lucha de poder, la igualdad es un trabajo en equipo. Y para que eso ocurra, debemos eliminar las inseguridades y los prejuicios que aún persisten, construyendo una sociedad donde el talento, el esfuerzo y la capacidad sean lo único que importe. 

-¿Se ha encontrado usted a lo largo de su carrera profesional con obstáculos solo por ser mujer? 

-Me encantaría decir que no, pero la realidad es que sí. A lo largo de mi camino me he encontrado con barreras que, en su momento, me generaron frustración, porque no entendía por qué estaban ahí. Sin embargo, con el tiempo las he reinterpretado como piedras de crecimiento: desafíos que, en lugar de frenarme, me han empujado a evolucionar y a fortalecer mi confianza. 

Para mí, cada obstáculo es una oportunidad de aprendizaje. No se trata de desistir ni de dejarse influenciar por lo externo, sino de analizar de dónde viene ese desafío y convertirlo en un motor para crecer. A veces, eso significa ganar seguridad en una misma, y otras, replantearse si es momento de reinventarse o de cambiar de entorno para ir tras nuestros verdaderos sueños. Y casi siempre, ese cambio es lo que nos lleva a nuestro siguiente gran paso. 

-Ante la actual coyuntura, ¿qué beneficios aporta la mirada femenina? 

-Creo que la mirada femenina aporta una combinación muy valiosa de empatía, resiliencia y visión a largo plazo. Las mujeres solemos tener una gran capacidad para leer las emociones, entender los matices de una situación y buscar soluciones que no solo sean efectivas, sino también justas y sostenibles. 

En el trabajo, esto se traduce en una forma de liderar colaborativa, en priorizar el bienestar del equipo y en encontrar equilibrios entre la productividad y la calidad de vida. Y como madres, esposas y profesionales, aprendemos a hacer malabares con el tiempo, a tomar decisiones rápidas y a mantener el foco en lo realmente importante. 

Además, creo que las mujeres tenemos una forma muy natural de conectar con los demás, de crear comunidad y de impulsar cambios que benefician a todos. Al final del día, no se trata solo de "hacer las cosas bien", sino de hacerlas con sentido, con impacto y con el corazón en el lugar correcto.

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