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CESCE

Valencia mira hacia delante

Rafael García, director territorial zona Levante de Cesce

EXTRA

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La Dana que afectó brutalmente a la Co­munidad Valenciana el pasado 29 de octubre nos deja un escenario distópico con pueblos literalmente arrasados por la furia del agua. Miles de personas se han visto afectadas por este terrible suceso meteorológico, que pone de manifiesto la vulnerabilidad del ser humano ante la fuerza de la naturaleza. El cálculo, todavía sin concluir, es más que trágico: más de 200 personas han perdido la vida y de­cenas se encuentran todavía desapareci­das. A fecha de creación de esta tribuna, el primer balance económico emitido por la Cámara de Comercio Valenciana habla de 54.000 empresas impactadas, lo que afecta a más de 360.000 trabajadores. Un golpe durísimo sin duda para la cuarta economía de nuestro país, que genera en torno al 10% del PIB nacional.

La riada ha provocado un impacto frontal sobre la economía de 65 municipios, con efectos devastadores sobre sus infraes­tructuras, agricultura, transporte, comercio local y, en menor medida, el turismo. Se estima que casi el 80% de las empresas dañadas pertenecen al sector servicios. A estas, le siguen las compañías dedicadas a la construcción y, por último, las empre­sas del sector secundario centradas en la industria.

La producción agrícola está todavía sin cuantificar, pero se estima que los mayo­res daños se concentren en el cultivo de los cítricos, pues las lluvias torrenciales han llegado en un momento crítico para la cosecha, prevista para dentro de un mes. Hay muchas fincas anegadas que sufrirán asfixia radicular, por lo que los árboles su­frirán y corren el riesgo de morir. Estas llu­vias, además, traerán consecuencias para las frutas, como aguado en mandarinas y naranjas.

El Parque Natural de la Albufera, uno de los ecosistemas españoles de mayor valor ecológico, se ha convertido también en una de las grandes víctimas de la catás­trofe, transformándose en un vertedero medioambiental de millones de kilos de residuos procedentes del barranco del Poyo. Sus campos de arroz han quedado anegados, dando al traste la producción del cultivo de regadío más importante de la zona. La Dana también ha afectado de lleno a la zona productora de uva de moscatel y a otras variedades de viñas en las denominaciones de origen de Utiel- Requena y Valencia. Aunque hay que cuantificar todavía el número de parcelas que han quedado arrasadas, las primeras estimaciones de Agroseguro hablan de 20.000 hectáreas de cítricos, caquis, uva de vino y hortalizas.

El sector ganadero, según datos recaba­dos en la Consellería de Agricultura, ha retirado en torno a 3.000 animales muer­tos en las 17 explotaciones ganaderas de porcino, ovino, equino y avícola de las co­marcas de L´Horta Sud, La Ribera Alta, La Ribera Baixa, Hoya de Buñol y Requena- Utiel. La tromba de agua provocó grandes inundaciones que echaron a perder forra­jes, piensos y agua potable.

Por su parte, el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible detalló el daño que han sufrido las principales carreteras, las tres líneas de Cercanías y la línea de alta velocidad en Valencia, para lo que activa­ron los primeros fondos de emergencia para reconstruir las carreteras en las zo­nas más impactadas, como el viaducto de la A-7 colapsado y construir un desvío provisional y para reparar los tramos da­ñados de N-322 y N-330. Los trabajos en los túneles ferroviarios de Chiva y Torrent para reponer la línea de alta velocidad Madrid-Valencia ya han comenzado y se espera que en dos semanas haya queda­do restablecido. Se trabaja día y noche para restituir con urgencia la viabilidad de estas carreteras, tanto para los vehículos de emergencias como para el tráfico en general, siendo especialmente importan­te en el caso de la N-322.

Los datos del primer balance de la Cámara de Comercio dan una idea del tremendo impacto que ha provocado la Dana en la economía valenciana. Según esta, en estos 65 municipios se ubican 54.289 empresas, una de cada tres de la provincia; 123 par­ques empresariales y polígonos industria­les; y residen más de 354.000 trabajado­res, es decir, el 33,5% del total de afiliados de la provincia. De estos municipios, en al menos 32 localidades los daños causados se pueden considerar severos o muy gran­des. Si no llegan pronto las ayudas estos pequeños empresarios se verán obligados a cerrar o a incrementar sus gastos y costes a niveles muy difícilmente soportables. De nuevo la liquidez y los ERTES se tornan im­prescindibles para la recuperación.

En definitiva, esta es una catástrofe que obliga a diseñar y ejecutar un plan urgen­te de reparación e inversión en preven­ción de futuro, porque sin duda estos fe­nómenos, sabemos, se repetirán en esta zona por su particular orografía.

Por el momento, se ha aprobado una ba­tería de ayudas a los ciudadanos y muni­cipios afectados en el pleno del Consell del 4 de noviembre por 31.402 millones de euros, que se solicitarán al Gobierno como primer paquete. El presidente de la Generalitat ha diseñado y compartido con el Gobierno un plan con 136 medidas para la reconstrucción y relanzamiento de la zona que tendrá que financiarse con di­nero del Estado.

Las Aseguradoras y el Consorcio de Com­pensación de Seguros, sin duda, juegan también un papel importante ya no solo en la reparación del daño sino también en la mitigación de riesgos actuales y futuros. Se necesitarán inversiones en empresas, ya que muchas de ellas continuarán en zonas declaradas inundables, pero sin duda este es un reto en el que todos, incluida Cesce, vamos a colaborar de manera muy estrecha.

España es un país resiliente, responsa­ble, solidario y comprometido. Y en esta, como en otras ocasiones difíciles, sabrá salir adelante y hacerlo fortalecido.

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